El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se negó este sábado a reconocer la derrota en las elecciones del pasado martes frente a su rival, Joe Biden. Todos los grandes medios de comunicación, a través de sus servicios de análisis y proyección de los resultados, dieron a Biden por ganador tras cuatro días de agónico escrutinio. “Los votos legales deciden quién es el presidente, no los medios”, dijo Trump en un comunicado desafiante en el que prometía pelear en los tribunales los resultados. Con esta reacción a la derrota, la ruptura con la tradición y las normas políticas norteamericanas de esta presidencia alcanzó finalmente a la esencia misma de la democracia, la transición pacífica en el poder.
“Todos sabemos por qué Joe Biden está corriendo a presentarse falsamente como el ganador, y por qué sus aliados en los medios están intentando ayudarle tanto: no quieren que se conozca la verdad”, dice el comunicado de Trump en este momento de la historia. “El hecho es que esta elección está lejos de haber terminado”. Apenas una hora antes de que las televisiones declararan ganador a Biden, Trump había tuiteado: “HE GANADO ESTAS ELECCIONES POR MUCHO”. Pasadas dos horas de ese momento, aún no había vuelto a tuitear.
“Joe Biden no ha sido certificado como ganador en ningún Estado”, afirma Trump en el comunicado. Formalmente, tiene razón. Pero tampoco ha sido declarado ganador él en ninguno. El recuento sigue, faltan millones de votos por contar y los Estados tienen hasta el 8 de diciembre para designar la lista de electores del Colegio Electoral que elegirá al presidente, el próximo 14 de diciembre. Trump puede alargar su desafío hasta esa fecha, pero después la maquinaria de Washington ya estará al servicio del presidente electo. Mientras, Joe Biden empezaba a recibir este mismo sábado la felicitación de líderes internacionales. Trump pasó la mañana jugando al golf.
En su comunicado, Trump afirma que hay pendientes recuentos obligatorios en algunos de los Estados clave debido a su resultado ajustado y en los que el volumen sin precedentes de votos por correo hacen muy lento el proceso de escrutinio. También repite las quejas de que los observadores de su campaña no han tenido acceso al escrutinio en Pensilvania, lo cual es falso.
“Desde el lunes, nuestra campaña va a comenzar a llevar el caso a los tribunales para asegurarnos de que las leyes electorales se respetan completamente y que se elige al ganador correcto. El pueblo norteamericano tiene derecho a una elección honesta: eso significa contar todos los votos legales y no contar ninguno de los ilegales”, continúa el presidente de Estados Unidos, que ganó las elecciones en 2016 a pesar de perder el voto popular por más de tres millones de votos.
La expresión “votos legales” está en el centro del relato que trata de imponer Trump sobre estas elecciones. Es lo mismo que dijo en 2016, cuando lanzó el bulo de que había perdido el voto popular porque habían votado millones de personas indocumentadas en California. Trump lo repitió una y otra vez sin pruebas, con tanta convicción que los republicanos llegaron incluso a montar una comisión de investigación. La comisión cerró sin haber encontrado nada que sustentara la afirmación del presidente. En Estados Unidos, donde votan más de 100 millones de personas (al menos 145 millones en esta ocasión) en 50 Estados distintos con distintas leyes electorales y procedimientos, a veces se encuentran errores marginales, pero nunca han cambiado el resultado de unas elecciones.
El presidente Trump y su abogado personal y principal fontanero mediático, Rudy Giuliani, no han explicado aún qué consideran “votos legales”. Sea cual sea el criterio, solo parece afectar a los votos para Joe Biden, y solo en los lugares donde el escrutinio del voto por correo le dio la vuelta a los resultados preliminares, sesgados por el voto presencial. Abogados vinculados a los dos partidos han expresado sus dudas en estos días de que Trump tenga una oportunidad en los tribunales, a no ser que pueda presentar pronto pruebas de lo que está diciendo. Giuliani dio una rueda de prensa en el aparcamiento de una empresa de paisajismo de Filadelfia en la que siguió sin mostrar ninguna evidencia de sus afirmaciones.
La confirmación de los resultados agarró a Trump jugando al golf en su club de Virginia. Regresó a la Casa Blanca poco después de las tres de la tarde de Washington. En los alrededores de la residencia le esperaban grupos de personas que abuchearon a su paso y le mostraban peinetas al coche. Los manifestantes gritaron “¡perdedor, perdedor!” e insultos al paso de la comitiva presidencial, según Associated Press. La Casa Blanca comunicó a la prensa asignada al presidente que el día informativo terminaba a las 15:00 de Washington y el presidente no tendría más agenda pública a partir de ese momento, informó The New York Times.
Casi dos horas después de llegar a la Casa Blanca y seis horas después de ese primer tuit, con miles de manifestantes en las calles de todo el país celebrando su derrota, Trump finalmente tuiteó. Repitió en mayúsculas y con exclamaciones el bulo sobre la falta de acceso de los observadores al escrutinio y clamó que ha recibido “71 millones de votos legales”. “¡Más que nunca para un presidente en ejercicio!”, añadió. Eso es verdad.
El republicano ha perdido estas elecciones después de recibir al menos 70,3 millones de votos hasta el sábado. Es el segundo candidato con más papeletas en la historia del país después de su rival, Joe Biden, con 74,5. El dato obliga a una reflexión que marcará el futuro del Partido Republicano. Un número récord de estadounidenses han decidido conscientemente que querían que Donald Trump fuera el presidente los próximos cuatro años.
En ese contexto, ninguno de los grandes líderes del Partido Republicano había salido aún a mediodía de ayer a felicitar a Biden. Mitch McConnell, Kevin McCarthy, Ted Cruz o Lindsey Graham, los que van a tener que trabajar a diario con el presidente electo y aspiran a liderar la nueva etapa, guardaban silencio en una continuación del desafío del presidente a las normas no escritas de Washington. Según Associated Press, los republicanos en el Capitolio están dando a Trump “espacio para estudiar todas sus opciones legales” y tratan de mostrarle su apoyo a la vez que se enfrentan a la realidad de los números.
Al menos dos republicanos de renombre sí felicitaron a Joe Biden, como manda la tradición. El senador Mitt Romney destacó que Biden y la vicepresidenta electa, Kamala Harris son “personas de buena voluntad y un carácter admirable” y les deseó bendiciones. Romney, candidato a presidente en 2012, trató por todos los medios de frenar la candidatura de Trump. Como senador, es el único republicano que votó a favor de uno de los artículos de impeachment contra Trump. Biden también recibió la felicitación del exgobernador de Florida Jeb Bush. “Rezaré por usted y por su éxito”, escribió. Bush se presentó a presidente en 2016 y personificó en aquellas primarias todo aquello que Trump y sus seguidores decidieron demoler en el Partido Republicano.
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