Estados Unidos sigue sin deshojar la margarita. A solo 10 días de que comience la Cumbre de las Américas en Los Ángeles (California), la Casa Blanca aún no sabe cuál será la lista de invitados. Y menos aún, la de los que aceptarán la invitación. La organización de la cumbre se ha convertido en una pesadilla diplomática. Lo que debía ser una oportunidad de ganar peso e influencia en la región se ha transformado en un tira y afloja contrarreloj. Mientras, los países aparentemente marginados (Cuba, Nicaragua y Venezuela) han decidido celebrar una reunión alternativa en La Habana para dejar en evidencia la poca habilidad de Washington en este asunto.
El Gobierno de Joe Biden transmitió que era poco probable que invitase a Venezuela, Nicaragua y Cuba, pues considera que solo los países que respetan la democracia deben asistir. Sin embargo, no llegó a afirmar claramente (aún no lo ha hecho) que no los iba a invitar. Jugó con la ambigüedad y se encontró con que los presidentes de otros países latinoamericanos, liderados por el de México, Andrés Manuel López Obrador, amenazaron con no acudir a la reunión si se marginaba a esos países.
El coordinador de la cumbre, Kevin O’Reilly, compareció este jueves por la mañana ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado. El senador Marco Rubio, de origen cubano, le fue preguntando si se había invitado al Gobierno venezolano de Maduro, al de Nicaragua y al de Cuba. “Absolutamente no”, “no” y “no que yo sepa”, fue la gradación de las respuestas, respectivamente. O’Reilly también dijo que Estados Unidos no reconoce como legítimo al Gobierno de Maduro, lo que parecía indicar que no se le invitará tampoco en estos días, pero en todo caso se remitía a la Casa Blanca sobre posibles modificaciones de la lista de invitados de última hora.
Sin claridad
El turno de la Casa Blanca llegó por la tarde, pero las expectativas de salir de dudas se vieron defraudadas: “Todavía estamos considerando invitaciones adicionales y las compartiremos cuando creamos que es apropiado, cuando sea definitivo. Será entonces cuando las compartamos. No tengo en este momento algo para compartir como una lista”, fue la escueta y esquiva respuesta de Karine Jean-Pierre, la portavoz de la Casa Blanca, en la rueda de prensa diaria al ser preguntada por el asunto.
El senador republicano Marco Rubio lo tiene más claro: “Biden no debe permitir que las amenazas de boicot de México nos obliguen a invitar a un dictador cubano a una cumbre de democracias Y si, como resultado, Obrador decide no venir es su pérdida, no la nuestra”, ha señalado este jueves.
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No es la primera vez que la diplomacia de Biden se encuentra en aprietos por la lista de invitados de una cumbre que organiza Estados Unidos. Le pasó con la llamada Cumbre de la Democracia, un encuentro virtual que organizó en diciembre pasado. No está claro qué es lo que está provocando ahora la indefinición de Washington. Sus diplomáticos están haciendo esfuerzos para evitar que la reunión sea un fracaso. Biden ha accedido a un encuentro bilateral con el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, lo que ha permitido garantizar su presencia en Los Ángeles. Y se especulaba con la posibilidad de invitar a una delegación cubana de segundo nivel para intentar que López Obrador no se descolgase.
Una “victoria diplomática” para Cuba
Mientras, el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, ha retomado la iniciativa en su pulso diplomático con Washington y este miércoles rechazó participar en el encuentro aunque finalmente fuese invitado. “Puedo asegurar que en ningún caso asistiré”, escribió el mandatario en su cuenta de Twitter, tras denunciar que la administración Biden “concibió desde un inicio que la Cumbre de las Américas no fuera inclusiva”.
Puedo asegurar que en ningún caso asistiré.
Como siempre ocurrió en el pasado, la voz de #Cuba se hará escuchar en la IX Cumbre de las Américas. (4/4)
— Miguel Díaz-Canel Bermúdez (@DiazCanelB) May 25, 2022
“Era su intención excluir a varios países, entre ellos Cuba, a pesar del fuerte reclamo regional a que se le pusiera fin a las exclusiones”, afirmó Díaz-Canel, que agradeció la posición “valiente y digna” de los líderes de la región que “han reclamado con firmeza que todos tienen que ser invitados en pie de igualdad”.
Para La Habana, la polémica generada y las críticas de numerosos países a la política de exclusiones de EE UU, encabezadas por la del presidente mexicano López Obrador, que ha dado a entender que él no asistirá a la Cumbre aunque estará representado a través de su ministro de Relaciones Exteriores, son de hecho una victoria diplomática con independencia de quién participe y quiénes sean doblegados “por las presiones de Washington”.
“Es conocido que Estados Unidos ha estado realizando intensas gestiones y ha ejercido brutales presiones, a fin de desmovilizar los justos y firmes reclamos de la mayoría de los países de la región de que la Cumbre debe ser inclusiva”, expresó Díaz-Canel, afirmando que, de cualquier modo, “la voz de Cuba se hará escuchar en la IX Cumbre de las Américas”.
Más allá de qué países sean finalmente invitados a Los Ángeles y quiénes de un modo u otro apoyen el boicot a la cumbre ―algunos países ya han dicho que no asistirán, y otros que sí lo harán han anunciado que criticarán en el foro a Estados Unidos por los vetos―, lo cierto es que nunca antes Washington se había visto tan cuestionado diplomáticamente en la región, y eso para el Gobierno cubano vale mucho.
A comienzos de semana, La Habana convocó sorpresivamente una cumbre extraordinaria de los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), fundada en 2004 por Fidel Castro y Hugo Chávez, a la que asistirán los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; Nicaragua, Daniel Ortega, y Bolivia, Luis Arce, además de los primeros ministros de varias islas del Caribe.
La XXI cumbre del ALBA, que se celebra este viernes, servirá “para que los líderes de las naciones que integran el ALBA compartan estrategias de desarrollo comunes y analizarán la situación política regional”, según un escueto comunicado oficial, aunque a nadie se le escapa que su objetivo es visibilizar la polémica y un frente común ante Washington en momentos en que la Cumbre de las Américas se ha convertido en un hueso atragantado para la Administración Biden.
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