Vitali Appex pega una de sus carteles en una calle de la ciudad. FOTO: Jaime Villanueva

El arte joven de Ucrania revoluciona los carteles de guerra

Bogdana Daviduk y Vitali Appex son ucranios pero podrían pasar por jóvenes contraculturales del barrio de Gràcia o de Lavapiés. Ambos de figura grácil, con ropa algo raída y llena de manchas, Daviduk y Appex —su nombre artístico— dedican su tiempo a crear carteles de guerra. Cada día imprimen en el Centro Municipal de Arte de Lviv decenas de copias de carteles dibujados por ellos con lemas e ilustraciones que llaman a la movilización contra el invasor ruso. Después, esas copias se cuelgan en las calles de esta ciudad, capital de la Ucrania occidental, o en otros municipios donde se trasladan en los convoyes con ayuda humanitaria.

En una situación de paz, los carteles no necesitarían ser impresos en Lviv y trasladarse luego en vehículos: se enviaría el documento por internet y se imprimiría donde fuera necesario. “El problema es que la situación no es normal”, explica Appex, “y en las zonas del frente, por ejemplo, es difícil encontrar imprentas funcionando”. Una de las composiciones de este artista de 31 años es la más fácil de encontrar por las calles de Lviv. Es una obra en blanco y negro, algo tenebrosa, un homenaje a una conocida creación del artista gráfico ucranio Nil Khasevych (1905-1952) concebida como crítica al imperialismo de Alemania y la Rusia zarista durante la Primera Guerra Mundial. En la obra de Khasevych aparecen cuatro soldados ucranios en un bosque, símbolo a su vez de las raíces nacionales. Appex lo ha adaptado a los tiempos contemporáneos con soldados del Ejército de Tierra ucranio pero con la misma frase que utilizó Khasevych: “Estamos en pie para proteger la libertad”.

Vitali Appex pega una de sus carteles en una calle de la ciudad. FOTO: Jaime Villanueva
Vitali Appex pega una de sus carteles en una calle de la ciudad. FOTO: Jaime Villanueva

La principal fuente de inspiración de Appex es una antología de diseño gráfico clásico de Ucrania. “Quiero utilizar una tipografía identitaria que transmita fuerza”, explica. Su pulsión nacionalista empezó en 2014, tras la guerra entre las fuerzas separatistas prorrusas del Donbás y el Estado ucranio. Pasó dos días creando arte en el frente: su pintura más preciada fue un mural en un búnker en el que retrató al Cosaco Mamai, importante personaje del folclore ucranio, “símbolo de un guerrero tranquilo”, sentado sobre la hierba, tocando un kobza, con una espada y una pistola a su vera. Sus carteles sobre todo son trazos de patrullas del Ejército en posición de alerta pero transmitiendo serenidad al mismo tiempo.

Daviduk era muralista e ilustradora de libros en su vida anterior a la guerra. Hoy, en cambio, consume las noches elaborando dibujos bélicos: “Lo hago por mi salud mental. A las diez de la noche hay toque de queda y es entonces cuando dibujo compulsivamente. Tengo la necesidad de hacer algo. Tengo un pequeño poder, pero tengo un poder”. Los objetivos de sus obras son tres: pedir apoyo militar de la comunidad internacional, elevar “el espíritu de resistencia de la ciudadanía ante el enemigo” y exigir “la cancelación de la cultura rusa en Ucrania”. “No debe haber nada en ruso ni procedente de Rusia en nuestro país, por lo menos durante un tiempo”, subraya esta artista de 33 años. El concepto de “cancelación de la cultura rusa” es defendido por otros creadores consultados por este diario. El ruso es una lengua muy extendida en el país, sobre todo en el Este. Un 17% de la población ucrania es reconocida como minoría nacional rusa, según el censo del Gobierno previo al conflicto de 2014.

Una de las consecuencias de las hostilidades con Rusia es que entre los muchos artistas que pegan sus obras bélicas en los muros y las farolas de Lviv, ninguno dice beber de la rica tradición de la propaganda visual soviética, con excepción de la primera década de vida de la URSS, que consideran menos vinculada a las posteriores décadas de represión. Daviduk, por ejemplo, se inspira en las figuras y collages poéticos de Henrik Tomaszewski y la Escuela Polaca de Cartelismo, desarrollada durante los años del Telón de Acero pero fuera de la Unión Soviética. Uno de los pósters de Daviduk muestra una bomba con el águila bicéfala del escudo ruso sobrevolando unas sombras humanas que con llamas en sus ojos. “Nuestro fuego es más fuerte que vuestras bombas”, exclaman mientras ondea una fantasmagórica bandera ucrania.

A medida que pasan las semanas hay más carteles de diferentes colectivos de artistas ocupando el escenario callejero de Lviv, la principal ciudad del Oeste de Ucrania (750.000 habitantes) y capital de la retaguardia. Los hay que imprimen cientos de hojas de tamaño folio con composiciones tan sencillas como un logo de las empresas de cómics DC y Marvel y un escudo de las Fuerzas de Defensa Territorial de Ucrania, la unidad creada en 2014 que moviliza a voluntarios y reservistas del país. Bajo los tres emblemas, una frase: “Ahora ya sabes cuáles son los mejores superhéroes”. En otro cartel, el artista urbano Itmshchk pide a la población con un juego de grafitis que alerten de posibles señales de infiltrados rusos. En otro póster fácil de encontrar en el casco antiguo de Lviv aparece la caricatura de un perro atado a una cadena y acompañado de la frase: “Gracias al Ejército puedo pasear a mi perro”.

Las Fuerzas de Defensa Territorial difunden periódicamente en las redes sociales obras de dibujantes que ofrecen voluntariamente su trabajo. En uno de sus últimos memes aparece una caricatura del padre de la literatura moderna ucrania Taras Shevchenko (1837-1887) con un lanzador de mísiles antitanque javelin. La batalla de la propaganda se libra en plataformas como Twitter, TikTok o aplicaciones de mensajería como Telegram, pero Appex está convencido de que no hay nada como el cartel físico: “La calle es más efectiva que las redes, tiene un sentido de realidad más potente entre la ciudadanía”.

Cartel “¡No soy tu guapa!” de Andriy Yermolenko. FOTO: Jaime Villanueva
Cartel “¡No soy tu guapa!” de Andriy Yermolenko. FOTO: Jaime Villanueva

Quizá el ejemplo más claro del impacto que causa observar presencialmente estos mensajes patrióticos son las obras de Andriy Yermolenko. El Ayuntamiento de Lviv ha colocado en marquesinas de paradas de autobús varias de sus obras. La más radical hace referencia a unas declaraciones que el presidente ruso, Vladímir Putin, realizó hace unos meses sobre su enfrentamiento con Ucrania por el Donbás. Para dejar claro que se acabaría imponiendo, Putin utilizó un dicho popular ruso que reza: “Te guste o no te guste, guapa, lo tendrás que hacer”. La ilustración de Yermolenko muestra a una joven, con un tocado de flores con los colores de Ucrania, introduciendo una pistola en la boca de Putin mientras grita: “¡No soy tu guapa!”. Yermolenko, que se caracteriza por subrayar una estética combativa y proletaria, no respondió a la solicitud de entrevista de EL PAÍS. La directora del Centro Municipal de Arte de Lviv, Lyana Mitsyko, dijo el pasado miércoles no tener noticias de él desde hacía días. No descartaba que se hubiera desplazado al frente.

Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.

Contenido exclusivo para suscriptores

Lee sin límites




Source link