Café y croissant, leche y cereales, té y galletas, pan y mermelada… O, para los más atrevidos, un buen plato de huevos y bacon. Muchos saben que el desayuno es la “comida más importante del día”, pero muchas veces es un momento de tranquila rutina, en el que siempre comemos y bebemos las mismas cosas . Bueno, un estudio finalmente nos revela por qué desayunamos lo mismo todos los días.
Por qué desayunas siempre lo mismo
Las opciones, como decíamos antes, ciertamente no faltan. Pero, a pesar de una elección muy amplia, la gran mayoría de las personas (alrededor del 68%) repiten los mismos gestos todas las mañanas , comiendo exactamente las mismas cosas para el desayuno.
Un estudio de Romain Cadario de la Universidad de Rotterdam y Carey K. Morewedge de la Questrom School of Business de Boston explica el por qué de este hábito en el que desayunas siempre lo mismo. La principal conclusión a la que llegaron, es que menudo es sólo una cuestión de rutina dado que el desayuno que se convierte también una parte integral de la agenda. Una programación rígida debido al frenesí de nuestra vida diaria.
Si desayunas siempre lo mismo, mañana tras mañana, integramos ese momento en nuestro día a día . Pero también hay otra razón: desayunar con los ingredientes habituales ayuda a no forzar demasiado el cerebro. Un truco que nos permite pensar lo menos posible y por lo tanto no cansar nuestro cuerpo innecesariamente en las primeras horas de la mañana cuando además muchas son las personas que van dormidas y tampoco quieren perder el tiempo pensando en qué desayunar.
Algo similar sucede también en la rutina de quienes suelen preparar con anticipación la ropa que se pondrán todos los días . De hecho, tomar decisiones es muy agotador para nuestro cerebro , incluso cuando se trata de las menos exigentes como qué ponerse o, precisamente, qué desayunar.
El estudio también concluye que, si bien el desayuno suele responder a los mismos patrones, a la mayoría de las personas les gusta variar lo que comen en el almuerzo o la cena , o en comidas que se convierten en momentos de placer , en los que las inconformidades pueden corresponder a las necesidades hedonistas. de la mente humana. Además, la hora del almuerzo y sobre todo la de la cena, suelen considerarse auténticos momentos de «descanso» con respecto a la rutina diaria del trabajo o los estudios, por los que solemos estar más dispuestos a aceptar la variedad y a no querer comer siempre lo mismo.
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