El aniversario que la une y separa de su hija

Rocío Carrasco y Rocío Flores, madre e hija, se estrenaban hace un año en diferentes escenarios, cada una por su lado y lamentablemente separadas desde su traumática ruptura en julio de 2012. Carrasco presentaba el musical “Qué no daría yo por ser Rocío Jurado”, inspirado en la vida de la reconocida artista, tras un tiempo alejada de los medios. Un homenaje en toda regla de una hija a su madre. Casi a la par, su hija Rocío debutaba en televisión y daba un paso al frente. Aparecía como fichaje estrella para defender en plató a su padre, Antonio David Flores, enfrentado a su madre desde que el matrimonio se divorciara hace ya 21 años. La separación familiar, la ruptura maternofilial entre las Rocíos bajo los focos. Algunos lo esperaban y ocurrió. Un año después, la relación entre ambas sigue siendo inexistente y si alguien pensaba que la aparición en televisión de su hija iba a cambiar las cosas, por aquello de que era la oportunidad para expresarse y conocer su versión, estaba muy equivocado. Todo sigue, tristemente, igual.

 

Del casi anonimato al estrellato televisivo y portada de la revista ¡Hola! Aquella niña que vivía lejos de las cámaras y de los medios, desde que sus padres se separaran dos décadas atrás, se convertía en el personaje por descubrir. Ella aceptó. Miembro de una saga sobradamente conocida, nieta de la Jurado y del campeón de boxeo Pedro Carrasco, su entidad e interés mediático venía marcada no tanto por su condición de “hija de” sino por la separación traumática de su madre desde que, tres meses antes de cumplir 16 años, abandonara su casa para marcharse con su padre a Málaga tras una fuerte discusión en julio de 2012. Asunto delicado – cuando ocurrió era menor de edad- que, con el tiempo y todo tipo de especulaciones, fue tomando una dimensión que la hizo cada vez más atractiva para el que se moría por saber qué pasó realmente para que se rompiera la relación entre madre e hija. La propia Rocío Flores se expresaba en redes a favor de la mujer de su padre, Olga Moreno, a la que trataba como madre, cuando ya vivía con ella. Antonio David cargaba contra su exmujer en cada entrevista que concedía. Olga Moreno se sumó. La imagen pública de la Carrasco caía en picado. El digital «Vanitatis» publicaba en febrero pasado los detalles de lo que ocurrió aquel día de julio, según recogían los documentos judiciales publicados. Discusión, agresión, denuncia y condena judicial para la menor. Desde entonces nada volvió a ser lo mismo. Cada una por su lado. Antonio David, del lado de su hija, se posicionó lejos del papel conciliador y continúa hoy en pie de guerra con su exmujer.

Rocío Carrasco
Rocío Carrasco prefiera no pronunciarse en torno a su hija / Gtres

El debut de su hija en televisión vino también de su mano y se cerró junto a la reaparición del exguardia civil, alejado de la pantalla durante un tiempo y con una situación económica complicada, según el mismo contó en diferentes entrevistas exclusivas. Firmaron un buen contrato, muy bien remunerado: él se convirtió en «Gran Hermano» y su hija lo defendió a muerte desde plató. En la sombra, pero como principal reclamo del concurso, el malagueño abundaba en su relación con Carrasco mientras duró su matrimonio y en su cuestionable papel como madre, según su relato.  La desgracia familiar como modus vivendi. Pocos meses después, la hija de ambos participó en «Supervivientes 2020». Fue la estrella y concursante mejor pagada de la edición. Lo valía; su historia, también. Se expresó libremente, se ganó a la mayoría del público, lloró por la ruptura, se emocionó y también disfrutó de la experiencia. Un año después, la nula relación con su madre sigue igual.  Solo ella sabe en qué le ha compensado su incursión televisiva y sí realmente le ha favorecido en ese asunto tan doloroso. Asegura que ha intentado hablar con su madre por teléfono y no le responde, ¿o es su padre quien lo dice?.

 

Rocío Carrasco se atrinchera en el silencio público en lo que a la relación con su hija se refiere. A su ex le contesta judicialmente. En una de las comparecencias al presentar en 2019 el espectáculo musical contestaba así a los periodistas: “no he hablado nunca de mis relacionas maternofiliales, ni de mis relaciones familiares, ni de la vida de alguien que un día paso por mi vida y perteneció a ella”. Y añadió: “No lo he hecho ahora, pero no quiere decir que el que calla otorga, ya que el que está callado es porque en un momento de su vida ha decidido que eso lo que tenía que hacer, pero eso dura hasta el momento en el que decide que tiene que hacer lo contrario”. Más reciente es su respuesta cuando en mayo de este año le preguntaron si iba a ver a su hija en «Supervivientes», Carrasco contestó: “¿Eso lo echan en Netflix?” (sic). No le entran balas. De su hija no habla; de momento, sigue así. Hay quien no lo entiende, incluso quien no entiende nada.

Rocío Flores, Lara Álvarez
Rocío Flores durante su participación en «Supervivientes» / Mediaset

Es tan lícito hablar y expresarse libremente como no hacerlo. Quien habla debe, además de decir verdad, asumir lo que dice en todos los sentidos y quien no, será dueño de su silencio, pero también esclavo de lo que otros dicen, sobre todo, si hablan de ti. Cada uno decide. Unidas en su historia televisada desde hace un año, madre e hija siguen tristemente separadas. Supongo que si pudieran rebobinar su historia harían las cosas de otra manera y creo que, si había alguna forma de recuperar algo, parte o todo de esa traumática separación, no era en un reality ni en dos ni en tres. La vida es otra cosa. Ojalá pudieran recuperarse mutuamente.




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