Imagen de archivo de un bebé.Aleksandr Morozov (Getty Images)
Un ginecólogo holandés que trabajó durante 25 años en un hospital regional de Países Bajos utilizó su propio semen en tratamientos de fertilidad y, de esta forma, es el padre de al menos 21 personas. Así lo ha confirmado este martes el centro médico Alrijne Hospital, situado a unos 40 minutos de Ámsterdam. El facultativo se llamaba Jos Beek, y los hechos ocurrieron entre 1973 y 1986. Es el tercer caso de esta índole destapado en el país desde que, en 2017, los tribunales autorizasen las pruebas de ADN que confirmaron la paternidad múltiple de otro ginecólogo, Jan Karbaat. Este resultó ser el padre biológico de por lo menos 49 personas, aunque pudo haber engendrado hasta 80 descendientes. En 2021, se supo que otro especialista, Jan Wildschut, tuvo no menos de 34 hijos del mismo modo. Los tres han fallecido y aseguraron a sus pacientes que trabajaban con donantes anónimos.
La dirección del hospital Alrijne ha calificado de “inaceptables” los actos del ginecólogo Jos Beek. En una página de web abierta para explicar lo ocurrido se indica que en junio de 2021 la organización Fiom —especializada en cuestiones de embarazos no deseados y paternidad— descubrió la coincidencia de ADN en 21 niños nacidos de pacientes del ginecólogo y uno de sus hijos reconocidos. Las madres y sus descendientes siempre creyeron que el tratamiento se había hecho con donaciones anónimas de semen, “hasta donde sabemos en estos momentos, y nos preocupa su estado emocional dado el choque que todo esto supone”, explican en el centro. Sus responsables ignoran cuántas mujeres fueron tratadas en total porque los expedientes ya han sido destruidos. Sin embargo, no descartan “que se descubran decenas de descendientes del ginecólogo Beek”. Para averiguarlo, está en marcha una investigación independiente cuyos resultados se esperan en el verano de 2022.
El centro Alrijne, en la imagen.EFE/Hospital Elisabeth de Leiderdorp
Los tratamientos de fertilidad eran una novedad en Países Bajos hacia los años setenta y no contaron con un protocolo nacional hasta dos décadas después. “Había pocas reglas y menos visibilidad que hoy, puesto que disponemos de auditorías, y ello pudo contribuir a lo ocurrido”, ha explicado a los medios holandeses Peter Jue, miembro de la junta directiva del hospital Alrijne. De ahí que los tres ginecólogos involucrados en este tipo de engaño, que, previsiblemente, no se conocían entre sí, pudieran ocultar sus actos.
Por otro lado, desde el año 2004, ya no existe la figura del donante anónimo de semen. Las clínicas están obligadas a ceder esta información a una fundación que dispone de una base de datos nacional abierta al efecto. Los hijos así concebidos pueden buscar a sus padres biológicos desde los 16 años. Aunque las donaciones de semen no pueden pasar de 25 por persona, ha habido casos en los que el donante superó dicha cifra por haber acudido a varias clínicas vulnerando así las normas. En 2017 se supo que un solo donante recorrió 11 centros y era el padre confirmado de al menos 102 niños.
En 2017, se destapó en Países Bajos el caso del ginecólogo Jan Karbaat, fallecido en 2017. Tenía una clínica de fertilidad en Róterdam, y no solo utilizó su propio semen de forma fraudulenta engañando a las madres. También aprovechó muestras de diversos donantes anónimos con una misma paciente, incluso cuando estas le pedían que sus hijos fuesen de uno solo en caso de varios embarazos. En otras ocasiones, no analizó el semen en busca de posibles trastornos hereditarios, que luego aparecieron. El tercer médico en la misma situación ser llamaba Jan Wildschut, que trabajaba en el municipio de Zwolle, al noreste de Países Bajos. Entre 1981 y 1993 hizo lo mismo que sus colegas: ocultó que el semen era suyo y sus hijos lo descubrieron al buscar los datos del que creyeron que era un donante anónimo. En ambos casos, varios de descendientes se han conocido y mantienen el contacto.
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