Cuando tu primera gran oportunidad en la NBA llega en Los Ángeles, bajo los focos de Hollywood y la presión de una franquicia histórica como los Lakers, lo lógico es sentirte intimidado. No es el caso de Darvin Ham. Acostumbrado a sortear obstáculos, superar expectativas y sobreponerse a todo lo que la vida le eche encima, Ham aceptó el reto angelino con una premisa clara: “Entiendo el desafío y lo acepto al 1.000%, porque es así como me gustan”.
Los Angeles Lakers empezaron su proceso de búsqueda de entrenador hace algo menos de un año, cerrando las puertas a la etapa de Frank Vogel en el equipo y diciendo adiós así al último entrenador que los había llevado a la gloria. Tras una lista que llegó a incluir nombres mucho más reconocidos, la franquicia se quedó finalmente con tres finalistas: Terry Stotts, Kenny Atkinson y Darvin Ham.
Los dos primeros tenían edad y experiencia suficiente como para poder justificar la apuesta, pero la comunidad Laker dudó de primeras con la propuesta de Ham. El más joven de los tres, menos historial en la liga y menos figuras que diesen fe de su trabajo. Y, sin embargo, Rob Pelinka no dudó: Ham era el elegido para devolver a los angelinos a la pelea por el título.
Su trabajo en Milwaukee como asistente de Mike Budenholzer fue lo que le catapultó al debate. Tras ganar el título con los Bucks en 2021 empezó a ser muy bien considerado en los círculos internos de la liga. Conocido por sus habilidades comunicativas, su experiencia reciente como jugador y mentalidad y ética de trabajo, Darvin Ham cumplía los requisitos que se buscaban, ¿pero cuál era su historia?
Del impacto de bala a la estancia en Granada
Su infancia no fue fácil. Distintos hechos le hicieron, como él cuenta, “perder el miedo al miedo”. A Ham le dispararon en la cara por accidente cuando apenas tenía 14 años. Mientras esperaba con su hermano en un coche, los Ham se vieron envueltos en un tiroteo en su ciudad natal de Saginaw. Una de las balas que salieron volando acabó impactando en su cuello.
“Es una de esas experiencias que te cambian la vida. Es lo que hizo que no dé nada por hecho, que entienda el valor que tienen las cosas. No tengo miedo de fracasar ni de tener éxito, solo de no ser fiel a mis principios ni auténtico”, comentaba Ham a principios de este curso. Esta filosofía de vida es lo que le ha hecho ser quien es.
Ham completó su periplo universitario en Texas Tech, universidad en la que se hizo famoso por un incidente ocurrido durante el torneo nacional de 1996. En un partido del March Madness de aquella temporada sus Red Raiders no lograban enchufarse al encuentro ante UNC. Todo hasta que Ham capturó un rebote y machacó el aro tan fuerte que hizo saltar el tablero en pedazos.
Este pequeño accidente logró devolver la tensión a su equipo, que terminó llevándose el triunfo y les permitió conseguir el primer billete de su historia al Sweet Sixteen del torneo, los octavos de final. Además, ese mismo año Ham se alzó con el título de campeón del concurso de mates universitario, poniendo la guinda a una carrera discreta pero satisfactoria.
La NBA le dio la espalda de primeras y Ham no tuvo la suerte de escuchar su nombre en la noche del Draft. Deambuló por distintos equipos durante algunos años, probando suerte en Denver, Washington o Indiana, entre otros, aunque sin demasiado éxito. Tal era su cabezonería por jugar, que probó suerte incluso en nuestro país, en las filas del CB Granada.
Formó parte de la plantilla dirigida por Carlos Marsá en 1999, un equipo que acabó descendiendo y en una ciudad en la que dejó más recuerdos extradeportivos que otra cosa. Un accidente de coche contra una cabina de teléfonos bajo los efectos del alcohol y un positivo por hachís en un encuentro amistoso disputado en Murcia son algunos de sus highlights en España, una etapa para olvidar.
Un anillo con los ‘Bad Boys’ y otro con Anteto
Tras el periplo andaluz Darvin Ham puso rumbo a casa y se unió a las filas de Bucks y Hawks, antes de recalar finalmente en Detroit. Allí ganaría un anillo de campeón con los Pistons, con un rol reducido pero vital. Instigador de la energía y garra que caracterizó a aquellos Bad Boys, Ham había reconducido su carrera.
Sin embargo, esta no duraría mucho más como jugador. No tardó en darse cuenta de lo que podía aportar desde el otro lado, desde la banda con la pizarra en la mano. Tras una etapa fugaz jugando en la liga de desarrollo, fueron precisamente los Albuquerque Thunderbirds los primeros en darle esa oportunidad como asistente, un rol que no tardaría en dejar atrás para convertirse en entrenador principal.
En 2011 Mike Brown se fija en él y se hace con sus servicios para trabajar en Los Angeles Lakers. Aquella fue su primera etapa en la franquicia angelina, un periodo en el que impresionó a más de uno por su ética de trabajo y dedicación. Ejerció como asistente encargado del desarrollo de jugadores, trabajando con estrellas como Kobe Bryant, Pau Gasol o Dwight Howard y empezó a labrarse la buena fama que le acompañaría a partir de entonces.
Fue Mike Budenholzer el que le repescó para Atlanta, ofreciéndole su primer trabajo de asistente de primera fila en la liga. En los Hawks pasó cinco años y tuvo una gran influencia en aquel año inolvidable para la franquicia, con cuatro jugadores All Star y el primer puesto de la Conferencia Este. Su legado apenas había empezado pero su trabajo ya daba sus frutos.
En 2018 decidió seguir de la mano de Budenholzer y trasladar su trabajo a Milwaukee, otra franquicia que conocía de su etapa como jugador. El reto de buscar el segundo título en la historia de los Bucks era mayúsculo, pero con Giannis Antetokounmpo liderando el camino lo hicieron posible. Ham volvió a saborear la gloria que conoció con los Pistons 17 años antes y se proclamó campeón de la NBA en junio de 2021.
Llegada a L.A.: presión y expectativas
Aterrizar en L.A. no es fácil. Una franquicia con una historia rica, grandes figuras que ocuparon ese banquillo y unas expectativas altísimas. “He vivido tantas cosas que no puedo considerar eso como presión añadida”, contaba Ham poco después de anunciarse su fichaje. “La presión es como el hombre del saco, solo está ahí si crees en ella”.
Presión o no, el reto era claro: devolver a los Lakers a una posición en la que pudiesen competir por el título después de una temporada decepcionante. En una franquicia así no hay medias tintas, éxito o fracaso. “Estos tíos necesitan que les entrenen duro”. Con estas palabras Ham terminó de convencer a la gerencia angelina. Su mejor carta de presentación era su trabajo y en Los Ángeles lo sabían.
Y así ha sido. Ham ha conseguido darle la vuelta a una temporada que parecía perdida para los Lakers. Ni siquiera las lesiones de estrellas han podido con una planificación que solo tenía un objetivo en mente: las Finales de la NBA. El trabajo realizado durante el curso ha dado sus frutos cuando más falta hacía.
Ahora, Ham y su equipo se enfrentan a un reto aún mayor. Se encuentran 0-2 en las Finales del Oeste ante Denver y sin apenas margen de error. “¿Presión? Ninguna, solo sé que tenemos que trabajar más duro si queremos conseguir lo que nos propusimos hace casi siete meses”, declaraba recientemente Ham. Esta madrugada, juegan un tercer partido decisivo en su feudo (02:30 horas en España, League Pass y Movistar +).
Que nadie les dé por perdidos, ellos no lo hacen ni lo harán.