Regragui preparó el partido para que Marruecos defendiese en campo propio el tiempo que hiciese falta e intentar contragolpear con alguno de sus tres delanteros. Para España, balón y campo pero no la ansiada profundidad.
Era el mayor problema porque toda la elaboración chocaba con el omnipresente Amrabat o con la expeditiva línea defensiva marroquí. Se jugaba en campo rival con la desagradable sensación, físico-táctica, de estar enjaulados. Sólo un gran pase de Jordi Alba a Marco Asensio, con zurdazo final al lateral de la red de Bono, salvó limpiamente la resistencia. Luis Enrique apostó por Asensio para dejar sin marca al capitán Saïss y Aguerd, los centrales de Marruecos.
El duelo tenía bravura en las disputas y varios jugadores que destacaban: Rodri y Laporte instalados en medio campo, Alba y Pedri asociándose para vencer a Ziyech y al lateral Hakimi. Pero la debilidad estaba en la otra banda, la de Ferran Torres. El extremo lo intentó por donde más piernas había en vez de explotar el lado izquierdo de Mazraoui. Era fintar por dentro para salir por fuera cada vez que estaba en disposición de hacer el uno contra uno.
Pasó el tiempo, llegaron los primeros cambios y Nico Williams sí sacó rentabilidad externa. Pero a los pocos minutos, Mazraoui fuera, dentro Artist-Allah. Se había salvado Marruecos porque no llegó el centro perfecto de Nico para Morata.
España no podía romper la jaula, llegamos al 90’, nos salvó Unai Simón en la prórroga (ante Cheddira) y Lucho metió en juego a Sarabia para utilizarlo en los penaltis. Al final, el delantero casi la clava en la última del partido. En los penaltis, Bono salió a hombros.