Para quienes disfrutaron de la gloria ochentera de la Real, la segunda Liga es, probablemente, la hermana pobre de las dos consecutivas logradas en las temporadas 80/81 y 81/82. Cualquier persona que estuvo en Gijón te dirá que aquello no tiene parangón. Fue la primera, se logró en el último minuto, con miles de guipuzcoanos en las gradas de El Molinón…
Pero la segunda goza de la exclusividad que le otorga el hecho de ser el único gran título (aunque poco después, el 28 de diciembre de 1982, se celebraría la Supercopa en Atotxa) conquistado en Donostia. Fue también el primero de los dos conseguidos frente al Athletic y sigue siendo la última Liga que adorna las vitrinas realistas. Quizá por ello la miraba con nostalgia Peio Uralde cuando la cogió del rincón en el que lucen los trofeos conseguidos por el club, que hoy en día está en el túnel de vestuarios de Anoeta. Hoy cumple 40 años ese precioso galardón.
14 goles esa temporada
El gasteiztarra es una de esas figuras que aparecen más ligadas a ese segundo título que al primero. Si bien el delantero ya fue importante en la conquista de la Liga en la 80/81, en la segunda ganó galones con la marcha de Idigoras y enchufó 14 ‘txitxarros’, superando incluso a Satrústegui (13), pese a jugar de extremo. Cuatro de ellos, además, resultaron trascendentales al llegar en las últimas cinco jornadas, en las que la Real remontó cinco puntos al Barcelona y uno al Real Madrid para volver a cantar el alirón en la última jornada frente al Athletic.
Los txuri urdin venían da ganar la Liga por lo que arrancaron el curso 81/82 con la vitola de favoritos. El derecho de retención, que permitía a clubes como la Real mantener en sus filas a jugadores top como Arconada, Zamora, Satrústegui o López Ufarte, hizo Ormaetxea tuviera en sus filas casi a la misma plantilla, con la citada excepción de Idigoras.
Uralde recuerda que “empezamos bien la temporada tanto el equipo como yo. Con una victoria al Madrid y ganando los primeros partidos fuera de casa”. Pero transcurridos los primeros ocho partidos, el delantero se lesionó. “Me rompí la clavícula y estuve un mes parado”. Su salida del equipo coincidió con un bajón a domicilio. En Atotxa se mantenía fuerte la Real, pero desde la jornada 8 a la 30 sólo logró vencer en Gijón en sus salidas.
Mestalla: triunfo clave
Con esa errática trayectoria lejos de Atotxa llegó el desplazamiento a Valencia: la Real estaba a cuatro puntos del Barcelona. Era la jornada 31 y el conjunto blaugrana había perdido la víspera en El Sadar. Era la gran oportunidad y también la última. Si los txuri urdin ganaban, se reenganchaban a la lucha por el título, ya que había un Madrid-Barcelona por jugar en las últimas jornadas. “Perico Alonso siempre dice que la Liga la ganamos allí”, recuerda Uralde. La Real logró la victoria en el último minuto gracias a un gol del alavés, que anunciaba que los de Ormaetxea habían recuperado su mejor versión en el momento decisivo. “Era un partido que teníamos que ganar y tuvimos cierta fortuna para lograr esa victoria y depender prácticamente de nosotros mismos porque el Barça tenía que jugar en Madrid”. La semana siguiente, de vuelta a Atotxa, otro gol de Uralde (y otro de Satrústegui) permitió superar a un correoso Espanyol (2-1).
Quedaban dos jornadas. Osasuna-Real y Madrid-Barça, en la penúltima; y Real-Athletic y Barça-Betis, en la última. ¿Se imaginan las suspicacias que levantaría hoy en día ese final con dos derbis en los dos últimos partidos? Entonces también lo hizo: “Siempre ha habido suspicacias. De hecho, unos años después se prohibieron los derbis en las últimas jornadas. Pero en realidad no hubo nada de nada”. El empate a cero en El Sadar permitió a la Real llegar al encuentro ante el Athletic en Atotxa de la última jornada ostentando el liderato, ya que llegó acompañado de la derrota culé en Chamartín.
Uralde recuerda interminables las horas que transcurrieron hasta que aquel histórico derbi. “La ciudad estaba volcada, había un gran ambiente de fútbol, pero nosotros lo que queríamos era que el balón empezara a rodar cuanto antes”.
Sarabia marcó y quería más
Zamora y López Ufarte, en el 57’ y el 64’ pusieron por delante a la Real antes de que Sarabia pusiera el nudo en la garganta de todos los presentes en Atotxa con un gol en el 87. Pero Uralde asegura que no llegaron a temer por el título, pese a que el Athletic no se limitó a ser un convidado de piedra: “Con los años recordamos cómo fue Sarabia corriendo a por el balón después de marcar. Y es que cuando estás en un campo, hasta en un entrenamiento con los amigos, lo que quieres es ganar”. Tras el gol, “no apretaron mucho. Apenas quedaban unos minutos y no tuvieron ninguna opción”. Y se desató la fiesta. “El campo estaba hasta la bandera y las celebraciones fueron una gozada. De lo más bonito que he vivido como deportista. La afición entró en el campo a celebrarlo con nosotros”, rememora Uralde.
Tras la primera Liga, ganar la segunda pareció “lo normal”, pero con el paso del tiempo “lo vas valorando más. Fíjate si conseguimos algo importante que después de 40 años me estás haciendo una entrevista”. Pasan los años y la trascendencia de estos ídolos que hicieron grande a la Real sigue vigente. El año pasado, en La Cartuja, encontraron relevo, pero a Uralde, Zamora, Satrústegui, Arconada y compañía sigue correspondiendo el honor de ser los únicos campeones de Liga de la Real y los últimos en llevarla a la vitrina. Lo hicieron el 25 de abril de 1982. Hace exactamente 40 años.