El Reino de León vivió la gloria más grande y el fracaso también muy grande en un espacio de poco más de 100 metros. Esa es la distancia que separaban las salidas del estadio de los jugadores de la Cultural Leonesa y los del Atlético de Madrid. Se podía adivinar dónde estaba la gloria, la fiesta por los gritos de jugadores y aficionados del equipo leonés.
Allí, todo eran cánticos de alegría con Lucas Giffard, el meta de la Cultural como gran protagonista. “¡Lucas, Lucas, Lucas!” fue el cántico de la noche para los jugadores y aficionados del equipo leonés. No era para menos porque él fue el artífice de la eliminación del Atlético de Madrid. El portero se convirtió en un muro contra el que se estrellaron todos los jugadores rojiblancos.
Unos futbolistas que salían por un portón grande, al lado del autocar oficial del equipo. Allí también había aficionados. De la Cultural y del Atlético de Madrid, seguidores bastante numerosos en el duelo de León. El objetivo era tener un autógrafo, hacerse una foto con los jugadores y Simeone. El ambiente no estaba para ninguna fiesta y un veterano seguidor de la Cultural le reprochó a unos jóvenes seguidores del equipo leonés que se estaban burlando del Atlético. “Hay que saber perder y sobre todo ganar. Ya tienen bastante como para que encima te burles de ellos”, le decía este veterano a uno de esos jóvenes que después fueron como locos a por una foto con Saúl.
Saúl, ovacionado
El centrocampista fue el único que se paró con los aficionados de los dos equipos para hacerse fotos, firmar autógrafos y lo que fuese. Estuvo un buen rato sin dejar de atender las peticiones. Se ganó la mayor ovación de la noche para un rojiblanco en la noche negra de León.
El resto de sus compañeros fueron saliendo con la cabeza baja y directos al autocar sin atender a nadie. El último en salir de la zona del Atlético fue Simeone que también fue reclamado por los aficionados, pero el argentino se marchó directo al autocar. Caras serias en el vehículo, empezando por la del entrenador, que llevó al equipo al aeropuerto desde donde volaron a Madrid.
Mientras tanto, en la zona de la Cultural, seguía la fiesta por todo lo alto y que tuvo la complicidad de algún que otro maquinista de los trenes que pasan por al lado del estadio que no dudó en hacer sonar el silbato del tren cuando pasó por delante del Reino de León.
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