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Declaran culpable a ‘La Diablita’ por la espantosa muerte de cuatro jóvenes a manos de la MS-13


La presunta ‘devota’ de la temida pandilla MS-13 conocida como ‘La Diablita’ podría pasar la vida en prisión después de que un jurado la halló culpable el lunes por su participación en la muerte de cuatro jóvenes exactamente cinco años después del día en que el crimen conmocionó a los habitantes de Long Island y de todo el país. 

El veredicto en el juicio federal de Leniz Escobar, de 22 años, se produjo a menos de cuatro horas de deliberaciones en el juzgado federal cerca del parque Central Islip, donde la policía descubrió los cuerpos mutilados de las víctimas cerca de una cancha de fútbol.

Los fiscales dijeron que Escobar fue tanto el “carnada” que atrajo a las víctimas como un “autor intelectual” que ayudó a tramar el asesinato cuádruple, lo que la policía describió como uno de los asesinatos más espantosos en la historia del condado de Suffolk.

Los fiscales federales señalaron que Escobar atrajo a las víctimas a su trampa mortal y la describen como la incitadora de los horrendos asesinatos a punta de machete.

Escobar, quien tenía 17 años cuando habría tramado la masacre, había dicho que solo era novia de un miembro de la pandilla y que fue víctima de un robo en el lugar de los asesinatos antes de que pudiera escapar con su entonces amiga Keyli Gómez, quien testificó en su contra.

Una cámara de vigilancia captó el incidente mortal.

Las víctimas fueron identificadas como Jorge Tigre, de 18 años y residente de Bellport; Justin Llivicura, de 16 años y residente de East Patchogue; Michael López, de 20 años y residente de Brentwood; y el primo de López, Jefferson Villalobos, de 18 años, de Pompano Beach, Florida.

Los fiscales argumentaron que Escobar, basándose en publicaciones en las redes sociales, afirmó que los cuatro jóvenes y Elmer Artiaga-Ruiz, ahora de 22 años y único sobreviviente, eran miembros de la pandilla rival 18th Street o le habían faltado el respeto a la MS-13 en fotos.

Pero las familias de las víctimas y el único sobreviviente han negado que alguno de los asesinados perteneciera a una pandilla.

Según los testigos, Escobar mostró las fotos a los líderes de la MS-13 y ayudó a tramar la masacre antes de que ella y su amiga Keyli Gómez atrajeran a Artiaga-Ruiz y sus amigos a una zona boscosa apartada, esto con la promesa de que fumarían marihuana, según funcionarios federales.

Artiaga-Ruiz dijo ante el estrado que escapó corriendo y saltando una cerca. Más tarde llevó a la policía hasta los cuerpos de las víctimas.

Los fiscales sostienen que Escobar era una “asociada devota” de la MS-13 que tramó el asesinato de las víctimas para mejorar su posición dentro de la pandilla.

Sin embargo, la defensa de Escobar señaló en los argumentos finales que su cliente no era miembro de la pandilla, pues el grupo criminal solo acepta a hombres como miembros.

La defensa también sostuvo que la entonces adolescente obtuvo protección de la pandilla porque era novia de un miembro de alto rango de otro subgrupo de la MS-13.

La evidencia en el juicio incluyó llamadas telefónicas grabadas en la cárcel que Escobar le hizo a su entonces novio un día después de los asesinatos. Según las grabaciones, La Diablita dijo que “cuatro personas tomaron el tren” y “nunca regresarán”, lo que los fiscales dijeron que era una conversación codificada que equivale a una confesión.

Pero la defensa sostuvo el miércoles que si bien las llamadas suenan “mal”, en realidad fueron un intento de Escobar de mostrar fuerza en un momento en que estaba aterrorizada para que ella misma no fuera objeto de muerte por lo que había presenciado.

Según las reglas de la MS-13, los asesinatos habían sido “autorizados previamente” por los líderes de la pandilla, dijeron los fiscales, y los participantes de la carnicería podían ganar membresía o ascender en las filas de la organización.

Keyli Gómez testificó que admiraba a Escobar por su posición dentro de la pandilla y que participó en los asesinatos porque también quería conseguir respeto.

Escobar se declaró no culpable de los cargos de extorsión en las cuatro muertes en 2017 que los fiscales describieron como “un horrible frenesí de violencia” con machetes, cuchillos y ramas de árboles en un parque de Central Islip.

Según Artiaga-Ruiz, Escobar fue responsable de elegir el lugar en el bosque y les mostró a los jóvenes cómo llegar. Dijo que estaban fumando marihuana cuando un grupo de siete a nueve pandilleros atravesó una cerca muy profunda en el bosque con machetes y sudaderas que cubrían sus rostros.

Gómez afirmó que tanto ella como Escobar fingieron sorpresa y simularon ser víctimas del ataque.

Artiaga-Ruiz declaró que se levantó mientras los demás estaban arrodillados, saltó sobre un árbol caído y luego sobre una cerca para escapar, donde había dos pandilleros que lo persiguieron, pero pudo aun así logró escapar. Luego, acudió a la policía y se mudó de Long Island a otro estado unos días después.

MACABROS DETALLES

Una de las víctimas la emboscada orquestada trató de comunicarse con la presunta pandillera mientras yacía en su propia sangre en un parque de Central Islip en abril de 2017, según testigos.

La entonces adolescente de 17 años sonrió con extrema frialdad mientras observaba cómo se extinguía la vida del cuerpo del joven que atrajo a su trampa mortal, testificó Keyli Gómez, miembro de la MS-13 y entonces amiga cercana de Escobar.

“Michael [López] se disculpó con Leniz y le tocó el brazo”, recordó Gómez, ahora de 21 años, testigo en la corte federal en Central Islip. 

“Nada. Ella solo sonrió”, respondió Gómez cuando la fiscal Megan Farrell le preguntó sobre la reacción de Escobar. 

“Ellos [los pandilleros] les decían [a las víctimas] que se debía respetar a la Mara”, dijo Gómez. 

La testigo del gobierno dijo que ella y Escobar se arrodillaron y “fingieron” ser víctimas también.

Los fiscales federales han dicho que Escobar, que era novia de un miembro de alto rango de la MS-13, convenció a los cinco jóvenes de ir con ella a fumar marihuana a una zona apartada en un parque de Central Islip, donde esperaba la pandilla lista para matarlos.

Los fiscales dijeron que Artiaga Ruiz, quien había publicado fotos en las redes sociales haciendo señas de pandillas, no era miembro de un grupo en específico, pero publicó las fotos en un intento por obtener una atención favorable.

Gómez fue arrestado en Carolina del Norte meses después de los asesinatos y finalmente accedió a cooperar con las autoridades federales. Se ha declarado culpable de su papel en los asesinatos y está a la espera de sentencia.

“Mientras estaba bajo una enorme cantidad de estrés y presión, Keyli hizo muy bien al testificar con la verdad sobre su papel en esta conspiración cuando tenía 16 años”, dijo el abogado de Gómez, Anthony LaPinta. 

SUS RAZONES PARA PERPETRAR LOS CRÍMENES

Gómez testificó bajo un acuerdo de cooperación con los fiscales federales. Dijo que ella y Leniz Escobar se reunieron con pandilleros en el estacionamiento de una tienda de delicatessen aproximadamente una semana antes de los asesinatos y les mostraron las fotos de Artiaga Ruiz, el único sobreviviente del ataque.

Gómez dijo que esperaba ganarse el “respeto y la confianza” de la MS-13.

“Ella ayudó a la pandilla sacando a los niños para que los mataran”, dijo Gómez, refiriéndose a Escobar.

Gómez, que tenía 16 años en el momento de los asesinatos y actualmente está encarcelada en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, parecía nerviosa mientras testificaba, mordiéndose el labio inferior en ocasiones.

Fue idea de Escobar, según Gómez, mostrar las fotos a los pandilleros.

Esto resultó en un plan tramado por el grupo para matar a Artiaga Ruiz, que era percibido como miembro de la pandilla rival 18th Street.

Escobar estaba “enojada” por las fotos y dijo que “lo iban a tomar como una falta de respeto a la pandilla”.

Gómez, quien se declaró culpable de su papel en los asesinatos y su intento de encubrimiento del crimen, también describió cómo obstaculizó la investigación de los asesinatos.

“Borré mensajes de mi teléfono y ayudé a Leniz a esconder una sudadera… porque tenía sangre de la víctima”, dijo Gómez.

DETALLES DE SU VIDA

Gómez dijo que se mudó con su padre a Central Islip desde su natal El Salvador cuando tenía 12 años. La expandillera narró que conoció a Escobar unos tres o cuatro meses antes de los asesinatos, pero ambas hablaban todos los días y pasaban el rato con frecuencia.

Gómez testificó que admiraba a Escobar porque los miembros de la MS-13 “la respetaban y confiaban en ella”. Si bien era amiga de algunos miembros de la MS-13, incluido Josué Portillo, quien se declaró culpable de su papel en los asesinatos, dijo que no disfrutaba del mismo nivel de confianza de la pandilla que Escobar.

Cuando la fiscal federal adjunta Megan Farrell le preguntó sobre el comportamiento de Escobar cuando salían con pandilleros de la MS-13, Gómez respondió: “um, emocionada, llena de energía”.

“Ella solía hablar como ellos”, dijo Gómez sobre Escobar.

Gómez dijo que le presentó a Escobar a Artiaga Ruiz, a quien se refirió como “Alex” aproximadamente un mes antes de los asesinatos.

“Leniz me dijo que mantuviera los ojos bien abiertos por si Alex… como si hubiera algo sospechoso en él”, dijo Gómez, quien dijo que los dos coqueteaban entre ellos.

Gómez testificó después de que otro testigo colaborador, David Antonio Gaitán Rivera, de 23 años y miembro admitido de la pandilla MS-13, estaba involucrado de “manera sexual” con Escobar mientras estaba encarcelado su novio, Jeffrey Amador, un miembro de alto rango de la pandilla MS-13 conocido como “Cruel”.

“Ella [Escobar] y Keyli estaban llorando y gritando y fingiendo que no sabían lo que estaba pasando allí” mientras las víctimas eran golpeadas con bates y machetes, dijo Gaitán Rivera.

Gaitán Rivera no estuvo involucrado en los asesinatos del parque Central Islip, pero testificó que era cercano a Escobar.

Parte de la sangre de una de las víctimas “le había salpicado la cara y la boca”, dijo Gaitán Rivera sobre Escobar, y agregó que ella le dijo que “la sangre que se le había metido en los labios, ella la había lamido”.


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