Donald Trump, segundo ‘impeachment’ y en formato exprés


Donald Trump pasará a la historia como el único presidente sometido a dos juicios políticos o impeachment. Incluso puede convertirse en el primer mandatario de Estados Unidos que sufra ese impeachment una vez que ya sea expresidente. Porque a diferencia de los anteriores juicios en el Senado contra Andrew Johnson, Bill Clinton y Trump, en esta ocasión el tiempo es un factor determinante, ya que de aquí a una semana el presidente electo, Joe Biden, jurará su cargo en las escalinatas del Congreso y Trump abandonará el poder al mediodía del día 20.

El ambiente político es muy distinto al impeachment que enfrentó Trump en 2019. Entonces los republicanos eran una fuerza monolítica sin fisuras ―con la única excepción del senador Mitt Romney―. En esta ocasión, el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, ha indicado que considera que la mejor manera de sacar al trumpismo del Partido Republicano sería sometiendo al presidente a un impeachment. A Trump se le juzgaría por “incitación a la insurrección”.

La misión de la Cámara de Representantes este miércoles era aprobar la norma procedimental que definía el impeachment, un asunto puramente mecánico. Segundo, votar a favor o en contra. La votación debía salir adelante porque solo se necesita mayoría simple y la Cámara está en manos de los demócratas. A partir de ahí todo es nuevo comparado con los anteriores juicios de la época moderna, ya fuera el de Clinton o el del mismo Trump. Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, debe decidir cuándo enviar la propuesta de impeachment al Senado, ya que bajo el actual calendario la Cámara Alta está en receso hasta el próximo día 19.

El presidente Donald Trump, durante su visita a Texas, el martes. En vídeo, Trump pide paz a sus seguidores este miércoles.VÍDEO: REUTERS

La única manera de que el Senado retomara sus sesiones sería si los líderes de ambos partidos, Mitch McConnell y Chuck Schumer, acordaran volver antes de lo que marca el calendario. En esta cuestión, algunos demócratas habían pedido a Pelosi retrasar el inicio del impeachment para permitir que Joe Biden comenzase su mandato sin que pendiera sobre su cabeza semejante carga, lo que además ralentizaría la confirmación de su Gabinete. Otros demandaban que comenzase de inmediato. Si se confirman las palabras de este miércoles del líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, una vez aprobados los artículos del impeachment se enviarán de inmediato al Senado, donde se llevará a cabo el segundo juicio a Trump. Esto despejaría las dudas sobre si los demócratas esperarían a los primeros 100 días del presidente electo Biden en la Casa Blanca para ejecutar el juicio y así no interferir en su agenda. Sin embargo, según informan varios diarios estadounidenses, McConnell no reunirá al Senado durante el receso, por lo que el proceso se dará con seguridad después de que Trump haya dejado la Casa Blanca.

En una situación normal, no tras el asalto al Congreso y con la Guardia Nacional desplegada en el interior del Capitolio, existiría una investigación que se mandaría al Comité de Justicia de la Cámara, que mantendría interminables audiencias en las que se redactarían cientos de artículos para que se aprobaran. Es lo que sucedió en 2019 cuando se enjuició a Trump por su colusión con el presidente de Ucrania. Aquella indagación llevó tres meses. El juicio contra Clinton se inició el 19 de diciembre de 1998 y concluyó con su absolución el 12 de febrero del año siguiente.

Sin embargo, existe un precedente de un impeachment exprés. En 1868, la Cámara tardó solo tres días en enjuiciar al presidente Andrew Johnson para evitar que violase una ley que le impedía despedir al secretario de Guerra. La Cámara acabó entonces los artículos relativos al impeachment una vez que el presidente ya había sido juzgado y absuelto. En resumen: la Cámara puede moverse tan rápido como deseen los líderes demócratas.

Una vez que la propuesta de impeachment pase al Senado, que es donde se juzga al presidente, es de suma relevancia recordar que el impeachment llega en un momento tanto de transición presidencial como de senadores. Los demócratas Raphael Warnock y Jon Ossoff se hicieron con la victoria en la elección especial de Georgia mantenida el pasado día 5 pero, debido a que los resultados no han sido certificados todavía, no han jurado su cargo, por lo que Mitch McConnell sigue siendo el líder de la mayoría en la cámara alta. El día 22 es la fecha límite para que Georgia legalice los votos.

Si ambos senadores juran su cargo mientras Trump es todavía presidente, el Senado se dividiría 50-50 y sería el vicepresidente, Mike Pence, quien rompería un empate a favor de los republicanos. Solo después de que la vicepresidenta Kamala Harris ―y los senadores de Georgia― prometan su puesto, los demócratas pasarían a tener el control del Senado. De nuevo, el tiempo juega en contra de los demócratas, y hasta el día 20, e incluso algunos días después, son McConnell y los republicanos quienes deciden qué se hace en el Senado, lo que significa que deciden si comenzar el juicio y cómo (por ejemplo, cuánto tiempo se le dedica, si se llama a testigos o no…).

Entre los obstáculos para que Trump sea condenado por insurrección —y, por tanto, incapacitado para volver a ocupar un cargo público—, está el hecho de que debe aprobarlo una mayoría de dos tercios en el Senado. A pesar de que varias voces republicanas abogan por castigar a Trump, al llegar al Senado harían falta 17, lo que hace muy difícil una condena. A ello se suma la pregunta de si un Senado puede proceder a un impeachment contra un presidente que ya no está en ejercicio.

La pregunta sobre la que los expertos citados por los medios norteamericanos se encuentran divididos es: ¿puede el Senado efectuar un impeachment contra un presidente que ya no está en ejercicio? A este respecto están quienes argumentan que un exmandatario es ya un ciudadano normal y corriente y que la figura del juicio político no está redactada para esos casos. Otros razonan que el objetivo es lograr que se prohíba al enjuiciado poder aspirar a la Casa Blanca ―u otras instancias del Gobierno― en el futuro. La Constitución no da respuestas claras al respecto.

Mientras esto sucede, ¿puede Trump intentar alguna maniobra, como declarar la ley marcial u ordenar unas nuevas elecciones, como sugirió su aliado Michael Flynn? A pesar de que tras la insurrección, el presidente se comprometió a respetar la transición de poder, nadie puede garantizar que lo cumpla. Por eso, una gran mayoría de legisladores demócratas creen que no se puede confiar en que el presidente juegue limpio, razón por la que piden su inmediata destitución.

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