El día que comenzó la invasión de Ucrania, Putin recibió en Moscú al primer ministro de Pakistán, Imran Khan. El hecho, en apariencia una coincidencia aciaga, no pasó desapercibido en la India. Pakistán, némesis desde la partición de 1947, representa, junto a China, el principal desafío para la seguridad territorial del país. La semana pasada, las autoridades chinas sorprendieron a la India al proponer una inesperada visita del ministro de Exteriores, Wang Yi, para fin de mes.
Se ha especulado bastante sobre las causas que han llevado a Nueva Delhi a abstenerse en las resoluciones de Naciones Unidas contra Rusia. ¿De qué lado se encuentra la India? “Estamos de nuestro lado”, respondió al ser preguntado Pankaj Saran, antiguo embajador de la India en Rusia, según informa The New York Times.
La estrecha relación que mantienen la India y Rusia viene de lejos. Durante la Guerra Fría, Nehru, líder sesgado del movimiento de no alineamiento, y posteriormente su hija Indira, buscaron en Rusia un contrapeso a China, Estados Unidos y Pakistán. Además de ser el principal proveedor de armas, Moscú ha vetado en varias ocasiones las resoluciones sobre Cachemira en el Consejo de Seguridad de la ONU. Y, si bien es cierto que tras el fin de la Guerra Fría, la India comenzó un acercamiento a Estados Unidos que culminó con la incorporación al Quad, lo logró sin debilitar su relación con Rusia. Este multialineamiento flexible, que en el fondo es un no alineamiento de tiempos de bonanza, se explica por la destreza de la diplomacia india, capaz de compartimentar relaciones con países antagonistas sin generar conflictos de lealtad, como es el caso de Israel e Irán, además del mencionado. Sin aspiraciones territoriales expansionistas ni pretensiones de cambiar el orden mundial, la India no es percibida como una amenaza política internacional.
Mientras seguimos con horror la guerra en Ucrania, Asia es protagonista de tenues pero significativos movimientos geopolíticos, como las visitas de Khan y Wang Yi. La declaración conjunta de Xi Jinping y Putin de febrero incluye las líneas maestras de una brújula estratégica sino-rusa: fusionar sus respectivas áreas de influencia, afianzar la presencia en Eurasia y el Indo-Pacífico y prevenir la presencia de EE UU en la región. Una coalición formidable que engloba la dimensión continental y la oceánica, las tesis de Mackinder y Spykman. En este contexto, la India despunta como un actor clave. Lo demuestra el llamamiento a reforzar la cooperación Rusia-India-China de la declaración conjunta. Dada la buena sintonía entre Rusia y la India, China y Pakistán, se trataría de aprovechar las sinergias cruzadas para limar diferencias. La guerra de Ucrania propicia un realineamiento mundial que en Asia resulta patente. Por su talante no alineado, en un contexto de posguerra fría, la India ha podido compartimentar sus ecuaciones de poder. En el nuevo escenario, tendrá que decidir hacia qué lado quiere inclinarse. @evabor3
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