Nunca una prelista para un Mundial femenino de fútbol había generado tanta expectación. La rueda de prensa de Jorge Vilda refleja el creciente interés por esta selección española y el fuerte reclamo del torneo a falta de 38 días para su inicio.
Está claro que sin la polémica de ‘Las 15’ y el morbo de quiénes iban a regresar y quiénes no, hubiera sido otra historia. Pero el relato ha sido éste: el de 15 futbolistas que denunciaron con valentía la necesidad de realizar cambios y mejoras en el equipo, que hartas de no ser escuchadas dieron un golpe sobre la mesa a través de un comunicado conjunto y que, tras las conversaciones y gestos de la Federación Española, han tomado un camino u otro.
Unas han decidido volver, sea por la ilusión de jugar un Mundial, por el impacto de estar en primera línea de cara a los patrocinadores, por los ingresos económicos para unas futbolistas cuyo salario mínimo son 16.000 euros anuales o porque anteponen su profesión a sus ideas, argumentos totalmente lícitos.
Otras han preferido no subirse al tren de la selección por defender sus principios como ya hizo Ada Hegerberg al renunciar al Mundial de Francia de 2019 siendo Balón de Oro cuando reclamaba igualdad salarial entre hombres y mujeres. Están decididas a luchar hasta el final por sus valores. Chapeau también por ellas.
No se trata de posicionarse a favor de unas y en contra de otras, sino de hacer el difícil ejercicio de ponerse en la piel de cada una y dejar de juzgar, descalificar y dar lecciones innecesarias. Han tomado caminos distintos, pero el destino es el mismo.