En el Villarreal CF, como en cualquier otro equipo, son dos los hombres que tienen derecho a lucir brazalete los días de partido: Raúl Albiol, capitán sobre el terreno de juego, y el delegado Xisco Nadal en el banquillo. Pero a diferencia del resto de rivales de LaLiga Santander, los castellonenses son los únicos donde el primero, el futbolista, es más veterano que el segundo. ¿Cómo se explica la irrupción de un treintañero en una función con una media edad de 52 años esta temporada y que requiere de veteranía para lidiar en momentos de nervios en el campo con jugadores, árbitros y hasta aficionados?
Antes de convertirse en el delegado de menor edad de la máxima categoría para organizar el día a día de la plantilla, Nadal (Palma, 1986) ya había batido otros récords de precocidad. En 2003, con 16 primaveras, su primera diana vestido de groguet le situó como el goleador más joven de la historia, mérito que hoy ostenta el camerunés Fabrice Olinga. Y en 2011, con apenas 25 años, dijo adiós a la élite, explica, desilusionado con una profesión que ya no le divertía y cansado de la distancia con los suyos tras encadenar mudanzas a Soria, Alicante, Granada o Valencia. Rescindió su contrato con el Levante UD y se marchó al Alqueries de la Regional Preferente, al lado de casa, en Vila-Real.
Poco tiempo después, en 2014, su nombre casi había quedado en el olvido para la mayoría de futboleros. Pero no el club de su vida. Mientras seguía jugando alejado de los focos, allí le ofrecieron un puesto como entrenador asistente. Primero en el cadete, luego en el juvenil y más tarde en el filial. Hasta que en 2018, uno de los compañeros con los que había compartido vestuario cuando era una promesa, Javier Calleja, le propuso que se convirtiera en el delegado de una primera plantilla que en ese momento él dirigía. Un puesto que aún ocupa y en el que ha logrado aquello que se le escapó hace casi dos décadas, cuando aún era un chaval: consolidarse en el equipo que lo había formado y en el que su padre había sido futbolista.
“No me arrepiento de nada y volvería a repetir el mismo camino sin dudarlo. La vida del futbolista es más dura de lo que parece y yo ahora soy muy feliz viviendo el fútbol desde otra posición”, confiesa al teléfono.
Dentro del vestuario cree que el hecho de compartir generación con muchos miembros de la plantilla le ha ayudado a ganar cercanía con ellos. “Estamos todo el día juntos. Me siento uno más”, cuenta. Su misión, especialmente entre semana, pasa muchas veces por poner un poco de orden en la vida de los jugadores: de garantizar que todos pasan los rutinarios test para el covid a organizar las comidas y charlas técnicas o incluso planificar los desplazamientos, una misión para la que cuenta con la ayuda de un grupo de WhatsApp donde el resto de compañeros de profesión comparten consejos para elegir los hoteles.
Los días de partido, revela, es el primero en llegar al estadio. También es el primero en conocer la alineación del contrincante, “aunque se la paso directamente al entrenador, que es quien debe estudiarla”, bromea. A veces, si hay confianza, incluso comparten los onces por teléfono con su homónimo antes de entregarlos al colegiado, algo más de una hora antes del pitido inicial. Nada de hojas impresas o libretas manuscritas en una función que la tecnología ha cambiado por completo: ya no hay revisión de fichas a la antigua usanza, tampoco entrega de las actas al final del partido, ahora digitalizadas, y ni siquiera se dan las típicas charlas previas con el árbitro en las que se solía dirimir qué camiseta era la más indicada para que nadie se confundiera con el color de las equipaciones. La decisión queda tomada ya entre semana gracias a Kit Selector, una plataforma digital creada por LaLiga. En la caseta arbitral su episodio más memorable fue quizá la decisión de aplazar el partido del pasado diciembre en Bérgamo contra el Atalanta por culpa de una nevada, aunque asegura que resultó sencillo llegar a un acuerdo tanto con el colegiado como con el delegado contrario.
Antes también solía acompañar al cuarteto arbitral desde su llegada al campo, en la media parte y el final del partido, pero ahora asume más este rol el delegado de campo, Luis Jiménez. Durante los noventa minutos, en el banquillo, una de sus funciones principales es trata de rebajar el nerviosismo con el que se viven los partidos en el terreno de juego.
Pese a que algunos compañeros de profesión le doblan en edad, Nadal encaja a la perfección con el perfil de delegado. Exfutbolistas como él son los que ocupan el cargo en 14 de los 20 equipos de LaLiga Santander. También hay otros ex, como el exentrenador José Antonio Gómez, del Levante UD, o exárbitros como Mejuto González, del Getafe CF. Más raros son los casos como el del mítico Carles Naval, que pasó de tener un puesto de administrativo a ser el otro hombre que lleva la cinta de capitán en los partidos del FC Barcelona desde hace ya más de 30 temporadas.
En cualquier caso, a todos se les presupone un cierto grado de veteranía, de conocimiento del club y del fútbol y de conexión con una hinchada de la que algunos fueron ídolos. Y en eso también cumple Nadal, que es muy querido entre los aficionados de Villarreal CF porque a principios de los dosmil fue uno de los primeros canteranos en debutar en la máxima categoría junto a Héctor Font, con el que era amigo desde el colegio, en una época en la que el submarino amarillo se empezó a colocar entre los grandes del fútbol español. Para él, mallorquín de nacimiento pero criado desde pequeño en Vila-Real desde que su padre fichara por el equipo local, es todo un orgullo ver la progresión de una institución que la temporada pasada alzó su primera Europa League.
“Si has pasado por el club, aquí siempre eres bienvenido y te dan una oportunidad. No conozco a nadie que no se haya sentido a gusto y esto es gracias a que los propietarios [los Roig] cuidan esto como si fuera una familia”. Eso sí, tras ser papá por primera vez hace menos de un año no tiene tan claro que vaya a haber una tercera generación de los Nadal sobre el césped del estadio de la Cerámica. “Sea futbolista o no, lo primero que le aconsejaré es que intente ser feliz”.
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