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Derrick Rose: "¿Volver a los Bulls? Quién sabe…"

Derrick Rose: "¿Volver a los Bulls? Quién sabe..."

Derrick Rose es un agradable y nostálgico recuerdo. No vive de él ni lo pretende, pero, hoy sentado el fondo del banquillo de los New York Knicks, relegado al último lugar en la fila de bases esta temporada, sigue ‘existiendo’ por sus memorias, por ese tan especial MVP de 2011 por ser el más joven en levantarlo.

Por esos embelesadores malabares con el balón, esos hipnotizantes cambios de dirección, esas suspensiones en el aire celestiales y esos saltos apoteósicos, todo ello motivo para que en Chicago se diera de nuevo rienda suelta a la fantasía con aquel ‘menudo’ chico de 1,91 que emergió como número 1 del draft de 2008, justo 10 años después del último anillo de Michael Jordan. Todo eso que le arrebataron las caprichosas e inmisericordes lesiones a partir de 2012, cuatro cirugías de rodilla en 6 años.


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Pero de Rose queda más que el recuerdo. Quizá porque conoció de cerca de verdad el fino límite entre seguir existiendo y desaparecer, testigo en su infancia de disparos y tráfico de drogas en su Chicago natal, Derrick Rose se siente a gusto y en paz con su nueva vida en los Knicks, más mentor de vestuario a sus 34 años que jugador, apenas participación en 26 de los 48 partidos de la franquicia neoyorquina esta temporada con sólo 13 minutos en pista de media con 5,8 puntos, 1,5 rebotes y 1,8 asistencias. Y desde el 31 de diciembre sin saltar a la pista por decisión técnica.

No le molesta ser uno más tras haberse sentado en la mesa de la más alta élite. “¿Si tengo dos minutos? Sí, claro”, responde amablemente a MD el base tras uno de los dos partidos que han jugado los Knicks estos últimos días en Toronto. Rose, ‘de incógnito’, ataviado con unas gafas de sol y un gorro de lana, es el primero en desfilar hacia el autobús, sin paso por la ducha al no haber tenido minutos. Antes, más reclamado por la prensa, era el último en irse.

“Ha sido un proceso bonito, no me puedo quejar de mi nuevo rol”


Derrick Rose

Pero, aun asumiendo que siempre le va a caer alguna pregunta sobre su ayer, no rehúye a hablar de ese recuerdo al que vivirá para siempre encadenado. “El proceso de asumir este nuevo rol ha sido bonito, no me puedo quejar, sigo todavía aquí, sigo todavía encajando en la NBA. No me puedo quejar de nada. Los chicos están jugando un gran baloncesto y eso es todo lo que veo”, afirma Rose, por detrás en la rotación de Immanuel Quickley, Miles McBride y del base titular y punta de lanza de los neoyorquinos, Jalen Brunson, de admirar a su ídolo, una de las razones por las que eligió el baloncesto como profesión, a tenerle a su ‘servicio’ como asesor de lujo.

“Yo diría que su relación conmigo es diferente a la que tiene con los demás”, destaca Brunson a MD. “Le conozco desde que tenía 12 años. Es uno de mis ídolos, uno de los jugadores favoritos, es una suerte para el equipo tenerle”, afirma el base de 26 años, un aprendizaje constante el suyo de D-Rose. Al lado opuesto del vestuario de los Knicks se sienta una de las sensaciones de la temporada, Quentin Grimes, otros de los jóvenes a sus 22 años que se nutre de la sabiduría de Rose.

Derrick Rose ha sufrido mucho con las lesiones

Getty Images / Jonathan Daniel

“Nos da liderazgo con consejos en los partido y fuera de ellos. Está ejerciendo un rol muy importante para nosotros esta temporada. Nos enseña el ‘never too high, never too low’ (‘nunca demasiado alto, nunca demasiado bajo’). Nos dice que tengamos el mismo enfoque en las rutinas de cada día vayan bien o mal las cosas”, remarca Grimes. Y Rose, encantado con los piropos y su nueva y tan específica función.

“Me estoy sintiendo bien esta temporada, simplemente tengo que ser paciente, estoy sano y estoy listo para hacer lo que el equipo necesite. Ahora mismo, mi rol es apoyar a los jóvenes”, reitera Rose, que asiente y acepta ante todo lo que le dice Tom Thibodeau, consensuado su rol de maestro de los jóvenes con el entrenador con el que alcanzara su éxtasis en los Bulls, el mismo que testimonió, al mismo tiempo que su ascenso, su caída, su regreso y su infructuoso intento de volver al cielo.



Retornó a él con el triple ganador sobre la bocina que puso a Chicago 2-1 arriba en las Semifinales de Conferencia de 2015 contra los Cavaliers de LeBron e Irving -y con Pau Gasol en aquellos Bulls-, con los 50 puntos en 2018 ante los Jazz cuando con la zamarra de los Timberwolves, para los que le reclutó su querido ‘Thibs’. Pero ya no se quedó. “Cualquier rol que le pidas, lo abraza”, señala, orgulloso, Thibodeau, que vio cómo el año pasado le aportaba unos números notables desde el banquillo, con 12 puntos, 4 asistencias, 3 rebotes y un 40% en triples en 24 minutos. 

“Es un gran líder, ha pasado por diversas experiencias en esta liga, desde la de MVP y All-Star a las lesiones y a volver. Ha tenido impacto desde el banquillo, es un gran profesional, un gran compañero y para él lo primero es el equipo. Ayuda aunque no juegue con su impacto en los jóvenes, siempre está preparado. Tenemos mucha confianza en él”, resalta el técnico de los Knicks, 5 años con él en los Bulls entre 2010 y 2015 y otro en Minnesota entre 2018 y 2019. Su tope juntos en Chicago, las Finales de Conferencia de 2011 perdidas contra los Heat de LeBron, Wade y Bosh en esa NBA con triunfo final para los Mavericks de Nowitzki.

“Rose intenta que todo el mundo pueda mejorar de la manera que sea”


Obi Toppin

“Sí, con Thibs tengo una relación especial”, reconoce Derrick Rose. “Él me explicó mi rol y no me puedo quejar mientras ganemos. Nueva York es una gran ciudad y cuando juego es intentar aportar el ritmo correcto”, aclara el base, un motivo más estar a las órdenes de Thibodeau y verle cada día para acordarse de época dorada. Y es que de vez en cuando piensa un poco en lo que pudo ser y no fue, aunque lo que valora él más ahora es que sigue perteneciendo a la NBA pese a que desde su esplendorosa época en los Bulls (2008-2016), ya nunca ha ‘pertenecido’ a ningún equipo, saltando de franquicia en franquicia, hasta cuatro diferentes en 6 años entre Cleveland Cavaliers, Minnesota Timberwolves, Detroit Pistons y Knicks. Como si una de las más preciosas joyas de la liga se hubiera ‘degradado’ a una volátil moneda de cambio en el mercado.

Pero él sigue sin protestar y eso levanta aún más admiración entre sus compañeros. “Tiene mucho conocimiento de la vida y el baloncesto. Ha pasado de estar en la cima a tener lesiones pero nunca se queja. Puede ayudar a otros jugadores en cada situación. Con lo que hace en la pista y sus conversaciones, te das cuenta del tipo de compañero y ser humano que es”, subraya Isaiah Hartenstein. 

Tom Thibodeau y Derrick Rose, premiados como mejor Mejor Entrenador y Mejor Jugador en 2011

Getty Images / Nathaniel S. Butler

“¿Derrick? Oh, es simplemente una leyenda, tío”, empieza diciendo Obi Toppin, encantado de hablar sobre el líder espiritual del grupo. “Tiene mucha experiencia, ha pasado por mucho y puedes aprender mucho de él. Intenta que todo el mundo pueda mejorar de la manera que sea”, destaca Toppin.

¿Traspaso a la vista?

Rose sigue dando en el baloncesto y también en una vida con la que tampoco se ha enfadado, ayudando en la educación de estudiantes de Chicago con un programa de becas. El base no reclama que le sea devuelto nada pero no dice que no a volver a un regreso al pasado en un futuro, a su querida Chicago y sus amados Bulls por los que tantas lágrimas derrochó al sentirse ‘arrancado’ de su hogar y su familia con su traspaso a los Knicks en 2016 en una operación en la que entró José Manuel Calderón. 

Un abrupto ‘aviso’ de que debía improvisar ‘in situ’ un nuevo capítulo en su propio documental que, irónicamente, en aquel momento estaba rodando, víctima de una fatalidad más -y en directo- en su mismísima película, titulada “Pooh: The Derrick Rose Story”.



“¿Volver a los Bulls? Nunca se sabe. Ahora están intentando resolver cosas en Chicago pero ahora mismo yo estoy en Nueva York y no puedo responder a los fans sobre ello. Pero sería bonito”, confiesa Derrick Rose. El MVP de 2011 no rechistado ni una sola vez pero siente que todavía puede deleitar en la pista. 

Aunque en la franquicia no sueltan prenda, los que siguen el día a día de los Knicks aseguran que Rose apunta a decir adiós a Manhattan ya en este mercado porque lo quiere es jugar sin tener que esperar a los play-offs, donde le sería adjudicado un papel más relevante en la cancha. Y el especialista Marc Stein habla de que los Knicks quieren buscarle un acomodo ideal al base, que termina en contrato en junio.

Habrían preguntado por él desde noviembre Dallas, Bucks -podría entrar en una operación por Grayson Allen-, e incluso los mismísimos Bulls. Ya no es ese Rose majestuoso pero sigue atrayendo a franquicias y aficionados -en el top-10 en las votaciones del All-Star-, y, por supuesto, a unos compañeros que se mueren por él, imborrable recuerdo para los fans y ejemplo diario además para los suyos. “Amamos a Rose, tío”, grita otro de sus colegas en los Knicks, RJ Barrett. Por lo que fue, pero también por lo que es, Derrick Rose se sigue haciendo querer.




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