David Bustamante: “Sigo siendo clase obrera, como toda mi familia”


Si atendemos a los datos de la encuesta de la agencia Personality Media que dice que el 96% de los españoles lo reconocería por la calle, David Bustamante (San Vicente de la Barquera, 39 años) no necesita presentación. Por si acaso, diremos que han pasado dos décadas ya desde que lo vimos sobre un escenario por primera vez gracias a Operación Triunfo, efeméride que ha celebrado con un disco titulado Veinte años y un destino en el que no pudo cantar su gran éxito junto a Álex Casademunt, fallecido en un accidente de tráfico recientemente. El cantante, que a pesar de todo dice estar pasando un muy buen momento, se estrena el 1 de octubre como actor en el Teatro EDP Gran Vía, como protagonista de un musical basado en la película favorita de sus padres, Ghost. La suya es En el nombre del padre porque las historias que le gustan son “esas en las que al final se hace justicia”.

Pregunta. Con 14 años usted ya estaba trabajando en la construcción, ¿qué pasó para que abandonase el colegio tan pronto?

Respuesta. Pasó lo que muchas veces nos pasa a los que nos aburrimos fácilmente. No era mi vocación ni me gustaba. Para explicarlo, entraríamos en una discusión muy intensa sobre las formas de enseñar, porque al final a todos nos enseñan de la misma manera y no potencian nuestros talentos. Yo sentía que lo que se me daba bien estaba en otro lado. No siempre el tiempo te da la razón, pero en mi caso ha sido así.

P. Ha contado varias veces que tiene un vértigo terrible. ¿Cómo es compatible eso con haber sido albañil?

R. No es igual estar trabajando con la mente ocupada dando masa y ladrillo a tus oficiales que estar con todos los sentidos. Cuando no te queda más remedio, te olvidas de tus propios miedos o los afrontas. De hecho, en una de las escenas del musical lo paso bastante mal porque subo a las alturas. Te parecerá una tontería, pero para mí ha sido un drama.

P. ¿Se siente identificado con la etiqueta de clase obrera?

R. Pues claro que sí. Pero porque yo lo sigo siendo, igual que toda mi familia. Meto más horas que nadie, viajo, me esfuerzo, me duele todo el cuerpo porque debo estar en forma para ofrecer buena calidad en mis conciertos. Yo sigo siendo un trabajador nato: un autónomo que lucha, que las ha pasado canutas en la pandemia, a quien nadie le ha regalado nada ni tiene un apellido noble ni un sueldo vitalicio ni ayudas de ningún tipo. Aquí o curro o se acabó.

P. ¿Le ha resultado muy difícil pasar del registro de cantante al actoral?

R. Yo había hecho cameos haciendo de mí mismo en series, pero eso es muy diferente meterte en el papel de otra persona, por eso hoy te he saludado diciendo: “Hola, al habla Sam Wheat”. Mi idea es que en este trabajo la gente a medida que vaya pasando la historia se olvide de quién soy yo y vea a otro personaje. No a David Bustamante, sino a Sam Wheat.

P. Se ha publicado que Patrick Swayze nunca necesitó dobles porque tenía un físico portentoso. ¿Ha llegado a ser una obsesión para usted cultivar su cuerpo?

R. Hago mucho deporte, sí, pero ya no es como cuando tenía veintitantos que lo hacía por lucir palmito. Ahora es por salud mental: para mí es la mejor terapia contra el estrés y la ansiedad. Esta misma mañana me he levantado, he practicado media hora de TRX y eso me hace ser más rápido, más lúcido y mejor, mejor. Las endorfinas son lo mejor del mundo.

P. ¿Y nunca ha ido a terapia de verdad?

R. Sí, y debería ir todo el mundo. Hay ciertos momentos en los que tu vida sufre cambios drásticos y acudir a un profesional es totalmente positivo. Están ahí para ayudarte a encontrar el fondo de los problemas. Hace mucho bien.

P. ¿Cuál ha sido el momento más oscuro de su vida?

R. Los meses de confinamiento fueron terribles. Corría del salón a mi habitación como un loco. Tener que aplazar una gira y estar tanto tiempo sin subir al escenario fue realmente duro, sin ver a mi gente, al público. Yo necesito estar en contacto con ellos y al final uno se vuelve adicto al aplauso sin darse cuenta. Por eso en esta profesión nadie se quiere jubilar [risas]

P. Según una encuesta, el 96% de los españoles son capaces de reconocerlo por la calle, ¿alguna vez ha llegado a generarle angustia eso?

R. A mí me gusta mucho la gente. Soy el típico que se sienta con una persona mayor, en un banco del pueblo y charla durante horas. Hay momentos cuando vuelvo a casa que si estoy rodeado de muchas personas me acabo agobiando pero entonces me voy a otra zona y ya está. Yo les entiendo porque yo cuando era niño y venía famosos al pueblo, por ejemplo, Julen Guerrero, yo hacía lo mismo.

P. Ghost es la historia de una pareja cuyo amor sobrevive, digamos, a la muerte. ¿Cree que existe eso?

R. Sí, desde luego. Pero el mensaje más claro y el que más me interesa de esta historia es que muchas veces posponemos decir lo importante y no sabemos qué va a pasar mañana. Coge el teléfono, llama y dile a esa persona te quiero. Coge esa botella de vino bueno que compraste para un momento especial y tómatela ya. Muchas veces somos muy orgullosos y nos cuesta decir las cosas. Yo acabo de perder a alguien muy querido para mí y lo sé bien.

P. ¿Usted diría que ha aprovechado mucho su tirón como cantante para ligar? ¿Ha sido un Julio Iglesias?

R. ¡A Julio Iglesias no le llega nadie a la altura de los zapatos! Yo he sido siempre coqueto, me gusta ser galán y seducir. Forma parte de mi personalidad desde pequeño. Cantar me abrió muchas puertas en la adolescencia y a posteriori pues aún más. Pero no me he aprovechado. De hecho cuando algo me viene regalado deja de gustarme. Soy una persona que necesita conquistar, ese trabajo, ese tú a tú. Cuando por ser quien eres se te acercan y se te regalan, dejan automáticamente de tener algún interés para mí.

P. ¿Pero con la edad se ha vuelto menos “romántico”?

R. No, nunca, nunca. Yo soy muy romántico y no me importa ser cursi. El amor me parece el motor del mundo. A mí me encanta ser detallista y vivir como en una comedia romántica. Ese es mi ideal de vida.

P. Y ahora cuando escucha a las feministas desmitificar el amor romántico, ¿qué opina?

R. Bueno, que cada uno tiene sus gustos, pero igual que respeto yo de los demás, tienen que respetar el mío. El amor romántico también puede ser de vuelta, ¿eh?

P. ¿Cuál es el mayor gesto romántico que alguien ha tenido con usted?

R. Pues hace poco alguien vino de un país muy lejano para verme en un concierto que para mí era muy importante. Cuando entró en el camerino me cogí una llorina que no veas. De hecho tardé cinco minutos en poder salir al escenario.

P. ¿Y recuerda cuando fue la última vez que lloró?

R. Ayer en los ensayos. Fue mágico porque al verme a mí mis compañeros se contagiaron. La despedida de la obra es una catarsis total.


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