Un recluso del corredor de la muerte de Texas cuyo caso redefinió el papel de los asesores espirituales en las cámaras de ejecución de todo el país recibió la inyección letal la noche del miércoles, pese a los esfuerzos de un fiscal de distrito para detener su inyección letal.
John Henry Ramírez, de 38 años, fue ejecutado en la penitenciaría estatal de Huntsville, y conforme a sus deseos tuvo el apoyo de su consejera espiritual hasta el último instante.
Ramírez fue condenado por matar a Pablo Castro, de 46 años, en 2004, mientras sacaba la basura cuando trabajaba en una tienda de conveniencia en Corpus Christi. Castro era empleado de una tienda de conveniencia en Corpus Christi y los fiscales dijeron que Ramírez le robó $1.25 y lo apuñaló 29 veces.
El asesinato de Castro tuvo lugar durante una serie de robos; Ramírez y dos mujeres habían estado robando dinero después de una jornada de consumo de drogas por tres días. Ramírez huyó a México pero fue arrestado tres años y medio después.
APOYO ESPIRITUAL HASTA EL ÚLTIMO MOMENTO
En marzo, la Corte Suprema de EEUU se puso del lado de Ramírez quien pedía modificar las reglas sobre la presencia de representantes espirituales y dijo que los estados deben adaptarse a los deseos de los condenados a muerte que desean que sus líderes religiosos oren y los toquen durante sus ejecuciones.
Así que este miércoles, en la cámara de ejecución, su consejera espiritual, Dana Moore, colocó su mano derecha sobre el pecho del recluso y la mantuvo allí durante todo el tiempo. De espaldas a los testigos, Moore ofreció una breve oración.
“Mira a Juan con tu gracia”, oró. “Concédele la paz. Concédenos a todos la paz”. Cuando terminó la oración de Moore, Ramírez respondió: “Amén”.
SU PETICIÓN LLEGÓ HASTA LA CORTE SUPREMA
Ramírez había desafiado las reglas de la prisión estatal que impedían que su pastor lo tocara y orara en voz alta durante su ejecución, diciendo que se estaba violando su libertad religiosa. Ese desafío provocó que su ejecución se retrasara, así como las de otros.
El lunes, la Junta de Indultos y Libertad Condicional de Texas se negó por unanimidad a conmutar la sentencia de muerte de Ramírez por una pena menor. Su abogado había dicho que Ramírez agotó todas las apelaciones posibles.
El fiscal principal en el juicio de Ramírez en 2008, Mark Skurka, dijo que era injusto que Ramírez tuviera a alguien orando por él mientras muere cuando Castro no tuvo la misma oportunidad.
El monto de la recompensa aumentó a $ 8,500 si se recibe información que conduzca a su arresto.
“Ha tardado mucho en llegar, pero es probable que Pablo Castro finalmente obtenga la justicia que su familia ha buscado durante tanto tiempo, a pesar de los retrasos legales”, dijo Skurka, quien luego se desempeñó como fiscal de distrito del condado Nueces antes de jubilarse.
Kretzer dijo que la consejera espiritual de Ramírez, Dana Moore, podría sostener una Biblia en la cámara de la muerte, algo que antes no se había permitido.
El caso de Ramírez dio otro giro en abril cuando el actual fiscal de distrito del condado Nueces, Mark González, le pidió a un juez que retirara la sentencia de muerte y retrasara la ejecución, diciendo que se había pedido por error. González dijo que considera que la pena de muerte es “poco ética”.
Durante un video en vivo de Facebook de casi 20 minutos, González dijo que cree que la pena de muerte es una de las “muchas cosas que están mal en nuestro sistema de justicia”. González dijo que no buscaría la pena de muerte mientras permanezca en el cargo.
No devolvió una llamada telefónica o un correo electrónico en busca de comentarios.
También en abril, cuatro de los hijos de Castro presentaron una moción pidiendo que se mantuviera la orden de ejecución de Ramírez. “Quiero que mi padre tenga finalmente su justicia y también la paz para finalmente seguir adelante con mi vida y que esta pesadilla termine”, dijo en la moción Fernando Castro, uno de sus hijos.
En junio, un juez rechazó la solicitud de González de retirar la fecha de ejecución del miércoles. El mes pasado, la Corte de Apelaciones en lo Penal de Texas se negó incluso a considerar la solicitud.
Ramírez es el tercer recluso ejecutado este año en Texas y el undécimo en Estados Unidos.
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