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El año de Herrerín en el Athletic


Parecía que el destino se había cebado con él cuando poco antes de empezar la temporada se lastimó de gravedad en un entrenamiento celebrado en agosto. Después de que el club rojiblanco informara de que Iago Herrerín padecía una lesión muscular en el bíceps braquial derecho”, poco después se supo que presentaba “una lesión moderada-grave del tercio distal del músculo bíceps braquial derecho”. Tenía para unas cuantas semanas y de esta manera se le abrió el cielo a Unai Simón, que como cuarto portero tuvo que ser reclutado de su cesión exprés en el Elche. Ni Kepa Arrizabalaga, que se había ido al Chelsea, ni Alex Remiro, que penó por no querer renovar, modificaron la composición de porteros.

Supuso que Simón fuera el titular a la espera de que Iago, ese meta que al término de la campaña anterior ya había hablado de su incomodidad por la falta de partidos, se recuperara.

Ipurua y la jerarquía

Herrerín se perdió un buen puñado de partidos, de tal suerte que no repareció hasta el encuentro de Ipurua, aquel en el que resonó el término jerarquía para que Berizzo justificara su vuelta a pesar de la incomprensión de muchos aficionados cuando no de su desaprobación. El alavés había sido un descubrimiento y firmado paradas muy comentadas, con un estilo elegante que hacía presagiar que podría ser una gran alternativa inmediata para cubrir la marcha del portero de Ondarra, al igual que Iago.

Era la novena jornada, el 21 de octubre, unos dos meses después de que se hubieran desmoronado sus ilusiones de empezar una temporada que podía ser la de su, por fin, confirmación como portero de continuidad y rendimiento. En la competición europea ya había demostrado que era un valor muy fiable, con actuaciones más que notables. También en Copa.

A partir de ese encuentro ante el Eibar Iago no abandonó la titularidad hasta llegar a jugar 31 partidos ligueros con el Athletic, su mejor registro desde que es león -también en Primera-, superando en una decena de encuentros los 21 que llegó a disputar con el Leganés, donde estuvo cedido. Por fin dispuso de continuidad, ese preciado premio con el que en Soria llegó a los 34 choques, aunque en Segunda A. Por cierto, con el Atlético B sumó 75 en dos campañas en la Segunda B.

Paradas para recordar

Con esta confianza tanto de Berizzo como de Garitano, Herrerín se ha mostrado muy seguro, encajando pocos goles, también en buena medida por el escudo que tenía enfrente con la llegada del técnico de Derio. En muchas ocasiones apenas tuvo que intervenir y cuando lo hizo fue de una manera muy solvente. Así se explica que sólo recibiera 33, si bien hay que matizar que encajó una decena con Berizzo tras siete encuentros. Quiere decir eso que con Garitano sus mallas se vieron afectadas en 23 ocasiones en 24 partidos, un promedio más que interesante.

Entre otras paradas hay que recordar un par de intervenciones ante el Sevilla, un paradón a tiro del bético Lainez y otro aún mejor a una falta sacada por Canales, que le obligó a hacer una estirada escandalosamente fotogénica. También para el recuerdo estuvo el desvío de un disparo de Thomas desde fuera del área ante el Atlético o un paradón a remate a bocajarro de Parejo ante el Valencia en San Mamés. También a Ramis le sacó un gol a un cabezazo suyo en Ipurua. Han sido unas cuantas las paradas espectaculares de un portero que por fin encontró la continuidad que buscaba. El año que viene está por decidir quién guardará la viña rojibanca. ¿Será el turno de Unai Simón? ¿Repetirá Herrerín? Sea quien sea, la meta estará bien defendida.


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