Díaz Ayuso, un golpe de mano en tres pasos



La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (d), y el presidente del Atlético, Enrique Cerezo, durante el encuentro correspondiente a la ida de los octavos de final de la Liga de Campeones que Atlético de Madrid y Manchester United.Javier Lizón (EFE)

Mientras Pablo Casado vive sus idus de marzo, defenestrado en una reunión maratoniana por los barones del PP, Isabel Díaz Ayuso está viendo el Atlético-Manchester United de Champions en el Wanda Metropolitano. Ocurre el miércoles y la imagen está cargada de simbolismo. En apenas una semana y con solo cuatro apariciones públicas dedicadas a la guerra civil del PP, la presidenta de Madrid logra desembarazarse de su gran enemigo interno, el secretario general, Teodoro García Egea, y de su padrino político, el presidente nacional. Da igual que la dirección saliente no la convoque a la cita de los barones con Casado agarrándose al tecnicismo de que ella no preside el PP de Madrid. Díaz Ayuso se va al fútbol tranquilamente: la guerra ya está ganada, y no necesita estar presente en Génova porque todo está atado y bien atado tras numerosas conversaciones previas con los pesos pesados del partido. Además, está informada al minuto. Así se transforma en una crisis de partido lo que en puridad era una crisis del gobierno de Madrid por los negocios del hermano de la presidenta con la Administración.

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Lunes 14. Madrid se moviliza. El PP acaba de ganar las elecciones de Castilla y León, pero el resultado no es bueno y además debilita a Casado: Alfonso Fernández Mañueco necesita a Vox para gobernar, y su adelanto electoral solo ha proporcionado dos representantes más al partido. El Gobierno de Díaz Ayuso aprovecha el momento para reabrir el conflicto interno sobre la convocatoria del congreso del PP de Madrid sin que la dirección nacional tenga tiempo de reaccionar. La tregua firmada con motivo de los comicios va a saltar por los aires: se trata de noquear a un boxeador que ya anda medio groggy. Solo han pasado unas horas desde los comicios cuando Enrique Ossorio, el portavoz gubernamental, reclama que se convoque “cuanto antes” el cónclave que debe servir para que Díaz Ayuso acumule todo el poder en la región. Un día después, martes 15, la presidenta lanza una doble andanada contra la precaria situación de Casado.

Primera salva: frente a la estrategia de la dirección nacional, que quiere evitar que Vox entre en el gobierno de Castilla y León, la presidenta de Madrid hace ver su apoyo a un pacto con la extrema derecha. Segunda: sin que nadie le pregunte por ello, reclama de nuevo la convocatoria del congreso de Madrid, asunto que le lleva enfrentando desde hace meses con Casado. Y lo hace con duras palabras: “Que no se siga retrasando la voz de los afiliados”.

En Génova, la sede nacional del PP, sus declaraciones caen como una bomba. Todo está ocurriendo a gran velocidad. Con el frente de Castilla y León abierto, los asesores de Casado ven cómo Díaz Ayuso abre el de Madrid. El líder está rodeado.

Enrique Ossorio, portavoz del Gobierno de Madrid. Alberto Ortega (Europa Press)

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Miércoles 15. Estalla la crisis. Al final de la tarde, El Confidencial publica un artículo que provoca un terremoto en el PP. “Fontaneros de Génova contactaron con detectives para investigar al hermano de Ayuso”, se titula. La dirección nacional del partido, que lleva investigando desde septiembre si el familiar de la presidenta cobró una comisión por un contrato de una empresa con la Comunidad de Madrid, entra en pánico. Díaz Ayuso, por su parte, tiene tiempo para prepararse: su reacción no llegará hasta el día siguiente. En esas horas su teléfono no para de sonar. Y escucha a sus colaboradores más cercanos: su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez; y su jefe de prensa y confidente, José Luis Carreras.

En paralelo, los servicios de comunicación de la Real Casa de Correos se movilizan para un día de guerra mediática. Con la directora general, Sandra Fernández, al frente, se diseña un jueves para la historia. Díaz Ayuso lo empieza conversando con colaboradores de su absoluta confianza, como el portavoz parlamentario, Alfonso Serrano, o el gubernamental, Ossorio. Su plan pasa por entrar en la polémica con una intervención sin preguntas en la sede del Gobierno.

Pero tiene una cita ineludible: es jueves y hay sesión de control en la Asamblea. Y aunque la baronesa llega a la Cámara dispuesta a reservar todos sus argumentos para la convocatoria que tiene prevista para más tarde en la Real Casa de Correos, son tantos los golpes que recibe de la oposición que tiene que pasar al plan b. Es un discurso centrado en las emociones (”van a por lo más importante de una persona, su familia”) y no en lo político. Díaz Ayuso no quieren enseñar aún sus cartas.

Eso ocurre durante su intervención en Sol, de alto voltaje. “La dirección del PP actúa de modo cruel e injusto contra mi”, dice. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha hablado dos veces en un día de la guerra civil del PP. Solo lo hará en dos ocasiones más: al día siguiente, viernes, en una entrevista en la Cope que improvisa al escuchar las duras acusaciones de Casado en la misma cadena (ella es la que pide intervenir); y el lunes 21, cuando oficializa que no tiene interés en liderar el partido y vuelve a prometer que su futuro se circunscribe a Madrid. Con cuatro comparecencias, dos de ellas sin preguntas, Díaz Ayuso logra sus objetivos.

¿La razón? “Díaz Ayuso es la favorita de la militancia y Casado controla los cargos orgánicos, la ‘institucionalidad”, resume en ese momento Ignacio Martín Granados, politólogo, y vicepresidente de la Asociación de Comunicación Política. Y cuando los militantes del PP empiezan a hacerse oír en las redes sociales, y en la calle, con hasta una manifestación ante Génova, los cargos empiezan a abandonar al líder.

Para llegar hasta ese punto, Díaz Ayuso intenta domar la polémica movilizando a su Ejecutivo (dos consejeros explican en público el contrato que afecta al hermano de la presidenta) y a sus afines (el portavoz gubernamental y el parlamentario se multiplican en los medios). El gran borrón de su estrategia no llega hasta una semana después, cuando en realidad ya todo ha acabado: la Comunidad comunica que las ganancias de Tomás Díaz Ayuso por cuatro contratos con la empresa Priviet totalizan 283.000 euros, precisamente la cifra que denunció Casado por escandalosa en mitad de la pandemia, y luego se desdice.

Alberto Núñez-Feijóo, presidente de Galicia. Alberto Ortega – Europa Press (Europa Press)

Lunes 21. Acuerdo con Feijóo. La presidenta de Madrid acude a una entrevista infructuosa con Casado el viernes, y no tiene agenda pública durante el fin de semana. Lo que no quiere decir que esté descansando. Su teléfono echa humo. “Ha hablado hasta con el apuntador”, resume una fuente de su confianza sobre las constantes conversaciones con cargos del PP de toda España. Fruto de ese diálogo, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, concluye que Díaz Ayuso no se interpondrá en su camino si finalmente decide sustituir a Casado y liderar el partido. El aún presidente de la formación está perdiendo todos sus apoyos. Y sus colaboradores empiezan a caer.

El primero es García Egea, que dimite el martes y concede una entrevista en La Sexta donde solo deja un gesto de incomodidad. Cuando se le menciona a Miguel Ángel Rodríguez se trasluce la enemistad que han fraguado ambos alrededor del conflicto por el congreso del PP de Madrid.

“A mi me duele mucho el PP, las cosas que le pasan, entiendo que personas que trabajan en distintas responsabilidades, al no estar tan cerca del partido, no lo sufren tanto”, dice el ya exsecretario general.

Un día después, miércoles, Casado cae presionado por los barones durante una reunión que se prolonga hasta la madrugada. Díaz Ayuso no ha sido invitada con la excusa de que no preside el PP de Madrid, por lo que Pío García-Escudero representa a la organización autonómica. Durante esas horas de máxima tensión, Génova es un hervidero. “A Pablo lo quieren despedazar”, dice una fuente próxima al presidente saliente, que lleva días dejando la sede de madrugada, y acompañado hasta el garaje por Ana Camins, la secretaria general del PP de Madrid, persona de su máxima confianza.

Mientras los barones presionan a Casado, Díaz Ayuso está viendo el Atlético-Manchester United. “Es evidente que la presidenta habla con presidentes autonómicos, pero en el Wanda se dedicó a ver el fútbol”, resume una fuente que compartió esas horas con Díaz Ayuso.

La presidenta sabe que ya ha ganado la batalla interna, aunque siga pendiente la investigación de la Fiscalía sobre el contrato de Madrid con la Comunidad, que marcará el futuro de su carrera. Y todo cambia. De repente, la fecha del congreso del PP de Madrid, cuya convocatoria está en el origen del conflicto, deja de ser importante. Ya no hay prisa. Así lo dice el portavoz gubernamental de Díaz Ayuso, Ossorio, el viernes 25: “Estoy seguro de que la dirección nacional comprenderá la importancia que tiene Madrid, y lo hará cuanto antes, en cuanto pueda, pero en estos momentos es complicado decir cuándo va a ser. Comprendemos la situación y estaremos a lo que digan los órganos de la dirección nacional”.

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