Ha madurado como futbolista y como persona. A sus 26 años, Yeray las ha pasado de todos los colores, pero ha crecido mucho dentro y fuera del campo. El central rojiblanco no se anda con rodeos a la hora de valorar y enjuiciar las dos finales perdidas por el Athletic. Directo y al choque, como en el campo.
¿Cómo se encuentra físicamente?
Llevo entrenando desde el lunes y me encuentro bastante bien.
No es la primera lesión muscular que sufre esta temporada.
Tuve la del gemelo nada más empezar la temporada y ahora el isquio. Es poca cosa, pero he andado con molestias y me ha dado un poco de guerra.
Una lesión inoportuna, como casi todas, porque estaba pletórico.
Me encontraba bien con la dinámica que habíamos cogido. Estaba cómodo, a gusto, me sentía muy bien.
¿Qué lectura hace dos semanas después de las dos finales de Copa perdidas?
Que ha sido una pena y todo el mundo ha quedado desilusionado. Nosotros más porque sabíamos que las podíamos haber jugado de otra manera, sobre todo la primera.
¿Más la primera, la de la Real?
Sí porque sabíamos que iba a ser un partido de tú a tú, la diferencia era más pequeña. Estábamos convencidos de que queríamos y podíamos ganar y luego el encuentro se dio como con incertidumbre por nuestra parte, con muchas dudas, muchas imprecisiones. Estaba ahí en tierra de nadie, pero no fue un partido en el que te sientas con ese convencimiento de ‘voy a ganar la final’ jugando cómo sabemos, poniéndole ganas. Luego igual se te puede dar cualquier jugada, como la que se nos dio, y perderla, pero había que llevarlo de otra manera y con otra actitud.
¿Cómo en la final de la Supercopa?
Sí, pero ahí llega el entrenador nuevo, la gente está muy metida y no éramos conscientes todavía de lo que podíamos lograr. Vas a jugar una Supercopa, te plantas 2-0 contra el Madrid y dices ’la podemos ganar’. En aquella final ante el Barça teníamos el convencimiento y la ilusión de que podíamos ganar, de que queríamos ganar. Con confianza y con fe nos la llevamos.
¿Tanto les influyó la presión en estas dos finales de Copa?
Hubiese influido mucho más si hubiese habido gente allí. Somos jugadores profesionales y la presión no nos puede influir todo eso. Es una final y la tienes que jugar con las ganas y la actitud que se merece jugar una final, por lo que nos ha costado llegar hasta ella. Yo veía al equipo que lo intentaba y no respondíamos, no éramos capaces, las piernas no nos daban, demasiadas imprecisiones para un equipo confiado de ganar. Antes del partido, en cambio, yo veía todo lo contrario.
Lógico porque en todos los partidos de la última edición de la Copa habían remontado tras empezar perdiendo.
Por eso. Contra el Barça nos meten los goles en la Supercopa y sabemos reaccionar, pero en la final de Copa nos meten el gol y es como si se ha acabado. Quedaba un montón de tiempo, la expulsión de Iñigo, vuelve al campo, no nos vimos capaces de tirar a puerta, de crearle peligro. El fallo que tuvimos fue no tener fe, convencimiento de que podíamos darle la vuelta. Desilusionados no, lo siguiente; pero con nosotros mismos por lo que al final hemos hecho sentir al aficionado, al que le entendemos perfectamente.
¿El aspecto físico, el desgaste acumulado, influyó en el rendimiento del equipo en las finales?
No fue cosa de estar mal físicamente. Puedes decir en la final del Barça un poco peor, pero no estábamos mal. Fue el hecho de cómo vivimos el partido. Ellos en la primera parte llegaban, pero apenas nos hacían peligro. El problema era que tampoco veíamos que nosotros podíamos crearles algo de peligro a ellos.
¿Mérito del Barça?
Nuestro referente era Willi y ellos supieron defenderle a la perfección. Piqué jugó un partido de 10. Nosotros no encontrábamos soluciones, a ningún jugador por dentro que nos hiciese jugar. Ellos tenían unas posesiones largas y no podíamos quitarles el balón. Sensación muy mala. Es todo culpa nuestra, lo admitimos. Ni presión ni nada, todos errores nuestros. Ya no se puede volver atrás, pero hemos tenido una respuesta buena. En Anoeta estuvimos a punto de ganar, al Atlético le ganamos, ante el Valladolid se vio el equipo que queremos ser, que ataca, que defiende, que crea ocasiones, que corre…
¿No influirá en esa mejoría el hecho de que Marcelino ha dado entrado a gente nueva en el once titular, que lo ha ‘refrescado’?
El míster es el que decide y el que sabe lo que le conviene al equipo en cada partido y en cada final y hay que respetarle al 100 por 100. Si lo decide así es porque él nos conoce y sabe a la perfección lo que podemos dar. Si luego no lo damos, ya es culpa nuestra. Él busca desequilibrar al rival de alguna manera con los jugadores que tiene y atrás estar lo más seguro y lo más fluido posible. Si no se da así es porque los jugadores no lo conseguimos o no lo hacemos.
Pero está claro que la aportación de los más jóvenes se ha notado después de las dos finales.
Sí, han empezado a jugar los jóvenes. Oihan Sancet está en un momento de forma muy bueno, Villalibre arriba nos está dando muchísimo, en el medio se ve otra actitud, gente que quiere el balón, que quiere jugar… Todo lo que se tenía que haber dado en las finales se está dando ahora porque nos vemos sin ningún tipo de presión. El compromiso siempre ha sido el mismo, pero ahora está fluyendo la cosa. Los chavales corren, juegan y está saliendo bien. Ojalá siga así mucho tiempo.
¿El efecto Marcelino, entonces, no se difumina?
Él nos dio las pautas de lo que teníamos que hacer en las finales, pero luego no nos salió de esa manera. Al final los que jugamos somos los jugadores, él solo los pone.
Pero ahora se está viendo, como decía Gaizka Garitano, que ganar dos partidos seguidos en Liga es complicado.
Claro que es complicado. El Barça perdió contra el Granada en el Camp Nou jugándose la Liga. No es fácil ganar a los equipos y ahora mucho menos.
¿Por qué ahora mucho menos?
Ahora hay menos influencia de la gente, del estadio… Nuestros partidos se van en acciones nuestras, en errores nuestros que tenemos que corregir. La mayoría de errores son por concentración, colocación, chorradas que no podemos tener en Primera. Y yo me incluyo porque ante la Real en la final cometo un error en un pase que no lo debo de hacer ni en una final, ni en un partido de Liga.
¿Y qué se puede hacer para dejar de cometer este tipo de errores
Tenemos que tener la máxima concentración, disposición y corregir todo eso porque si nos ponemos a pensar en la cantidad de puntos que perdemos por fallos de concentración… Nos cuesta mucho trabajo crear ocasiones o meter un gol, aunque ahora estén cayendo más pero al principio de temporada era complicado y siempre se nos iba el partido en una acción individual de alguien que comete un error.
¿Y entonces?
No puede ser lo de cometer este tipo de errores porque no tenemos un jugador, como Aspas o Gerard Moreno, que te meten quince goles por temporada y te arregla un poco. Nosotros somos un equipo en el que todos trabajamos para meter gol y todos trabajamos para que no te metan gol porque no hay alguien que se diferencia porque mete no sé cuántos goles por temporada… Cometiendo esos errores tiramos todo ese trabajo de todo el equipo por la borda
