Ejecución de tres niñas se atribuye a “Los Mexicles”, brazo armado del Cártel de Sinaloa, revela Fiscalía

Ejecución de tres niñas se atribuye a “Los Mexicles”, brazo armado del Cártel de Sinaloa, revela Fiscalía

Por Agencias

Ciudad Juárez, Chih, 27 de agosto .- Integrantes de la pandilla de “Los Mexicles”, brazo armado del Cártel de Sinaloa, son los asesinos de tres niñas de 14, 12 y 4 años en Ciudad Juárez, Chihuahua, confirmó la Fiscalía General del Estado. Informó que los sujetos armados ingresaron al rancho de la familia, ubicado en la colonia Riveras del Bravo, en busca de algunos hombres, por lo que asesinaron al tío Rafael Gordillo González de 25 años, y a sus sobrinas Lindsay, Sherlyn y Arleth, de 14, 13 y 4 años; además secuestraron a otro, cuya identidad fue reservada.

Los cuerpos fueron hallados dentro de una camioneta con su tío, y en el lugar encontraron más de 100 casquillos percutidos, todos de armas de fuego de grueso calibre como R-15 y AK-47, mejor conocidos como “cuernos de chivo”. “Los Mexicles” son un brazo armado del Cártel de Sinaloa y sostienen una lucha contra el Cártel de Juárez.

Las primeras averiguaciones han señalado como responsables del ataque a “Los Mexicles”, una facción del Cártel de Sinaloa. Se trata de una de las células armadas y más violentas del grupo criminal. Los reportes señalan que nacieron como una banda de robo de vehículos, asalto a comercio y extorsión. Fue formada por pandilleros deportados de Estados Unidos a México que inicialmente se asentaron en la zona norte del país.

De acuerdo con viejos documentos de la extinta Procuraduría General de la República (PGR), el mayor número de criminales que conforman esta célula habitan en las colonias Altavista, Felipe Ángeles y Chaveña. Fueron reclutados por el Cártel de Sinaloa para hacerle frente al Cártel de Juárez.

De asaltantes se convirtieron en sicarios al servicio de Guzmán Loera, con una estructura casi militar que registra rangos como tenientes y sargentos. Según medios especializados en el crimen organizado, los integrantes se llegaban a comunicar a través de mensajes escritos en náhuatl a fin de hacer difícil la filtración del texto. Esta práctica se originó en las prisiones de Estados Unidos como una forma de evitar que los policías de las cárceles entendieran lo que hablaban.


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