La marejada no ha remitido en el grupo republicano de la Cámara de Representantes. Los congresistas más radicales se sintieron traicionados por el pacto del presidente de la Cámara, Kevin McCarthy, con el de Estados Unidos, Joe Biden, para suspender el techo de deuda hasta 2025 a cambio de unos recortes de gasto público que consideran insignificantes. En venganza por ese acuerdo que les dejó al margen y como demostración de fuerza y medida de presión, los miembros del ala dura han decidido paralizar el funcionamiento normal de la actividad parlamentaria.
El grupo de rebeldes recalcitrantes es de algo más de una decena y se corresponden en gran medida con los que hicieron pasar a McCarthy por un calvario de hasta 15 votaciones hasta que fue elegido speaker. Entregaron su voto, pero reclamaron a cambio concesiones que no se han cumplido. Ahora dicen que quieren una relación de “monogamia”, como ha dicho el representante por Florida Matt Gaetz.
No les vale que McCarthy se entienda con ellos la mayor parte del tiempo, pero que luego tenga en paralelo una relación con Biden en que ellos se quedan al margen. “Hubo un acuerdo en enero. Y ha sido violado en la ley del techo de la deuda”, ha señalado el representante por Colorado Ken Buck.
El propio McCarthy ha reconocido que la situación se ha vuelto “un poco caótica”. Los republicanos más radicales han votado paralizar la tramitación de algunas propuestas de ley. Han votado del mismo lado que los demócratas y eso ha supuesto paralizar la actividad. Lo que normalmente son votaciones de rutina se han convertido de repente en batallas políticas de calado.
Tras una de esas sesiones tormentosas, Gaetz explicó su posición: “Adoptamos una postura en enero para poner fin a la era de la portavocía imperial, y nos preocupa que los compromisos fundamentales que permitieron a Kevin McCarthy asumir la portavocía hayan sido violados como consecuencia del acuerdo sobre el límite de deuda”, dijo.
La posición del presidente de la Cámara de Representantes es que los acuerdos que le permitieron salir elegido fijaban objetivos, pero no compromisos cerrados ni resultados garantizados. El plante actual de los congresistas radicales no es solo un ejercicio retórico, sino que puede implicar graves consecuencias de cara a la aprobación de las partidas presupuestarias para el próximo ejercicio. McCarthy puede verse obligado a elegir entre cumplir el acuerdo con Biden o recomponer la relación con los suyos, y arriesgarse a un cierre de parte de la actividad del Gobierno federal.
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Muchos de los rebeldes ven el pacto entre McCarthy y Biden como un ejemplo de las políticas que detestan de Washington, ciudad a la que llaman la ciénaga, por estar construida en parte sobre zonas cenagosas (en particular la zona a los pies del Capitolio) y en parte por esos tejemanejes de la política de la capital federal.
“El acuerdo de la semana pasada sobre el techo de la deuda se negoció a puerta cerrada y mostró la ciénaga en todo su esplendor. En enero libramos la batalla para restablecer el orden regular luchando por cambios que permitieran a cada diputado representar mejor a sus electores. NO me quedaré de brazos cruzados y permitiré que el Congreso vuelva a las andadas”, ha tuiteado esta semana Matt Rosendale, uno de los rebeldes.
En la misma línea se ha manifestado Lauren Boebert, también miembro del grupo: “El pueblo estadounidense no eligió a una mayoría republicana para votar proyectos de ley que nunca serán aprobados por el Senado ni se convertirán en ley. Nos eligieron para drenar el pantano, exigir responsabilidades a Biden y hacer cambios reales en la forma de hacer las cosas. Es hora de cumplir nuestras promesas”.
Los rebeldes son miembros del Freedom Caucus, un grupo ultraconservador de congresistas, que ya advirtieron claramente contra el pacto del techo de deuda. El grupo parlamentario republicano, dijo Chip Roy tras conocerse el acuerdo, “se ha roto en pedazos”. “Estamos trabajando duro para tratar de volver a unirlo, asegurándonos de que este proyecto de ley se detenga. Quiero ser muy claro: ni un solo republicano debe votar a favor de este acuerdo”, dijo antes de que se sometiese a votación.
Andy Biggs, Dan Bishop, Tim Burchett, Eli Crane, Bob Good, Ralph Norman y Chip Roy están también entre los rebeldes. McCarthy se ha mostrado optimista. “No acepté este trabajo porque fuera fácil. Lo superaremos e incluso seremos más fuertes”, ha dicho estos días en el Congreso. De momento, la actividad parlamentaria se ha paralizado hasta la semana próxima.
De momento, el gran triunfador del acuerdo ha sido el presidente Biden. Ha despejado el panorama financiero de lo que le queda de mandato sin sacrificar sus principales políticas y tras entregar recortes poco traumáticos. El Tesoro ha retomado esta semana las colocaciones de deuda y ha ido recomponiendo su tesorería. Aparentemente, no ha empezado a recibir fondos hasta entrada la semana, de modo que el 5 de junio no era en sentido estricto la fecha X en que se habría quedado sin dinero para cumplir los pagos. La previsora secretaria del Tesoro, Janet Yellen, se guardaba un as en la manga.
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