El 26 de julio y la fuerza descomunal de lo pequeño | Artículo

 Julio Moguel

I

El 26 de julio de 1953, 135 jóvenes, hombres y mujeres, que promediaban los 20 años de vida –Fidel Castro tenía entonces 27– intentaron la toma militar del Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, en lucha armada contra la dictadura de Batista. Hoy, en el mundo, pocos jóvenes saben que aquellos sus similares rebeldes “abrieron un mundo” en la transformación del mundo. Lo que sigue de ello es historia conocida: el Movimiento 26 de julio (M-26-7) abrió el curso a un proceso revolucionario que triunfó el 1º de enero de 1959, con la entrada de los rebeldes a La Habana.

Con la fallida acción rebelde de 1953 se confirmó el proverbio chino de que “el aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Y a la vez se confirmó la teoría del matemático y meteorólogo Edward Lorenz, quien descubrió el “efecto mariposa”, según el cual “dadas unas circunstancias peculiares del tiempo y condiciones iniciales de un sistema dinámico caótico”, un fenómeno aparentemente inocuo, simple y “pequeño” –como el aleteo de una mariposa– puede generar un efecto considerablemente grande en el “sistema global” a corto, mediano o largo plazos. Lorenz descubría, acaso sin querer, lo que en los chinos ya estaba naturalizado en su ADN: la filosofía del poder real o potencial de lo pequeño. Filosofía que aplicó con ciencia y paciencia el pueblo vietnamita, cuando en una guerra que duró veinte años derrotó con humillación a la mación más poderosa y prepotente del mundo.

Getty

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II

 Cuba tiene una extensión de 109,884 kilómetros cuadrados, 37,131 menos a los que suman las superficies de las dos Baja California mexicanas, con una población de 11,333,483 personas, prácticamente la mitad de la que hoy habita en la zona metropolitana de la Ciudad de México. Ha sido en esa burbuja planetaria donde se ha generado uno de los mayores y más significativos procesos revolucionarios de todos los tiempos.

¿Cuál ha sido el “efecto mariposa” de ese “aleteo” que se inició con el asalto al Cuartel Moncada? Es imposible saberlo, y no es momento para hacer “filosofía de la historia” ni para marcar líneas de causalidad directas que acerquen nuestra mirada al proyectismo. Las herencias de este tipo se reproducen a la manera de una metástasis o de un tejido rizomático complejo, ajenas al “modelo arbóreo” con el que generalmente se lleva a cabo el análisis de los procesos históricos.

Desde esta mirada podemos afirmar que América Latina y el mundo no hubieran encontrado un cauce de transformaciones profundas como las que se emprendieron en algunos de los mencionados espacios planetarios –desde los años sesenta en adelante– sin aquel momento “pequeño” en aquella isla “pequeña”.

Son numerosos los casos concretos en los que llegó a registrarse “el impacto” de aquel aleteo, pero aquí pudiéramos mencionar, sólo como ejemplo, las revoluciones o cambios democráticos en el Chile de Allende, en el Uruguay de los Tupamaros o del Frente Amplio, o en la serie de triunfos progresistas por la vía del sufragio en Brasil, Argentina, Perú o en el Estado Plurinacional de Bolivia. Más ligado a nuestro presente, el aleteo del M-26-7 ha mostrado sus huellas en Argentina, en Bolivia o en Chile, sin dejar de mencionar el despliegue de “La 4ª Transformación” en México.

Mapeco

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III

No hay que esforzarse demasiado para saber lo que significó para el género humano la desactivación, en 1962, de la denominada “crisis de los misiles”, siendo Cuba, esa pequeña isla, el lugar planetario en el que se anudó y resolvió el mencionado conflicto. Y no hay que tener un conocimiento especializado para saber lo que ha significado desde entonces el “cerco” o el “bloqueo” que Estados Unidos impuso durante décadas para tratar de acabar con ese epicentro del pensar y del quehacer transformativos en una escala global.

La ofensiva contra el pueblo cubano por parte del Imperio ha adquirido nuevamente, dentro del marco de la crisis económica mundial y la pandemia, un nuevo curso virulento, con un nuevo cerco o embargo criminal que apunta hacia un renovado intento por parte de Estados Unidos de intervenciones guerreras. Bloquear intencionalmente las remesas y el uso de las instituciones financieras globales con las que la isla oxigena de alguna manera sus pulmones es hoy por hoy ya un nuevo golpe de fuerza que cabe en el marco de lo bélico. Porque supone el daño, así sea “colateral” o disfrazado, de muchos cubanos que, si se mantienen tales condiciones, morirán por hambre o por el terco y persistente virus de Covid. Se trata en este caso en realidad de la “continuación de una guerra”, porque tiene como base las 243 medidas coercitivas contra Cuba establecidas por la administración de Trump.

La reacción –inmediata–, el pasado 13 de julio, del presidente de México, frente a tales circunstancias, tiene importantes antecedentes en nuestra historia moderna (descontando los groseras y grotescas maneras de tratar las relaciones de México con Cuba por parte de los gobiernos neoliberales de Fox, Calderón y Peña Nieto), y debe ser considerada como un posicionamiento nacional de la mayor significación en el apoyo a Cuba y en la definición de una política internacional que marca –y marcará sin duda, en lo que sigue– nuevas y fructíferas líneas de defensa y lucha contra el Imperio.

Dijo en ese momento López Obrador en “la mañanera”: “Lo primero que se debería hacer sería suspender el bloqueo a Cuba. México siempre ha sido solidario con Cuba y con todos los pueblos del mundo”. Un día después, AMLO reiteró su rechazo al bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, calificándolo como violatorio de los derechos humanos.

Cuartoscuro

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IV

Pero fue en definitiva el 24 de julio, fecha que marcó el 238 aniversario del natalicio de Simón Bolívar, donde AMLO radicalizó su discurso y planteó una nueva perspectiva de unidad –y lucha– latinoamericana frente a las nuevas medidas e intenciones guerreras del Imperio. Ninguna de las líneas del discurso tiene desperdicio, pero cabe aquí transcribir dos partes decisivas:

Creo que, por su lucha en defensa de la soberanía de su país, el pueblo de Cuba merece el premio de la dignidad y esa isla debe ser considerada como la nueva Numancia por su ejemplo de resistencia, y pienso que por esa razón debiera ser declarada patrimonio de la humanidad.

¿La nueva Numancia? ¡AMLO se refiere en este caso al pueblo que resistió la ofensiva guerrera de los romanos y que prefirió suicidarse antes que rendirse a su enemigo!

¡Y no es de menor relevancia la propuesta de declarar a la isla como patrimonio de la humanidad, para generarle una inmunidad globalizada bajo la solidaridad y el apoyo permanente de los países democráticos del mundo!

AMLO fue aún más allá en el discurso mencionado para decir que:

[No habría que descartar] la sustitución de la OEA por un organismo verdaderamente autónomo, no lacayo de nadie, sino mediador a petición y aceptación de las partes en conflicto, en asuntos de derechos humanos y de democracia […]

V

Dice el habla popular que “del dicho al hecho hay mucho trecho”. Pero no es este el caso: el domingo pasado dos barcos de la Marina se dirigieron a la isla para llevar ayuda sanitaria y alimentaria, con “jeringas, tanques de oxígeno, cubrebocas, leche en polvo, frijoles, harina de trigo, latas de atún, aceite comestible y gasolina diésel”.

Como ya ha sucedido en otros tiempos, la nueva ofensiva de los Estados Unidos contra Cuba terminará por reunificar a una América profunda que, sabemos, sabe pelear y se mantiene permanentemente en pie de lucha.


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