Dybala ilumina a una ofuscada Roma en Empoli

La Roma sigue ofuscada, enredada en la confusión, tanto para crear juego como para destruirlo. La pequeña gran diferencia con respecto al despropósito del Udinese (4-0) y el accidente del Ludogorets (2-1), es que, esta vez, disimuló su mejorable aspecto tras el resultado, un triunfo en Empoli con lo justo. Dybala iluminó en la oscuridad al conjunto de Jose Mourinho. Criticado por su intermitencia -sólo había marcado un doblete frente al Monza y firmado una asistencia ante la Juve-, fue constante en la búsqueda de la victoria: trallazo a la escuadra neutralizado por Bandinelli a la media hora y asistencia de fenómeno para el gol de primeras de Abraham en el 71, dirigiéndola justo al pie del inglés.  La Roma es ahora sexta, a un punto de un Nápoles que comparte liderato con la Atalanta y el Milan. 

El equipo capitalino constató en Empoli su preocupante falta de soluciones para abordar equipos replegados, cualquiera que sea su categoría y, lo que más inquietud debe causar en Mourinho, una alarmante endeblez defensiva. El conjunto romanista peca de poca movilidad y abuso de pases al pie, lo que le convierte en un equipo previsible y con falta de continuidad. Los recursos quedan a menudo reducidos a los centros laterales de los carrileros, lo que buscan, en definitiva, los rivales. Y eso que esta acción fue la única que le reportó ocasiones en la primera parte en medio de la escasez de oportunidades. 

El cabezazo de Abraham al palo a centro de Celik precedió a la maravilla de Paulo Dybala. La Roma dista mucho de proporcionar al argentino un plan definido de juego que le permite expresar toda su calidad pero a los astros también se les reclama que generen de la nada y lo hizo el ex de la Juventus. El delantero, con determinación y un perfecto gesto técnico, se lanzó a por un balón rechazado en la frontal y penetró la escuadra con su zurriagazo en el minuto 17. Grave descuido del Empoli al dejar desprotegida la zona pero excelsa definición de Dybala. 

Pero el equipo de Paolo Zanetti había advertido los problemas de la Roma para defender centros laterales, evidenciados en el correctivo sufrido en Údine (4-0). Los ‘giallarrossi’ pecan con frecuencia de ubicar su repliegue demasiado atrás, en su propia área, y de conceder la frontal y espacio en las bandas para proyectar centros laterales con tiempo.

La Roma sigue sin mostrar la solidez defensiva propia de los equipos de Mourinho 

Parisi asustó a la Roma con un remate a centro de Satriano, que le ganó la partida a Roger Ibáñez, y el gol del empate, en el minuto 30, terminó de probar la fragilidad romanista en los centros laterales en un encadenamiento de despropósitos en el área. Stojanovic la puso desde el costado derecho sin oposición y, tras un bote de balón sin que nadie despejara, Bandinelli cabeceó frente a la pasividad de Çelik. 

La Roma, aunque intentó ser más vertical y reafirmar la apuesta de intentarlo por la bandas, no salió de su discreto juego en la segunda mitad a pesar de las mayores concesiones del Empoli, más atrás y casi metido ya en el área con el avance de los minutos. Parisi sacó bajo palos un remate de Ibáñez pero los de Zanetti amenazaron con otro desastre romanista con un uno contra uno desperdiciado por Satriano, que finalizó fuera.

Y Dybala resolvió el entuerto en medio del desconcierto de los chicos de ‘Mou’. Antes ejecutor, fue esta vez el argentino creador en una vistosa y completa: movimiento de ruptura en banda de fuera hacia dentro, recorte y caricia al balón para ponerla al segundo palo para la aparición con remate de primeras de Abraham. 

El partido se revolvió en los minutos finales con una sucesión de fallos, polémicas e intervenciones del VAR. Empezó Pellegrini, estampando en el larguero en el minuto 79 un penalti provocado por Ibáñez, proyectándose mucho más en ataque el central en el segundo acto. A continuación, ajustado disparo de media distancia de Akpa-Akpro desviado al palo por Rui Patricio para que el ’11’ del Empoli dimitiera del partido, expulsado con roja directa tras acción revisada por el VAR por una patada a la cabeza de Smalling en un intento de remate.

Salió Belotti y pudo marcar, pero también necesitó de dos atajadas de Rui Patricio en los instantes finales una Roma que va con lo justo, excesivamente dependiente de la inspiración de Dybala. Hoy le ha servido, en el mañana quizás no. El jueves, frente al combativo pero inferior Helsinki en Europa League y con al apoyo del bullicioso Olímpico de Roma, se le exigirá más.