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Duncan Robinson: dos minutos de gloria y 10.000 horas de trabajo

Duncan Robinson: dos minutos de gloria y 10.000 horas de trabajo

Duncan Robinson (York, Maine, 29 años) apretó los puños, los brazos atenazados, y sus músculos hablaron por sí solos. Estaba rebosante de alegría, le salía rabiosa y a borbotones, se lo estaba pasando en grande durante sus dos minutos de gloria en las Finales de la NBA 2023. Llegaron en el último cuarto del segundo partido, cuando anotó 10 puntos en un estallido que estimuló la remontada de los Miami Heat y su victoria por 108-111 en el fortín de los Denver Nuggets, invictos hasta entonces en estos playoffs.

“Siento que juego a mi mejor nivel cuando me divierto sobre la pista. Intento ser respetuoso, pero pasármelo bien, disfrutar del escenario”, comentaba sobre la energética celebración de la canasta que cerró su poderoso fogonazo anotador, que transformó un 83-75 desfavorable en un 85-88 a su favor con 9:44 restantes en el reloj. “Como jugador sueñas con esto, no tiene sentido llegar hasta aquí y no disfrutarlo”, añadía. Además de dos triples marca de la casa, el escolta destacó con dos intrépidas penetraciones hasta la cocina, una característica inédita hasta hace bien poco para un especialista de su talla.  

Para Robinson, el disfrute es especialmente dulce en estas Finales. Su irrupción en la élite fue tan espectacular que pasó de completo desconocido a estrella en cuestión meses. El programa y cultura de los Heat le convirtió en uno de sus mejores activos ya en las Finales de 2020, y todo ello le permitió hace historia al año siguiente. En 2021, firmó el contrato más voluminoso para un jugador no seleccionado en el Draft: 90 millones de dólares en cinco temporadas. Era un cuento de hadas, un relato de película.

Sin embargo, en esta última campaña, la irrupción de otro undrafted con buena muñeca y mejor defensa le desplazó del quinteto titular de los Heat. “No siempre es un cuento de hadas, no siempre consigues lo que quieres”, recordaba él después de su gran segundo partido de las Finales. Para ponerlo en perspectiva, Nikola Jokic anotó los mismos puntos que él en el período definitivo.

De los minutos de la basura al protagonismo en playoffs

Max Strus le ha quitado protagonismo a Robinson a lo largo del año, especialmente en temporada regular. El escolta se vio de repente condenado al banquillo tras tres temporadas como titular indiscutible en el esquema de Erik Spoelstra. Su aportación pasó a ser incluso residual en varios tramos del curso, donde ha promediado 6,4 puntos en 16 minutos de juego y 42 apariciones. 

Dejó de ser una pieza clave, ya no aparecía en el relato, pero siguió trabajando a destajo para mejorar su juego y tener impacto a la mínima oportunidad: “He aprendido a lidiar con ello, apretar en los momentos malos. Hace que disfrute más de esto, pero también que me sienta más agradecido de las oportunidades y de no dar nada por sentado”.

Puro tirador, reclutado única y exclusivamente por ello en su momento después de fascinar durante un entrenamiento privado al jefe de ojeadores de los Heat, Chet Kammerer, Robinson ha trabajado a fondo para mejorar sus prestaciones en este curso desplazado de los focos en Florida. Más defensa, mejor bote y conducción y una amenaza más seria en los cortes a canasta han dado una nueva dimensión al triplista. “Estoy impresionado con la mejora de Duncan Robinson en el manejo”, comentaba Jeff Van Gundy en la retransmisión de ABC

Su explosión de dos minutos en el segundo asalto ilustró a la perfección su transformación: la misma muñeca letal, pero con la problemática añadida de convertirse en amenaza real y hacer daño atacando el aro y pisando la pintura. “Son cinco años de mucho trabajo, la regla de las 10.000 horas, de entrenamientos entre ellos dos”, decía Spoelstra sobre la conexión entre Robinson y Bam Adebayo en los ataques de Miami. “Necesitábamos que Bam pudiera anotar, luego que Duncan pudiera botar, cortar hacia canasta. Había que conectarlo, crear la sinergia. Lleva tiempo, y desarrollo de nuevas habilidades para ambos. Cuando los dos pueden leer el ataque y la defensa, cuando abandonan lo predeterminado, entonces brillan al máximo”.

Con Strus fino, Robinson ha necesitado un golpe de suerte para volver a ser protagonista en estos playoffs. Le llegó en forma de desgracia ajena, cuando Tyler Herro se rompió la mano nada más arrancar la fase final a mediados de abril. El reputado entrenador tuvo que sacudir sus alineaciones y el escolta se olió la oportunidad. Contra los Milwaukee Bucks, en primera ronda, firmó un espectacular 73,7% de acierto desde el perímetro que le consolidó en el cambio de rotación de la segunda unidad de Miami.

Aunque sufrió contra los New York Knicks y volvió a números mortales desde la larga distancia (28,6%), el entrenador mantuvo la confianza en él y se recuperó para las Finales de Conferencia. Contra los Boston Celtics, un 48,4% de acierto le devolvió sus mejores sensaciones, que ha trasladado a estas Finales de la NBA contra los Denver Nuggets.

Muy comedido en sus funciones, cabe destacar que su exhibición en el último cuarto resultó el perfecto ejemplo de la importancia de contar con buenos secundarios para cualquiera equipo de baloncesto en general. Se pasó 15 de sus 17 minutos en cancha sin anotar, pero luego desató en dos todo su talento cuando su franquicia le necesitó. “Solo quiero ayudar al equipo a ganar”, sentenciaba tras su papel fundamental en la victoria que lleva la eliminatoria empatada (1-1) a Miami esta madrugada del jueves en España (02:30h).




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