Damian Lillard no quiere esperar más. La estrella, fiel como pocas a su franquicia de toda la vida, los Portland Trail Blazers, quiere contar con una oportunidad real de ganar de inmediato. De lo contrario, puede llegar el momento de ver puerta y buscar un cambio de aires más que justificado que ha evitado a toda costa hasta ahora. A sus 32 años, el base y siete veces All Star sigue sin alcanzar las cotas de campeonato con la franquicia de Oregón. Su décima temporada en la NBA ha terminado, una vez más, en decepción soberana.
Con 33 victorias y 49 derrotas, los Blazers parecen haber vuelto a la casilla de salida. Precisamente, hace diez años, el joven Lillard se proclamaba novato del año en la liga estadounidense con su conjunto terminando con el mismo registro de este curso. “Veo un camino hacia lo que podemos conseguir, pero hay una gran diferencia entre decirlo y hacerlo”, apuntó el jugador en su rueda de prensa de despedida del año, probablemente el mejor de toda su trayectoria hasta ahora. Tras terminar antepenúltimos en la Conferencia Oeste, Portland tendrá en la lotería del Draft un 10,5% de probabilidades de llevarse el cotizado número uno. A él, sin embargo, le importa bien poco qué talento joven puedan pescar este verano.
La única vía de salvación para su proyecto conjunto, según expresó él mismo sin embudos, es la de apostar al todo o nada buscando traspasos para incorporar a jugadores de talento contrastados y veteranos. “No es un secreto, no me interesa eso”, comentó sobre la ruta de reconstrucción a través del Draft. “Quiero una oportunidad de ir a por ello. Si la ruta es otra, entonces no es mi ruta”, avisó.
Los principales estamentos de la franquicia están alineados con la visión de Lillard. Quieren dejar de perder ya, después de dos temporadas alejados de los playoffs y muchas decepciones en primera y segunda ronda en la última década. “No queremos más de esto. Es la hora de empezar a ganar partidos de baloncesto”, apuntaba Joe Cronin, General Manager de la franquicia.
Chauncey Billups, entrenador de segundo año, secundó la postura de su jugador estrella y también la de su jefe: “Ya lo hemos intentado con pequeños cambios unas cuantas veces. Debemos ser más agresivos. Si queremos hacer lo correcto para el mejor jugador de la historia de esta organización, hay que ser agresivos”.
Desde el pasado mes de febrero, en Portland trabajan con una lista de deseos bastante amplia que incluye a jugadores que podrían encajar con la filosofía del equipo y del grupo liderado por Lillard. Entre ellos se encuentran O.G. Anunoby, de los Toronto Raptors, Mikal Bridges, de los Brooklyn Nets, y Jaylen Brown, de los Boston Celtics. Son piezas muy cotizadas y difíciles de conseguir, como ya quedó claro en el último trade deadline. “Tenemos a nuestros favoritos, pero conseguirlos no será fácil”, reconocía el GM.
Ante un panorama tan complicado, Lillard sabe mover hilos y hablar con algunos de sus potenciales compañeros. Así logró que Jerami Grant apostara por ellos. Este verano, el ala-pívot debe firmar la extensión de contrato o probar suerte en el mercado, aunque todo apunta a que se quedará en Oregón por ahora.
Para dar un vuelco a sus opciones en el futuro inmediato, las herramientas a disposición del equipo son finitas. Primero está la posibilidad de traspasar su primera ronda del Draft este curso, y luego hay la opción de vender a buen precio alguna de sus opciones en la posición de escolta. Anfernee Simons y el novato Shaedon Sharpe son calcomanías, y la calidad de ambos les asegura buen mercado.
Cronin dice que la presión es buena, y que este verano atacarán el mercado con la mentalidad de reformar de arriba a abajo el equipo, para poder realmente aspirar a estar en playoffs y ganar el título. “No queremos otro año así”, concluía en su rueda de prensa de despedida de la temporada. Damian Lillard tampoco, y de lo contrario el base podría salir pronto al mercado.