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David Knox (Mercer): "España tiene dos opciones: bajar las pensiones o retrasar la jubilación"


El índice global Melbourne Mercer analiza los sistemas de pensiones de 37 países en los que viven dos tercios de la población mundial. Se trata de un análisis de 40 indicadores que reflejan las bondades o defectos de los sistemas en tres materias: suficiencia, sostenibilidad y gobernanza o gestión. España no salía bien parada en este ranking en 2019 –sobre todo en cuanto a la sostenibilidad financiera de su sistema público de pensiones–. Los datos de este indicador correspondientes a 2020 se conocerán mañana y todo apunta a que la ausencia de reformas ha impedido la mejora de esta cuestión. Uno de los autores de este ranking es el socio sénior y experto en pensiones de Merce, el australiano David Knox, quien conoce los problemas del sistema español y urge a solucionarlos a través de una reforma que considera urgente y que, en cualquier caso, debe contar con un respaldo político para que sea eficaz, opina.

España ocupaba hasta ahora un nada honroso puesto 24 en la edición de 2019 del índice Melbourne. ¿Cuál es el principal riesgo actual del sistema de pensiones español?

El principal riesgo es, sin duda, su sostenibilidad financiera. El sistema español está muy afianzado en su primer pilar, el de las pensiones públicas, pero con el envejecimiento de la población se está volviendo muy costoso. Respecto a la suficiencia de las pensiones, España no tiene ningún problema; y respecto a su gestión, aunque siempre se puede mejorar, tampoco. Lo que tira a la baja en su evaluación global son precisamente los riesgos en su sostenibilidad financiera.

Según eso, ¿los riesgos vienen solo por la parte demográfica y el envejecimiento poblacional?

No. Otra de las causas de esta situación es el pequeño tamaño del segundo y el tercer pilar [los planes de pensiones colectivos suscritos en el seno de la empresa y los individuales]. Todo buen sistema de pensiones tiene un buen equilibrio entre los tres pilares: el público, el privado colectivo y el privado individual. Lo que busca un sistema de pensiones ideal es la diversificación: no se pueden poner todos los huevos en la misma cesta y España los tiene todos puestos en las pensiones públicas.

¿Qué opciones tiene España entonces para hacer sostenible su sistema?

El dilema es cómo hacerlo sostenible y tiene dos opciones, reducir las prestaciones o retrasar la edad de jubilación, ya sea la real o la legal. Hay que aplazar el momento del retiro porque se va a vivir más años.

¿Cree por lo tanto que ahondar en las reformas paramétricas del sistema (edad de jubilación, años que se tienen en cuenta para calcular la pensión…) sería suficiente?

No sería suficiente pero ayudaría. Dado el problema de envejecimiento hay que actuar en varios frentes. Hay que procurar que la gente trabaje durante más años y ahí se plantean los ajustes en la edad de jubilación. A la vez, hay que adelgazar la parte pública e incrementar sobre todo el pilar de planes colectivos de pensiones. Y esto no significa que se vayan a recortar las pensiones sino que se debe iniciar un camino hacia ese reequilibrio. Para esto último lo más importante es educar a la población, a los medios de comunicación… El ejemplo lo tenemos con el cambio climático, para frenarlo los Gobiernos de todo el mundo están ofreciendo datos del problema y la gente lo acepta. Los políticos españoles deben advertir de que si se quieren mantener los estándares de vida los próximos 20 años algo hay que hacer con las pensiones.

Las dos soluciones que propone son que los españoles se retiren más tarde y que se generalicen los planes colectivos. ¿Qué medidas adoptaría para hacer esta reforma y cuánto tardaría en implementarse?

Para prolongar la vida laboral hacen falta medidas gubernamentales y empresariales. El sistema necesita ser más flexible con los mayores que pueden querer trabajar a jornada parcial o solo los inviernos. También sería buena la flexibilidad para elegir el momento del retiro total, porque las prejubilaciones son muy tramposas, aunque no me opongo a ellas. Algunos de los países que mejor lo están haciendo son los que, de alguna manera, ligan la edad de jubilación a la esperanza de vida. A medida que se vive más, se va ajustando el retiro. Aunque no debe ser proporcional: si la esperanza de vida aumenta un año, la edad de jubilación se retira seis meses, por ejemplo. Holanda e Italia han introducido estos ajustes automáticos, que son muy útiles porque están al margen de presiones políticas. Mientras que para generalizar los planes privados de empleo en las empresas España podría emular al Reino Unido, donde los trabajadores se adscriben de oficio a un plan colectivo de pensiones con la posibilidad de renunciar a ello, y luego en la práctica casi nadie se sale. Los trabajadores deberían asumir destinar, por ejemplo, el 2% de su salario a un plan de pensiones. En cuanto al tiempo, cualquier implantación por debajo de los diez años propicia rentas muy bajas.

¿Benefician estos planes a las empresas? Si no es así, ¿cómo fomentarlos?

Podrían ser beneficiosos pero no tiene por qué ser así. Hacer que las empresas pongan lo mismo que los trabajadores es algo que puede atraer el talento o retenerlo en la compañía. Esto puede ayudar pero lo primordial es dar a los trabajadores más flexibilidad para adaptar su trabajo a las puertas de la jubilación.

Pese a todas estas advertencias y recomendaciones de expertos y organismos internacionales, España sigue sin reformar su sistema…

En cualquier reforma de pensiones lo importante e empezar. No se trata de empezar con fuerza, hay que intentar no dañar a los trabajadores próximos a la jubilación ni a los que ya son pensionistas. Lo que hay que hacer es mandar señales a los trabajadores en activo, aunque la reforma en sí empiece en 5, 10 o 15 años. Antes de empezar a andar hay que gatear, y el problema con el sistema español es que aún no se está si quiera gateando. Australia lleva 20 años reformando el sistema y se necesitan 30 o 40 para alcanzar la madurez de un sistema. Los políticos tienen que reconocer que es una jugada a largo plazo, pero desgraciadamente la mayoría de ellos opera en el corto plazo. Es una carrera de fondo, para los próximos 20 o 30 años, no para la próxima semana y debe dar igual el color de los Gobiernos de cada momento. Lo primero es que los líderes políticos reconozcan el problema y lo pongan en su agenda.

En España está en la agenda, pero los políticos no acuerdan qué reforma hace falta y, cuando un Gobierno hace cambios, llega el siguiente y los anula…

Podría ayudar establecer un grupo de trabajo de expertos que dé a los Gobiernos un programa sobre el que empezar la reforma.

Eso ya lo ensayó el Gobierno del PP en 2013 y no funcionó…

Pues no creo que España sea comparable, pero mira Grecia, su sistema era insostenible y pagaron el precio. Es el momento de empezar a hacer la reforma en España, y hacerlo educando a la gente sobre la necesidad de cambiar las cosas. Y así el Gobierno no tendrá excusas.


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