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EE UU corteja a Modi para reforzar su estrategia ante China

EL PAÍS

El Gobierno de EE UU va a volcarse en agasajar, a partir de este miércoles, a Narendra Modi en Washington. El primer ministro indio será el invitado de honor en una cena de Estado, pronunciará un discurso ante ambas cámaras del Congreso y se reunirá con la vicepresidenta, Kamala Harris, y el presidente, Joe Biden. Las preocupaciones sobre la deriva autoritaria en la India o el respeto a los derechos humanos quedarán aparcadas. El país más poblado del mundo se ha convertido en un socio clave para la Casa Blanca, imprescindible en su estrategia para responder al auge de China, y Washington quiere estrechar sus lazos todo lo posible.

“Sabemos que la India va a ser un socio estratégico durante décadas”, aseguraba este martes el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense, John Kirby. Nueva Delhi, alegaba el alto funcionario, “muestra un deseo creciente de implicarse en el Indo-Pacífico” y “ha mostrado una creciente voluntad de sumarse a Estados Unidos para la defensa de algunos valores compartidos”.

Lejos quedan los tiempos en los que Washington vetaba una visita del primer ministro nacionalista hindú —lo hizo en 2005—, al considerar que tres años antes no había hecho lo suficiente para impedir unos disturbios antimusulmanes en Gujarat en los que murieron casi dos millares de personas. Modi será recibido con todos los honores en su primera visita de Estado, la tercera con la que Biden honra a un líder extranjero en su mandato y la tercera ofrecida a un dirigente indio en toda la historia. A lo largo de dos días de conversaciones, ambos gobiernos acordarán estrechar su cooperación en defensa, tecnología y materiales críticos, entre otros sectores clave. En un paso impensable hace solo unos años, Estados Unidos pactará transferir tecnología militar avanzada para que el gigante asiático fabrique armamento.

“Estamos tratando de llevar las cosas tan lejos como podemos, de maneras nuevas y más allá de lo que nunca hemos hecho por un país con el que no tenemos firmado un tratado de alianza”, considera Richard Rossow, del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS). “De hecho, para algunas cosas, especialmente cuando hablamos de compartir tecnología avanzada de seguridad y ayudar a India a ser más autosuficiente en algunas áreas de producción de armamento y material de defensa, estamos haciendo cosas que no habíamos hecho ni siquiera por aliados con los que tenemos tratados firmados”.

Si las relaciones de Washington y Nueva Delhi habían sido tradicionalmente distantes, y la India se había mostrado más cálida hacia Moscú, a lo largo de los últimos 20 años las sucesivas administraciones de EE UU han tratado de aproximarse a una potencia regional con cada vez mayor peso en Asia, de economía en ascenso y que aspira a convertirse en contrapeso de China.

El comercio entre los dos países batió un récord el año pasado al alcanzar los 191.000 millones de dólares (175.000 millones de euros). Estados Unidos invirtió cerca de 50.000 millones de dólares en la India el año pasado; las firmas indias, a su vez, han invertido cerca de 40.000 millones de dólares y creado cerca de 400.000 puestos de trabajo en el país socio. Las ventas de defensa de EE UU al país eurasiático, casi inexistentes en 2008, superan ya los 20.000 millones de dólares anuales.

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Para Washington, atraer a la India —socio en la asociación informal conocida como Quad, que también integra a Australia y Japón— es fundamental para su estrategia de seguridad en el Indo-Pacífico, precisamente para contrarrestar a Pekín. Nueva Delhi mantiene una áspera relación con su país vecino, aún más enrarecida desde un enfrentamiento fronterizo entre sus tropas en 2020 que se saldó con caídos en ambos bandos.

Pero Estados Unidos también está interesado en alejar a Nueva Delhi de su tradicional sintonía con Rusia. El Gobierno de Modi ha eludido condenar a Moscú por su invasión de Ucrania y compra petróleo barato a la antigua potencia soviética. Si en 2021, antes de que comenzara la guerra, la India adquiría a Rusia el 2% de sus importaciones de crudo, ese porcentaje se encuentra ahora en el 21%.

“Esperamos que la India continúe comprando su petróleo ruso en consonancia con el límite de precio que existe. Lo están haciendo, y esperamos que sigan haciéndolo”, ha apuntado Kirby.

Entre los acuerdos que se anunciarán durante la visita se espera el visto bueno de Estados Unidos para que la estadounidense General Electric fabrique motores en la India para los aviones caza de ese país, la compra de drones estadounidenses por parte de Nueva Delhi y la eliminación de impedimentos por parte de Washington para facilitar el comercio de defensa y de tecnología avanzada.

“La gente recordará esta visita del primer ministro Modi como un auténtico trampolín para la relación indo-estadounidense, en particular en lo que se refiere a cuestiones de defensa”, subrayaba el secretario adjunto de Defensa para el Indo-Pacífico, Ely Ratner, en una reciente charla en el Center for a New American Security (CNAS) en Washington. Una India fuerte que pueda defender sus intereses y contribuir a la seguridad regional es beneficiosa para Estados Unidos, según Ratner.

Además, Modi y sus interlocutores estadounidenses abordarán una mayor cooperación en el uso de inteligencia artificial, semiconductores, ciberespacio, tecnología cuántica, el espacio e infraestructura estratégica, entre otras áreas. ”Buscamos profundizar los lazos indio-estadounidenses en sectores clave como el comercio, la innovación, la tecnología y áreas relacioneadas”, tuiteaba el primer ministro antes de comenzar su viaje.

Acerca de los llamamientos lanzados por organizaciones defensoras de derechos humanos y algunos congresistas para que la Casa Blanca ponga sobre la mesa la situación de las libertades en la India —el líder de la oposición, Rahul Gandhi, fue condenado por difamación en marzo por burlarse del apellido del primer ministro—, Kirby ha respondido: “Es habitual que el presidente Biden, cuando habla con sus homólogos extranjeros, plantee temas que nos preocupan. Los derechos humanos son algo que preocupa a Estados Unidos, y es un elemento básico de la política exterior del presidente Biden”.

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