Djokovic, centenario sobre el verde


Mientras las redes muestran a Novak Djokovic trepando por el Big Ben como si fuera Spiderman, subrayando esa increíble elasticidad del serbio en las piernas y su capacidad para contorsionarse, él juguetea sobre el césped de La Catedral con sus rivales como el gato al que le entregan un ovillo de lana. Lo comprueba rápido Marton Fucsovics, el primer húngaro que pisa los cuartos de Wimbledon desde 1958; un Ironman esculpido en fibra –la historia va de superhéroes en la apertura de este miércoles– que muestra sus buenas dotes y guerrea sabiendo que, en realidad, no tiene opción alguna de tumbar al número uno. Este cierra en 2h 16m (6-3, 6-4 y 6-4) y mira satisfecho al frente, con algo más que convicción: que pase el siguiente.

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“Ha sido una actuación muy sólida”, describe a pie de pista, mientras bromea cuando el entrevistador comienza a recitar los números que adornan su pase a las semifinales, por 10ª vez en el torneo y por 41ª ocasión en los grandes escenarios. “Esto refuerza mi confianza”, dice sabiéndose ya centenario, porque el triunfo contra Fucsovics le permite alcanzar los tres dígitos sobre césped; es decir, son 100 victorias en hierba a lo largo de su carrera, 77 en el santuario del All England, y no hay por dónde cogerle al rey del circuito. Aterrizó hace dos semanas en Londres como un tiro, con el objetivo de lograr su 20º grande e igualar así el récord de Rafael Nadal y Roger Federer, y la inercia sigue, sigue y sigue. No hay quien le frene.

“Hacer historia es mi inspiración, así que sigo en ello”, prosigue tras sortear el último obstáculo con la misma suficiencia y la holgada diferencia de las rondas anteriores, habiéndose llevado apenas un arañazo –el set que le robó el joven Jack Draper en la puesta de largo– y replanteando la pregunta que se hacía todo el mundo antes del arranque: ¿Y ahora quién para a Nole? Imposible para Fucsovics, quien entró temeroso a la central y se estrelló contra un muro de hormigón cuando dio un paso adelante, a ver si sacudiéndose ese miedo lograba rascar el set de la honrilla. Nada de nada. El balcánico no regala ni las migas y se relamía mientras Denis Shapovalov y Karen Khachanov (6-4, 3-6, 5-7, 6-1 y 6-4 a favor del primero) se desgastaban a cinco sets.

Alcanzado el ritmo de crucero, da la sensación de que Nole (34 años) compite a medio gas, y que tan solo aprieta lo necesario para no desperdiciar combustible. En cuanto le apretó lo más mínimo el húngaro, cualquiera de los adversarios previos que ha ido encontrándose hasta ahora (Kevin Anderson, Denis Kudla, Cristian Garín…), el serbio dio un tirón y puso tierra de por medio. Un abismo. De momento, no hay quien le tosa. Juguetea pese a que las rampas empiezan a inclinarse y la cumbre queda a dos zancadas, mientras el histórico le sitúa a una sola victoria del estadounidense Pete Sampras (101) sobre césped y destaca unos registros que asustan.

Recientemente, el técnico de Serena Williams, el francés Patrick Mouratoglou, declaraba que el único tenista que puede detener a Djokovic en este momento es él mismo, y probablemente no le falte razón. Hoy por hoy, no hay mayor enemigo para Djokovic que Novak Djokovic.

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