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EE UU y Arabia Saudí señalan a Irán por el ataque y preparan la respuesta



Las posibilidades de un acercamiento entre EE UU e Irán con el fin de abrir una nueva negociación nuclear parecen heridas de muerte en este momento, incluida la vía de una reunión inminente entre Donald Trump y Hasán Rohaní, salvo volantazos de última hora. El presidente estadounidense advirtió el domingo por la noche de que su país estaba listo para responder a la ofensiva del sábado, a la espera de conocer las conclusiones de Arabia Saudí.
A ninguno de los dos países les convence la versión de las milicias yemeníes Huthi, apoyadas por el régimen iraní, que han reivindicado el ataque en solitario. “¿Recuerdan cuando Irán derribó un dron, alegando que había sucedido en su espacio aéreo, pero de hecho no estaba ni cerca de él? Mantuvieron esa historia de forma tajante sabiendo que era una gran mentira”, recalcó este lunes Trump en su cuenta de Twitter, en referencia al ataque a un dron estadounidense el pasado junio. “Ahora —continuó el mandatario en su mensaje— dicen que no tiene nada que ver con el ataque en Arabia Saudí. ¿Lo veremos?”.

Por la tarde, en declaraciones a la prensa en la Casa Blanca, Trump combinó el lenguaje combativo con el mensaje de que, en realidad, no busca guerra. Enfatizó que Estados Unidos está “más preparado” para un conflicto que ningún país en la historia, si bien le gustaría “evitarlo”. El republicano insistió en que Irán “parece detrás” de los bombardeos, pero que informará de la conclusión definitiva. El secretario de Estado, Mike Pompeo, viajará a Arabia Saudí en breve para abordar el asunto. “Debemos sentarnos con los saudíes y decidir algo”, apuntó Trump, y se negó a dar por liquidada la posibilidad de un acuerdo nuclear con Irán, ya que, aseguró, “ellos quieren un pacto”.
El presidente iraní, por su  parte, afirmó desde Ankara que “el pueblo yemení no puede simplemente quedarse mirando cuando destruyen su país. Defiende su país y lleva a cabo contrataques”.
Riad ha evitado acusar directamente a Teherán. Sin embargo, todas las declaraciones de sus responsables apuntan a su rival por la hegemonía en la región. Se trata de una pequeña, pero significativa, diferencia para evitar tener que hacer realidad su declarada voluntad de hacer frente a los ataques. “Las primeras investigaciones indican que las armas utilizadas eran iraníes (…) El ataque terrorista no se originó en Yemen como ha afirmado la milicia Huthi”, declaró este lunes el coronel Turki al Malki, portavoz de la coalición árabe que, bajo la dirección de Arabia Saudí, combate a los rebeldes yemeníes. Al Malki, un oficial de aviación saudí, también dijo que estaban trabajando para determinar el lugar desde el que salieron los drones y que harían pública la información en cuanto la tuvieran.
Su información se queda un paso más atrás de la que funcionarios de EE UU han filtrado a la prensa de ese país. No hay pruebas concluyentes sobre la mesa por el momento y Washington no ha hecho oficial aún su conclusión final. Para Arabia Saudí se trata de un asunto muy delicado. Cuando el pasado sábado el presidente Trump llamó para interesarse por el daño causado a las plantas de Abqaiq y Khurais, el príncipe heredero, Mohamed Bin Salmán, le dijo que el Reino estaba “preparado para hacer frente a esa agresión terrorista”, según difundió la agencia de noticias estatal SPA. Acusar a Irán le exigiría actuar, algo que de momento no parece estar en su agenda. El propio portavoz militar puso los ataques en un contexto más amplio. “Este acto cobarde ataca sobre todo la economía global, no a Arabia Saudí”, aseguró, dando a entender que una eventual respuesta debiera ser también global. Un comunicado posterior del Ministerio de Exteriores saudí incidía en ese aspecto y anunciaba que Riad va a “invitar a expertos internacionales y de la ONU para que consideren las medidas adecuadas” cuando se determine el origen de los ataques.
El resultado de la intervención en Yemen, que lanzó el príncipe Mohamed apenas nombrado ministro de Defensa en 2015, tampoco anima a considerar nuevas aventuras bélicas. Después de cuatro años y medio de bombardeos, la coalición no ha logrado desalojar a la milicia Huthi de Saná, la capital yemení, y ha sumido el país más pobre del mundo árabe en la peor crisis humanitaria que afronta la ONU.
Nuevas operaciones
Reforzados por el éxito mediático del ataque del sábado, los rebeldes Huthi han amenazado con nuevas operaciones contra esas infraestructuras clave para la economía, y la supervivencia, de su vecino del norte. Además, advirtió a empresas y ciudadanos de terceros países de que eviten las instalaciones petroleras saudíes. “Tenemos el brazo largo y este puede alcanzar cualquier lugar, en cualquier momento”, declaró el general Yahya Sari, portavoz militar Huthi. Desde el podio de la televisión Al Masirah, Sari también pidió a Riad que “revise sus cálculos y ponga fin a la agresión y el bloqueo contra Yemen”.
El bombardeo de las plantas petroleras de Abqaiq y Khurais ha obligado a Arabia Saudí a suspender la producción de 5,7 millones de barriles diarios de crudo, la mitad de su volumen habitual y casi el 6% de la producción mundial. Estados Unidos, por su parte, ha autorizado ya la movilización de su Reserva Estratégica de Petróleo, para caso de necesidad, un mensaje que sirve para tranquilizar al mercado respecto a la parte de oferta perdida con el ataque a las refinerías saudíes y así contener la subida de precios. Los incrementos iniciales del barril Brent —la referencia en Europa—, que llegaron al 19%, se acabaron conteniendo al 15%.
La escalada de tensión, sin embargo, resulta más difícil de contener. La semana pasada Trump había dejado abierta la puerta a una suavización de las sanciones económicas contra Irán por su carrera nuclear, con el fin de favorecer las conversaciones en la búsqueda de un nuevo pacto. Este martes, tanto esa opción como la celebración de un encuentro con Rohaní sin condiciones previas —tan pronto como la semana que viene, aprovechando la Asamblea de Naciones Unidas en Nueva York— parece algo imposible.

Las imágenes del incendio del pasado sábado. atlas


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