Charles McGonigal mantuvo una larga y prestigiosa carrera al frente del servicio de antiespionaje del FBI en Nueva York hasta su retirada. Este fin de semana, ha quedado detenido, acusado de ayudar a cambio de dinero a uno de los oligarcas rusos a los que investigó durante años: Oleg Deripaska, un magnate durante años muy cercano al presidente ruso, Vladímir Putin.
McGonigal, de 54 años y que se retiró del FBI en 2018, investigó a un oligarca rival de Deripaska mientras aún trabajaba para la agencia federal, por lo que recibió pagos encubiertos, según el pliego de cargos dado a conocer este lunes en Washington. En total, es sospechoso de un cargo de violación de sanciones impuestas por Estados Unidos, dos de conspiración y otro de blanqueo de dinero.
Deripaska, un hombre que ha hecho su inmensa fortuna en el sector del aluminio, se encontraba en el círculo cercano a Putin, aunque pareció caer en desgracia cuando el verano pasado calificó la guerra de “error colosal” y las autoridades le abrieron varios procesos para expropiarle cerca de mil millones de euros en activos. Estados Unidos lo considera sospechoso de blanqueo, chantaje y escuchas ilegales. En 2022, el FBI lo acusó de violación de las sanciones impuestas por Washington contra Rusia.
El magnate estuvo relacionado con Paul Manafort, que durante unos meses en 2016 encabezó la campaña electoral de Donald Trump. Manafort fue condenado por fraude, aunque Trump lo indultó en las últimas semanas de su presidencia. “El señor McGonigal traicionó su juramento solemne a los Estados Unidos a cambio de su beneficio personal y a costa de nuestra seguridad nacional”, alega el director adjunto del FBI Donald Alway.
Según el pliego de cargos, el funcionario ―que era responsable, entre otros asuntos, de investigar las posibles violaciones de las sanciones estadounidenses por parte de los magnates rusos― colaboró entre 2017 y 2018 con una persona que había sido agente de los servicios secretos de un país extranjero y entonces mantenía negocios en Europa. Viajó con él, recibió pagos en efectivo y nunca informó de su relación al FBI.
Tras abandonar la agencia federal, comenzó a trabajar con Deripaska; con un colaborador del magnate, Serguéi Shestakov, ruso nacionalizado estadounidense que desempeñaba funciones de traductor en los juzgados neoyorquinos; y con una tercera persona. Shestakov, la tercera persona y el exfuncionario trataron de ocultar la implicación de Deripaska a través de la falsificación de firmas, el uso de empresas fantasmas y otros medios.
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El fiscal para el distrito sur de Nueva York, Damian Williams, ha indicado que McGonigal y el intérprete “violaron las sanciones estadounidenses al acordar proporcionar servicios a Oleg Deripaska, oligarca bajo sanciones estadounidenses”. “Ambos habían colaborado con él previamente para intentar que se le levantaran las sanciones y, como funcionarios públicos, ambos tenían que haber sido conscientes de lo que estaban haciendo”, argumenta la Fiscalía.
McGonigal comenzó a trabajar para el FBI en 1996. Inicialmente, estuvo asignado a la oficina en Nueva York, donde investigó los servicios rusos de contrainteligencia y el crimen organizado. También trabajó en las pesquisas sobre los ataques terroristas contra las embajadas de EEUU en Tanzania y Kenia de 1998 y los atentados del 11 de septiembre de 2001. Tras haber dirigido la sección de coordinación de la agencia para luchar contra el espionaje cibernético extranjero, en la sede de la Oficina en Washington, fue nombrado agente especial al cargo de la División de Contrainteligencia del FBI en Nueva York en 2016.
“El FBI está comprometido con la aplicación de sanciones económicas diseñadas para proteger a Estados Unidos y nuestros aliados, especialmente contra las actividades hostiles de un Gobierno extranjero y sus actores. Oligarcas rusos como Oleg Deripaska ejercen una influencia maligna global en nombre del Kremlin y están vinculados a actos de violencia, extorsión y sobornos”.
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