En los últimos años, los estados del país han aumentado su dependencia hacia los ingresos de la Federación, lo que está provocando su estancamiento y dependencia.
Así lo sostiene el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en su estudio llamado “Mucha dependencia, poca autonomía”, en el que acusa que esta situación se traduce en que la inversión pública esté enfocada en sectores prioritarios para el gobierno federal y no necesariamente para las entidades, perdiendo así su capacidad para responder a problemas locales de manera focalizada.
Durante 2020, 81.5% de los ingresos estatales provino de transferencias federales, mientras que solo 10.9% representaron ingresos propios de cada estado, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Los ingresos estatales se dividen en dos apartados: transferencias federales, ingresos que el gobierno federal transfiere a los gobiernos locales para asegurar ciertas funciones; ingresos propios, que son recursos que los estados generan a través de los impuestos locales (por ejemplo predial, explotación de minas en aquellos estados con esta actividad, entre otros).
De acuerdo con el IMCO, el actual arreglo de coordinación fiscal es disfuncional y exclusivamente centra sus intereses en el gobierno federal, por lo que se debe analizar y proponer un cambio en el Pacto Fiscal para que los estados puedan distribuir sus ingresos de manera focalizada.
Cambiar la composición de los ingresos generará una mayor capacidad de gasto, atención a prioridades e intereses del gobierno estatal y un incremento en la autonomía fiscal, mejorando la competitividad de un estado, explica el IMCO.
Finalmente, el IMCO propone una revisión del Pacto Fiscal para establecer nuevas variables para la distribución de recursos, con la finalidad de crear herramientas que incentiven la recaudación y el desarrollo económico de cada estado.
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