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Cuando era pequeña, Libertad no podía imaginarse que un día, haciendo honor a su nombre, acabaría hablando con todo el mundo de uno de los temas más tabú que existen para el ser humano: la caca.
Se calcula que una persona produce un promedio de 54 kilos de excrementos al año; más de siete millones de kilos diarios en España que, empujados por las aguas residuales, cruzan un laberinto de tuberías hasta llegar a un río o al mar.
Cuando las personas no tienen acceso a ningún tipo de sistema de saneamiento, los excrementos acaban directamente en la tierra, sin tratar y, por lo tanto, contaminando el suelo y aumentando así la probabilidad de transmitir enfermedades. La ausencia de saneamiento es la segunda causa de mortalidad infantil en el mundo.
Primer error: dar por descontada la existencia del retrete. Pensar que no existe privilegio en el gesto de sentarse y que una cadena lo haga desaparecer todo. Pero lo es: más de 892 millones de personas se ven obligadas a hacerlo al aire libre por falta de acceso a un retrete.
“Tener un baño donde ir, donde se recojan las excretas y se gestionen adecuadamente es vital”, cuenta Libertad. “Cada euro que se invierte en saneamiento se devuelve, se retorna a la sociedad multiplicado por cinco, porque disminuyen las tasas de enfermedades, la ausencia laboral, la sociedad está más sana, más fuerte”, explica Libertad.
Volver a los ciclos de la naturaleza
Libertad Gómez creció en un entorno rural al norte de la provincia de Cáceres. Cuenta que siempre le llamaron la atención las personas que conocían cómo funcionaban los ciclos de la naturaleza: el del agua, el de la tierra, el de los nutrientes. Quizás por aquella admiración a los procesos que sostienen la vida y los ecosistemas se licenció en Ciencias Ambientales y se especializó después en Agua y Saneamiento. Trabajó en cooperación internacional, viajó mucho, aprendió sobre la gestión de recursos en Chiapas, sobre autoabastecimiento en pequeños pueblos de los Pirineos. Con una mochila llena de experiencias, regresó a Extremadura.
Para entonces, Libertad ya empezaba a ser una de esas personas a las que ella admiraba siendo niña: las que conocen cómo funcionan los ciclos. “El agua es el pilar básico para el desarrollo de cualquier sociedad. Si no tienes agua no tienes salud, y sin salud no se puede prosperar”, cuenta. “Agua, saneamiento e higiene son un triángulo que no se puede disociar. Si hay ausencia de saneamiento el agua está contaminada. Si tomas agua contaminada te enfermas. Si tienes agua y saneamiento pero no practicas buena higiene, también puedes contraer enfermedades”.
Siguiendo el recorrido del agua, Libertad se encontró con la realidad de los retretes y empezó a cuestionarla: “Con el tratamiento de los residuos en el modelo convencional de saneamiento, se rompe el ciclo natural de los nutrientes. Usamos demasiada agua, la contaminamos con productos químicos y, al mismo tiempo, al no devolver los nutrientes a la tierra, necesitamos usar fertilizantes, la mayoría de las veces químicos y de absorción rápida, que contaminan los suelos”.
Baños sin agua, sin productos químicos y sin olores
Si este sistema es un derroche, ¿por qué no existen muchas más alternativas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente? Eso se preguntaba Libertad mientras recopilaba todo lo que había aprendido en su formación y en sus trabajos en otros países. Piezas de un puzle que un día se transformaron en su primer prototipo de baño ecológico.
“El primero tenía que impresionar, tenía que ser un lugar bonito y agradable. Luis, mi chico, fue el primero que lo probó y, a los cinco minutos de terminar, ahí parecía que no había pasado nada”. ¿Un retrete en el que no haya agua, que no use productos químicos y que no huela? Una de las claves es la ventilación, el ciclo del aire. “Creamos un tubo, una chimenea que tiene que ir pintada de negro para que se genere más calor y se produzca un flujo de aire siempre ascendente, lo que permite que la cámara esté siempre ventilada y evitar así los olores”.
Para el compostaje, los excrementos −mezclados con serrín− se almacenan en pequeños depósitos para después transportarse, bien a un lugar de tratamiento −como una compostera−, bien a un contenedor más grande para su traslado a la planta de compostaje o biogás.
Una nueva experiencia para los baños festivaleros
Si aquello funcionaba, había que lanzarse. Así nacía Nantic, los baños ecológicos fabricados artesanalmente en Extremadura que se basan en un modelo de saneamiento que no desperdicia agua, que no contamina y que reconoce los excrementos humanos como un valioso recurso en lugar de como un residuo.
“Con nuestro sistema es posible devolver los nutrientes a la tierra, adonde pertenecen, simplemente integrándolos de nuevo en el ciclo natural mediante técnicas de compostaje”, explica Libertad. Nantic significa madre en la lengua de una comunidad tseltal, etnia indígena que habita en la sierra Norte de Chiapas, en México, en la que Libertad trabajó con un proyecto de saneamiento. Cerrando ciclos.
Prácticamente en el mismo momento en el que nace el primer prototipo, decide enfocar los baños a eventos y festivales. “Vimos que existía la necesidad de crear una alternativa a las cabinas de plástico que todos hemos usado en alguna ocasión y queríamos aportar una alternativa ecológica y que funcionara mejor, que fuera más agradable”.
Es imposible no estar de acuerdo: todo el mundo recuerda la difícil experiencia de pasar por un baño móvil en un festival. El contorsionismo, el olor, la suciedad, las ganas de aguantarte para no tener que entrar… La particularidad de la propuesta de Nantic es que no presenta olores y todo es mucho más higiénico.
La idea es que no solo mejore la experiencia de las personas que pasan por el baño, con menos olores y más espacio, sino que exista un impacto de conciencia sobre la posibilidad de crear alternativas ecológicas, sostenibles y con un mayor beneficio para el medio ambiente. Entender que todos somos parte del problema y parte de la solución. Imagínatelo: ir al baño y pensar que estás contribuyendo a devolver a la tierra lo que es suyo.
En poco más de tres años de vida, han construido una flota de 60 sanitarios y 40 urinarios masculinos por la que han pasado más de 10.000 personas de todo el mundo. “Desde que funcionan nuestros baños Nantic, hemos logrado que 20 toneladas de residuos humanos no acaben contaminando ríos o suelos, sino que hayan sido devueltos a la naturaleza a través de compost”, dice orgullosa Libertad. Si además pensamos que, en cada descarga, un baño convencional desperdicia de media seis litros de agua, no es difícil calcular los litros que estos baños permiten ahorrar en un solo día de festival con más de 2.000 personas.
‘Best job ever’
Después del primer festival al que Nantic acudió con sus baños ecológicos, se dio cuenta de que el sistema necesitaba la implicación de más personas para su mantenimiento. Como cualquier cambio de modelo hacia uno más sostenible y ecológico, se cumple la máxima: sin cooperación, no hay cambio posible.
Crearon entonces Komposteam, una organización sin ánimo de lucro para gestionar a personas voluntarias en los festivales. A cambio de la entrada y todas las comidas, colaboran en el mantenimiento de los baños ecológicos. Pero, sobre todo, se trata de vivir la experiencia de ser parte de un cambio de modelo, más cuidadoso con el medio ambiente y con las personas.
“Cuando vamos a un evento y nos ocupamos del mantenimiento y la limpieza de los baños, parece que somos las estrellas del evento porque a la gente le gusta tanto los baños… Agradecen tanto tenerlos siempre limpios, que huelan bien, que además sean ecológicos, que continuamente nos felicitan”, explica Libertad.
Es tal el cambio de modelo que lo que a priori podría sonar como un verdadero marrón (limpiar los baños en un festival) se convierte en una experiencia transformadora. Por eso todos llevan en su camiseta la frase Best job ever (el mejor trabajo del mundo), porque no existen muchas experiencias en las que el trabajo se viva con alegría y con el agradecimiento de los demás.
A lo largo de nuestra conversación, Libertad insiste en la idea de que su proyecto es un granito de arena, un modelo, una propuesta… pero que el cambio tiene que ver en realidad con la voluntad de querer cambiar las cosas. “La tecnología de un baño ecológico es tan básica y replicable que se puede reproducir en cualquier lugar donde se necesite: desde los eventos, que es a lo que nosotros nos hemos dedicado, hasta las casas particulares, furgonetas… o incluso en contextos de catástrofes naturales donde este tipo de baños puede evitar la propagación de enfermedades y epidemias”.
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Contenido adaptado del vídeo de Libertad
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Los baños portátiles son incómodos y poco respetuosos con el medio ambiente. Libertad Gómez es la creadora de Nantic, una alternativa ecológica a los sanitarios convencionales que recupera nuestros desechos para convertirlos en compost.
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Me crié en un entorno rural y la verdad es que era una niña muy creativa, muy imaginativa, me gustaba mucho inventar y estar en contacto siempre con animales y con plantas. Eso fue lo que me llevó a estudiar Medio Ambiente.
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Finalizada la carrera vi que había un máster muy interesante en abastecimiento de agua potable y saneamiento en el contexto de la cooperación internacional. Los baños ecológicos empezamos a estudiarlos en el máster de cooperación y a mí la verdad es que me fascinó la idea porque me hizo darme cuenta de qué estamos haciendo. No tiene sentido.
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¿Por qué tenemos que coger el agua potable, que además es un bien escaso y valioso, la canalizamos y la llevamos al retrete para después ensuciarla y después tener que volver a depurarla? Si dejamos de utilizar el agua dejamos de malgastar ese recurso, ahorramos un montón de dinero en depuración y evitamos en muchos casos, en la mayoría, la contaminación de suelos y de aguas.
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Fue cuando me di cuenta de que el ecosaneamiento es una tendencia mundial. Fue como un clic y, a partir de ahí, sería trabajar con los baños ecológicos. Se me ocurrió hacer un prototipo y a ver qué tal podría funcionar.
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Nantic es la alternativa ecológica y sustentable al saneamiento convencional. Los baños ecológicos funcionan sin agua, sin productos químicos, sin conexión a la red, completamente autónomos, portátiles, pero sin renunciar a ninguna comodidad de un baño convencional.
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Los festivales, los eventos, son cada vez más sostenibles, apuestan por implementar medidas hacia la sostenibilidad y que los baños son una pieza fundamental. Esto es algo que me hace sentir que el proyecto vale la pena y que puede funcionar.
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Es una tecnología súper sencilla: En lugar de tirar de la cadena o de darle a ningún tipo de dispositivo, lo que tienes que hacer es coger un vasito y echarle serrín y cubrirlo todo. Así evitamos que aparezcan moscas y que haya malos olores. Lleva por detrás un depósito donde se van almacenando las excretas y después se gestionan.
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Esto puede ir directamente a tratamiento, a una compostera, para transformar lo que era un residuo en un material que luego es devuelto de nuevo a la tierra ya libre de contaminación y que permite devolver la fertilidad al suelo.
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Quien quiera, tanto por necesidad como por conciencia, por decir “yo quiero hacer las cosas de otra manera”, que sepa que se puede.
Este contenido ha sido elaborado por Yoigo.
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