Nico Fernández, en su debut en la Liga española, logró en apenas nueve minutos lo que los jugadores del Athletic han sido incapaces de conseguir en los más de 180 que se llevan disputados esta Liga en San Mamés. La acción del lateral izquierdo argentino, eso sí, fue involuntaria. El centro raso y potente de Berenguer con destino a los hermanos Williams era difícil de despejar. Su intención, claro está, no era batir a su portero, pero lo batió.
La importancia de los buenos pases. Las estadísticas decían antes del arranque de esta jornada que el de Valverde era el equipo del campeonato que más centros realizaba sobre el área rival. La calidad de los mismos, eso sí, quedaba fuera del análisis meramente cuantitativo.
Un gol en propia y otro vía VAR. Una acción que en directo, sobre la marcha, nadie había apreciado. La repetición de las imágenes, sin embargo, vino a dejar claro que Roco había cometido un claro penalti sobre un Nico Williams al que más de uno había llamado poco antes “chupón” o algo similar. Luego, este mismo instrumento, a punto estuvo de restar validez a la obra de arte futbolística del pequeño de los hermanos por un acción previa. No hubiese sido justo. !Menudo golazo!
Desde la sala VOR tampoco se consideró penalti una caída de Gumbau tras un contacto con Dani García y se invalidó un tanto a Muniain por fuera de juego, por milímetros, de Berenguer. Todo ello en el primer tiempo. A nadie le extrañó, por tanto, que el colegiado añadiese posteriormente siete minutos más del tiempo reglamentario antes de señalar el descanso.
Un gol en 270 minutos en casa y ocho en 180 a domicilio. Lo del Athletic no es normal. Ni dentro, ni fuera. Bromeaba Valverde el sábado en la sala de prensa de Lezama indicando que mejor cuatro 0-1 que un 0-4 (refiriéndose a la visita al Cádiz). La cosa, visto lo visto en la calurosa tarde de ayer en suelo alicantino, ha ido a peor porque los leones volvieron a meter cuatro en Elche, pero recibieron uno. A este paso…