Sayed Sadaat, de 49 años, solía ser ministro de Comunicaciones del Gobierno de Afganistán. En diciembre del año pasado, se trasladó a Alemania con la esperanza de encontrar allí un futuro mejor y más seguro. Ahora, trabaja como repartidor en la ciudad de Leipzig, llevando comida a domicilio en su bicicleta. Su historia ha cobrado especial relevancia con el caos que se ha desatado en Afganistán después de la toma de poder de los talibanes y el atentado en Kabul que este jueves dejó al menos 183 muertes y 200 heridos.
Sadaat ha asegurado a la agencia Reuters que algunos de sus familiares lo criticaron por aceptar un trabajo como este después de haber servido en el Gobierno como ministro durante dos años, dejando el cargo en 2018. Pero, para él, ahora lo más importante es tener un trabajo. “No tengo que sentirme culpable por nada”, asegura el ciudadano afgano-británico, de pie con su uniforme naranja junto a su bicicleta. Hace tres años, renunció a su puesto en el Gobierno afgano debido a desacuerdos con miembros del círculo del presidente, explica. “Espero que otros políticos también sigan el mismo camino, trabajando con la ciudadanía en lugar de simplemente esconderse”.
Ahora, sus familiares y amigos también quieren salir del país, y tienen la esperanza de seguir los mismos pasos que los miles de personas que ya han conseguido escapar en los vuelos de evacuación fletados por distintos países. También se plantean intentar encontrar otras rutas. Con la retirada de las tropas estadounidenses en el horizonte, el número de solicitantes de asilo afganos en Alemania ha aumentado desde principios de año, aumentando en más del 130%, según muestran datos de la Oficina Federal de Migración y Refugiados.
A pesar de que el exministro de Comunicación afgano tiene la doble nacionalidad y podría haber elegido mudarse al Reino Unido, donde había pasado gran parte de su vida, se trasladó a Alemania a finales de 2020 aprovechando su última oportunidad para hacerlo antes del brexit. Eligió Alemania porque esperaba tener un futuro económico mejor y encontrar su sitio en algún puesto de liderazgo dentro del sector de las telecomunicaciones a largo plazo.
Pero incluso con su trayectoria en puestos públicos, Sadaat ha tenido problemas para encontrar un trabajo en Alemania que coincida con su experiencia. Tiene titulaciones en Tecnología de la Información y en telecomunicaciones, por lo que esperaba encontrar trabajo en un campo relacionado. Pero sin saber alemán, sus posibilidades de conseguirlo eran escasas. “El idioma es la parte más importante”, asegura Sadaat. Todos los días va a clases de alemán durante cuatro horas en una escuela de idiomas antes de comenzar su turno vespertino de seis horas entregando comida a domicilio para Lieferando, donde comenzó a trabajar en verano. “Los primeros días fueron emocionantes pero difíciles”, explica, y menciona el reto de aprender a montar en bicicleta con el tráfico de la ciudad. Pero se siente satisfecho: “Cuanto más sales y más gente conoces, más aprendes”.
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