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Del odio a los Pistons al caos de Rodman: los mejores momentos de ‘El último baile’


El prime time en Estados Unidos manda, y el documental El último baile de Michael Jordan ha transformado las mañanas de los lunes de confinamiento a los amantes del baloncesto. Después de la explosión de audiencia en su estreno la semana pasada, la serie que repasa la última temporada de la dinastía de los Chicago Bulls de los noventa ha empezado a desarrollar varias de las tramas paralelas que explican cómo Jordan alcanzó sus logros colectivos.



En el tercer y cuarto episodio destacan la prevalencia de Scottie Pippen como un jugador fuera de serie y escudero de todos los éxitos de MJ, pero también entran en juego las historias de Phil Jackson, un entrenador único, y Dennis Rodman, un león indomable que fue primero uno de los mayores enemigos de Chicago y después se convirtió en el tercer jinete de la segunda trilogía de anillos de los Bulls.

Los Bad Boys reparten por doquier

Puede que Jordan tenga seis títulos, y no más, por culpa de los Detroit Pistons de finales de los ochenta y principios de los noventa. El grupo liderado por Isiah Thomas ganó dos títulos en 1989 y 1990 después de dejar en el camino al ya entonces considerado mejor jugador de la NBA. Las derrotas contra los de Motown se recuerdan como las más duras para MJ, tanto física como emocionalmente. En la segunda ronda de capítulos de The Last Dance queda bien claro que Jordan sufrió mucho por ello, y la leyenda recuerda que prácticamente gozó más con su victoria sobre Detroit en 1991 que con el título de campeones frente a Magic Johnson y sus Lakers.

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Un odio que sigue en pie todavía

“Les odiaba, y el odio sigue vivo a día de hoy”, reconoce Jordan en una de las entrevistas actuales registradas para el metraje. De hecho, el 23 explicó que todavía no se cree que Thomas y sus compañeros se marcharan de la pista antes de caer derrotados sin darse cuenta de la fealdad de su gesto. “Sé que son todo pamplinas”, dice sobre las palabras del base de los Pistons.

Thomas se defiende en el documental, y lo ejemplifica en los Boston Celtics de Larry Bird y Kevin McHale, que también protagonizaron un desplante cuando los Pistons acabaron con sus años dorados. Jordan, a pesar de escuchar las palabras de Isiah, no les perdona nada: “Todo lo que diga ahora, sé que no reflejan sus actos de entonces. Ha tenido tiempo para pensárselo y ver la reacción de la gente, eso ha cambiado su perspectiva. Puedes enseñarme lo que quieras. No hay manera de convencerme de que no se comportó como un idiota”.

Las Jordan Rules

Aunque no es nada nuevo, el documental repasa una vez más las reglas especiales que Chuck Daly y el cuerpo técnico de los Detroit Pistons impusieron para frenar a Jordan. En pocas palabras, la táctica consistía en no dejar jugar al astro y se basa en cuatro premisas muy específicas: Primero, en las alas, arrinconarle en la esquina, que no llegue a la línea de fondo; segundo, cuando esté arriba, llevarle a su izquierda; tres, cuando reciba en la pintura, hacerle dos contra uno; cuatro, cuando vaya a volar, que no pueda ni levantarse.

Sobre el tema, James Worthy asegura que no entiende como Jordan “salió vivo de Detroit”, mientras que Rodman, por entonces uno de los tipos más duros de esos Bad Boys, no esconde el objetivo definitivo de los Pistons: “Cada vez que vaya hacia la puta canasta, tiradle al suelo. Intentábamos hacerle daño físico a Michael”.

De Bad Boy a Playboy

Precisamente, Dennis Rodman es una figura clave en todo el metraje. Con él se entiende la dimensión de equipo de los Bulls, la única organización que comprendió su complejidad personal y su compromiso total encima de la pista. En el cinta, conocemos al Rodman frágil de infancia, al chaval inocente de los primeros años de la NBA y, finalmente, a la extrovertida y polémica figura de la liga que estalla como icono más allá de las canchas con los San Antonio Spurs, después de casi suicidarse en sus últimos días como jugador de Detroit.

A pesar de su afición por los kamikazes –el cóctel, no los japoneses– y las fiestas hasta altas horas, o sus líos con Carmen Electra y Madonna, en el documental tanto Jordan como Pippen constatan que Rodman era uno de los mejores jugadores de su generación, un defensor de primera y un reboteador insaciable que lideró a la NBA siete temporadas consecutivas con números de escándalo.

Vacaciones en Las Vegas

El momento más comentado en las redes fueron las vacaciones de 48 horas (que fueron muchas más) que Phil Jackson y Michael Jordan le permitieron tomar a Dennis Rodman, que necesitaba más bien la anarquía que la disciplina para rendir al máximo sobre la pista. El jugador bebió y disfrutó durante días en medio de la temporada, y cuando no cumplió con su palabra, fue el propio Jordan quien fue a sacarle de la cama.

Al final, la moraleja de la historia es que Rodman acabó machacando a sus compañeros en el entrenamiento físico de la jornada, y eso es lo que los Bulls detectaron en el pívot, a un alma libre e indomable capaz de cumplir con sus labores… por muy jodida que hubiera sido la noche anterior. “No me ve como a un jugador de baloncesto, me ve como un gran amigo”, recuerda Rodman sobre su relación con el entrenador.

Collins, Winter y Jackson

El triángulo de nombres fue el preámbulo al triángulo ofensivo que ha caracterizado a todos los equipos de Phil Jackson. Jerry Krause le metió en el equipo al detectar su capacidad para motivar a grupos de personas complicados, y no se equivocó. A MJ le encantaba jugar para Doug Collins, un entrenador que diseñó un ataque por y para Jordan: “Dadle el balón a MJ, el resto apartaros del puto camino”, bromeaba con los reporteros Collins.

Tex Winter, inventor del triángulo fue apartado del día a día del equipos bajo las órdenes de Collins, pero Krause le pidió a Jackson que escuchara al sabio de la pizarra. Poco después, Krause promocionó al Maestro Zen y el resto es historia. A Jordan le costó comprar la idea, pero una vez observó sus ventajas, los Bulls empezaron a ganar como nunca lo habían hecho antes. El título frente a los Lakers, de hecho, lo sentenciaron a base de pases a John Paxson, un jugador al que Jordan no había considerado capaz de meter ese tipo de tiros decisivos hasta que los metió en la misma final.

The Shot

El documental repasa los momentos previos al Jordan campeón, un Jordan al que se acusaba de ser un jugador individual e incapaz de llevar a un conjunto al anillo. Su famoso tiro para ganar a los Cleveland Cavaliers fue la primera piedra de ese cambio de mentalidad que se consolidó al año siguiente con la llegada de Phil Jackson. La historia de MJ retando a los periodistas de Chicago, que habían descartado el pase de los suyos, refleja su tremenda competitividad contra propios y extraños.

Lágrimas humanizadoras

A Jordan se le veía como una máquina, como un ser con sentimientos de frustración y enfado, un tipo con ninguna empatía hacia los demás. Eran historias claro, aunque sus compañeros también se sentían atraídos hacía el relato. Todo cambió cuando los Bulls aniquilaron a los Lakers del legendario Magic Johnson en cinco partidos en las Finales NBA de 1991. Mike se echó a llorar como un niño, y sus compañeros, el mundo en general, observó por primera vez en público la vulnerabilidad del astro.

Jordan era humano, y lo demostraría en más ocasiones en el futuro. En todo caso, los capítulos 3 y 4 de la serie documental terminan, de momento, en la máquina de rumores en que se convirtió la franquicia en el último año de Jordan y la dinastía de los seis anillos. Todo el mundo quería saber si Jordan continuaría o no, pero unas declaraciones de Krause pusieron al límite a la estrella.

Efectivamente, la 97-98 sería el último baile de los Bulls con MJ, pero ese relato continuará la próxima semana.


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