Todas las miradas estaban puestas en Karim Benzema antes del primer gran partido de la fase de grupos de la Eurocopa. Su regreso en un gran torneo de selecciones tras siete años de ausencia (su última participación fue en el Mundial de Brasil, en 2014) Francia y Alemania calibraban sus aspiraciones en un duelo por todo lo alto en Múnich, de un nivel excelente y con dos equipos poderosos que nunca renunciaron a su forma de ser.
En esas circunstancias sufrió el delantero del Madrid, más acostumbrado a acaparar el protagonismo en escenarios de rimo más bajo como los que suele generar su equipo. El atacante francés, escoltado en la zona ofensiva por Kylian Mbappé y Antoine Griezmann, no pudo desplegar en todo el primer tiempo su repertorio de juego de espaldas, descargando y tocando de primeras para los jugadores de segunda línea. Tampoco mostró buena sintonía con Mbappé ni Griezmann, dos jugadores que causaron muchos problemas a la zaga germana.
El 9 del Real Madrid recurrió su versión más solidaria para sacrificarse en defensa y echar una mano en pleno asedio de Alemania. Aún así, en el segundo tiempo, mejoró claramente sus prestaciones tras un arranque de choque muy apático.
El latifundio que dejó a su espalda la retaguardia alemana en busca del gol del empate fue un oasis para Benzema y especialmente para Mbappé, que destrozó a Hummels y compañía con su velocidad supersónica. Ahí emergió Benzema para convertirse en su mejor socio citándole varias veces con Neuer. Al del PSG le anularon un gol por fuera de juego, Hummels evitó el 2-0 con una gran acción al límite y a la tercera asistió a Benzema pero el gol no subió al marcador por fuera de juego previo.
El 19 de Francia acabó fundido y como el primer cambio de Deschamps, marchándose sustituido en el 88’ por Tolisso. Benzema sigue sin marcar desde su regreso a la selección, pero tiene margen para mejorar y ver puerta.
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