Darío Fernández dice que la Semana Santa granadina “no tiene nada que envidiar a otras”. Con el atractivo eterno de la Alhambra en su “carrera favorita”, la del Darro, “puedes disfrutar de escenas espectaculares y momentos de recogimiento en barrios como el Albaicín. Lo tiene todo”, responde a EL PAÍS. Lo que también tiene Granada es al principal streamer multiplataforma de esta celebración. Con tres millones de visualizaciones en su canal de YouTube y unos 50.000 seguidores entre todas las redes, este joven de 24 años lleva desde 2016 dinamizando una comunidad con fans en Latinoamérica y el resto de España. Sin embargo, su salto a Twitch es la principal de sus singularidades: ha conseguido mantener el interés por este hecho cultural durante dos años sin apenas actividad en la calle, con directos que han atraído a miles de espectadores cuya edad media es inferior a la suya.
En las redes es conocido como Darío El Jartible, voz que en el Diccionario del español actual de Manuel Seco se define como el que “harta, pesado”. “Era mi manera de reírme de mí mismo al principio, de asumir que era el pesaíto de las cofradías. Lo cierto es que es una de mis pasiones y desde niño he estado obsesionado con lo que supone para nosotros. Mis otras aficiones eran el cine, los medios, las redes. De hecho, tenía canales de YouTube desde los 10 años para ir probando”. En torno a los 19, quiso cruzar todo ello “aportando una mirada amplia pero actual”. No soy el más creyente, pero me emociona y me llena de interés la vertiente artística, lo cultural y lo social que giran en torno a todo esto y hasta su impacto económico, que es importante tanto en Andalucía como en otras partes de España. Y me interesa hacerlo con el tono propio de las redes”.
Mantener ese estilo con la Semana Santa como eje temático le ha provocado no pocas ingratitudes. Nadie es profeta en su tierra según la cita bíblica y, precisamente, en Granada “algunas voces autorizadas” no encajaron bien su llegada “Serían el tono o las formas, y ha sido algo minoritario, pero me cuesta comprender cómo no pueden ver en las redes y en alguien joven una forma de acercar esta tradición más allá de la mirada tradicional”. El influencer dice lo que le preocupa: “Ver cómo todavía, para muchas hermandades, el ensayo de la banda o la limpieza de enseres del culto son toda la actividad propuesta para fidelizar a la gente joven. Por no hablar de su uso de las redes, que a veces son meros repositorios de horarios y calendarios. En ese contexto, cuando alguien no ha encajado bien mi enfoque, me pregunto si no deberían encajar mejor una ventana capaz de acercar nuestra cultura a gente que no tiene necesariamente tanto arraigo, que es capaz de atraer más allá de la fe por sus expresiones de arte sonoro, visual, y que contiene tanto del carácter andaluz”.
Entre los jóvenes, también y no pocas veces, ha tenido que justificarse por mantener una mirada plural: “Cada cierto tiempo me toca repetir que mi misión no es dar clases de religión. Lo he tenido que repetir más de lo que me apetece, pero lo cierto es que hay gente que lo entiende y… otra no tanto. Mi punto de vista sobre la celebración pretende ser más diverso”. Desde su impacto masivo ha llegado a recibir mensajes de jóvenes musulmanes que le agradecían algún vídeo o directo: “Cualquiera puede fijarse en un momento emotivo en el tocar de una banda, en una talla, en el sentir de la gente y cómo se respira en una escena. Es lo que me llena y poder mostrarlo a gente joven, en Andalucía o fuera, que no son necesariamente creyentes”.
Desde luego, las motivaciones de Fernández no son económicas: “Las remuneración en plataformas como Twitch o TikTok, que son las que mejor me están funcionando últimamente, está lejos de ser un modo de vida. A veces me da coraje dedicarme a un hecho tan estacional, pero, bueno, es algo que elegí y lo sobrellevo con algún que otro canal secundario para intentar compensar el verano y momentos de menos intensidad en el calendario”. Con el apoyo de miles de seguidores, de su familia, su pareja y de la gente de las hermandades a las que pertenece, Paciencia y Penas y Humildad y Soledad, el streamer trata de ver su actividad como otra forma de realizarse profesionalmente: “Me gusta pensar que esto es otra forma de hacer visible mi trabajo para los medios (además del Grado en Comunicación audiovisual, cursa un máster periodístico)”. Ya ha empezado a colaborar con la televisión local PTV en sus retransmisiones a pie de calle. Un oficio que estos días combina con el disfrute desde dentro y sin realizar sus populares directos en línea, “porque para saber contarlo durante el resto del año, estos días hay que vivirlo”.
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