Dos veces burló a la muerte: estuvo en una tragedia aérea y ahora en un autobús que cayó al vacío


SACABA, Bolivia – El boliviano Erwin Tumiri se siente “muy bendecido por Dios” y cómo no, si en 2016 fue uno de los pocos sobrevivientes de la tragedia aérea del club brasileño Chapecoense en Colombia y acaba de evadir nuevamente a la muerte en un accidente en una carretera de Bolivia con una veintena de fallecidos.

Las circunstancias son diferentes a las de hace cinco años, pero la sensación física es la misma por las secuelas que le dejó el primer accidente en la columna, según comentó el miércoles desde la cama de la clínica privada en la que se recupera tras sobrevivir al desbarranco de un autobús el martes.

Con respecto al suceso reciente, Tumiri confesó sentir pena “porque han fallecido muchas personas y a la vez mucha rabia” porque no es la primera vez que la empresa de transporte en la que viajaba sufre un accidente de estas características.

Pero también este joven evangélico, nacido en la ciudad central de Cochabamba en 1991, se siente y sabe bendecido por las dos veces que salvó su vida.

“En lo personal, yo me siento muy bendecido por Dios y a Dios no lo dejo para nada, está siempre en mis propósitos, en mis proyectos que tengo que hacer, ahí siempre está Él”, sostuvo.

LA TRAGEDIA AÉREA DEL CHAPECOENSE

El 28 de noviembre de 2016 es una fecha que le cambió por completo.

Un avión de la ahora desaparecida aerolínea boliviana LaMia en el que viajaban desde la región de Santa Cruz futbolistas y dirigentes del Chapecoense, además de periodistas y tripulantes, se estrelló cerca de la ciudad colombiana de Medellín tras quedarse sin combustible.

El incidente ocurrió en Quillacollo, Bolivia. Detalles en el video.

En el siniestro murieron 71 de los 77 pasajeros del avión, la mayoría futbolistas, y hubo seis sobrevivientes, entre ellos Tumiri.

Aquella experiencia le permitió valorar más a su madre y a sus amigos que le dieron apoyo incondicional en un momento difícil, comentó.

“Desde que pasó lo del vuelo vi que hay buenos amigos que siempre están ahí y yo los valoro a todos”, sostuvo.

Tras el accidente se volcó más a su religión, a la par de intentar trabajar en distintos lugares, pero la cuarentena por la pandemia del COVID-19 frenó algunos planes que tenía.

Su sueño de volver a trabajar en el área aeronáutica se concretó en febrero pasado, cuando fue aceptado en la estatal Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC).

EL ACCIDENTE DE AUTOBÚS EN COCHABAMBA

El accidente sufrido recién está conectado de alguna forma con su nuevo empleo, pues fue asignado a la localidad de Chimoré, en la zona central del Trópico de Cochabamba, y el viaje que realizaba era justamente para completar su traslado.

El viaje estaba previsto para la noche, aunque confesó que “no quería” hacerlo con la empresa de transporte involucrada en el suceso porque el autobús se veía “viejito”.

Finalmente se decidió y cargó sus cosas en el vehículo con ayuda del chofer, se acomodó en su asiento, se puso audífonos para escuchar música y comenzó a dormitar en el trayecto.

Avanzado el viaje, “empezó a gritar la gente, decían ‘pare, frene’. Mucha gente estaba empezando a llorar, las señoras más que todo”, relató.

“Boté mi celular, me agarré duro del asiento de adelante y me apoyé atrás” imaginando lo que vendría a continuación por la velocidad con que avanzaba el vehículo, explicó.

“Me agarré duro. Un rato hemos estado corriendo y de ahí se volcó. Al final salí gateando, fui uno de los primeros en salir. Me llevaron en una camioneta, creo que de la policía”, contó Tumiri, que llegó primero a la localidad de Colomi y desde allí le trasladaron en ambulancia hasta Sacaba.

Para el joven, es probable que se hubieran roto los frenos del autobús porque iba a una velocidad “extremadamente fuerte” sin que el chofer pudiera hacer algo para disminuirla.

ESPÍRITU COOPERADOR

Tumiri confía en que sus heridas físicas sanarán pronto y aunque tiene miedo de subirse a un autobús, sostuvo que “algo” hará para completar su traslado a Chimoré.

Además de trabajar en lo que le apasiona, el joven sobreviviente quiere ayudar a personas necesitadas, como los humildes indígenas que vio en las frías calles de La Paz cuando buscaba empleo.

“Me propuse que con mi primer sueldo iba a invitarles (algo), es mi sentir”, afirmó.

También se dedica a hacer música folclórica fusionada en su iglesia, con el propósito de tener a Dios siempre presente.

“Tal vez Dios no te lo va a demostrar de manera repentina, pero Él sabe cuándo nos va a mostrar su lealtad”, concluyó.




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