Cuando Edurne (Madrid, 36 años) llega enfundada en un top y llena de color al lugar de la entrevista ―la azotea de un hotel en la Gran Vía madrileña―, parece que deja de ser una fría mañana de finales de enero. Esconde su sonrisa tras una mascarilla, contenta a pesar de que su agenda le ha obligado a llegar una hora más tarde de lo previsto. La Edurne de antes de la pandemia no es la misma que se presenta ahora. Después de cinco años sin sacar nueva música, la madrileña vuelve con la reedición de Catarsis, un álbum que ha compuesto con total libertad y en el que ha incluido nuevas canciones. “Le he escrito a mi chico, a mi hija y he podido contar un montón de historias de las personas que me rodean”, afirma, y explica que ha sido posible gracias a que se encuentra en su “mejor momento, tanto profesional como personal”.
Se alegra tanto de volver a su ciudad natal que no duda en hacer varias fotografías de las imponentes vistas de la Gran Vía desde las alturas. Desde que vive en Manchester con su pareja, el futbolista David de Gea, ha regresado varias veces, pero no tanto como le gustaría. La crisis sanitaria en 2020 interrumpió tanto las visitas a Madrid como la promoción de la primera edición de su disco, razón por la que ahora ha decidido darle el apellido Deluxe. Sin embargo, agradece el parón porque le ha servido para tomarse un respiro y “reflexionar”, aunque se lamenta de no haber podido disfrutar del “contacto con la gente”, uno de los aspectos que más disfruta de su profesión. “Las redes sociales nos han ayudado a no sentirnos tan solos”, afirma, aunque cree que no son todo ventajas en lo que rodea a estas plataformas.
Las redes le acercan a sus seguidores, pero también a aquellos que le mandan mensajes negativos. “El problema es que la gente que se esconde detrás de las redes es gente anónima”, explica. Le gustaría que existiera una mayor regulación al respecto porque muchos llegan a su cuenta pública con el único fin de lanzar comentarios hirientes. “Aparte de tener mi profesión, soy pareja de un deportista. Y siendo pareja de un futbolista no te imaginas la cantidad de cosas y barbaridades machistas que me pueden llegar a decir”, se lamenta. Aunque goza de estabilidad mental, señala que este tipo de mensajes son realmente dolorosos. “A lo mejor yo puedo soportar más una crítica negativa, pero hay gente que no, y no sabes el daño que estás haciendo a esa persona”, recrimina a todos aquellos que se esconden tras sus perfiles virtuales.
La educación es para Edurne “la base” que consigue detener ciertos comportamientos hostiles, y eso ahora le toca de cerca con su hija de 11 meses, Yanay. Para la madrileña es importante transmitirle ciertos valores. “Que sea libre sobre todo y trate con respeto a los demás”, afirma. “Es fundamental que sea lo que quiera ser. Siempre va a tener el apoyo de sus padres”, apunta, asegurando que quiere que aprenda a tomar sus propias decisiones mientras tanto ella como su pareja intentarán “inculcarle lo mejor”.
Entre esos valores se encuentran el feminismo, del que habla en su canción No vives por mí. Su letra tiene un mensaje claro: “No hay nadie que pueda decirnos lo que tenemos o no que hacer”, apunta su autora. “Tanto en mi profesión como en cualquier otra, a veces sientes que te están dirigiendo”, afirma la cantante, que cree que “estamos avanzando” en este ámbito, pero “aún queda mucho camino por recorrer”.
Otra de las canciones que comparte en su nuevo álbum es Yanay, donde ha querido plasmar todo el amor que siente hacia su hija. “Es una fuente de inspiración tremenda porque tengo los sentimientos a flor de piel”, confiesa. “Por mucho que te hagas una imagen en la cabeza, hasta que no eres madre no sabes ese amor que puedes llegar a tener por una personita que acabas de conocer. Es impresionante, y es verdad que te cambia la vida”, asegura, admitiendo que no imaginaba que el sentimiento de una madre podía ser tan fuerte. Tanto es así que, incluso durante la entrevista, recuerda varias veces lo mucho que la echa de menos.
Admite entre risas que le llenaría de orgullo que Yanay decidiera ser cantante, y que entonces los consejos que podría darle serían infinitos. Tiene la experiencia de alguien que comenzó con nueve años a familiarizarse con el escenario, aunque su prioridad a esa edad, dice, siempre fueron los estudios. Más tarde hizo un año de Química en la universidad, y otro de Veterinaria, pero en el fondo siempre supo que su lugar estaba en la industria musical. Recuerda con cariño el primer momento en el que supo que quería dedicarse a la canción: “Fue en un concierto en Mieres [Asturias]. Estaba en la típica escalerita lateral del escenario, preparada con otros chicos y chicas. Y en ese momento sentí esa sensación que es una mezcla entre nervios y adrenalina, y pensé: ‘Esto quiero sentirlo de por vida’. Y a día de hoy lo sigo sintiendo”. Con los años lo consiguió al demostrar su valía en Operación Triunfo, programa que la hizo famosa y gracias al cual ha crecido como artista tanto dentro como fuera de la televisión.
Ahora asegura que su objetivo profesional más deseado es “saltar el charco” y visitar a sus seguidores latinoamericanos, que contactan a diario con ella a través de esas redes sociales que tanto le ayudan a mantener el vínculo directo con sus seguidores. Una relación que recupera paulatinamente entre firmas de discos y conciertos, con la seguridad de tener un álbum que ha alcanzado el número 2 de las listas de éxitos en España y la felicidad que le proporciona vivir en perfecto equilibrio con su familia a la que, asegura, está deseando ver.
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