El entrenador del Real Valladolid, Paulo Pezzolano, empieza de cero una nueva temporada, “sicut tabula rasa”, en este caso en segunda división ya que durante las once jornadas en que dirigió al equipo en el tramo final de la anterior no pudo conseguir el objetivo de la permanencia.
Es una espina que tiene clavada puesto que es un técnico muy competitivo, al que le gusta ganar y que ha asumido como responsabilidad devolver al club blanquivioleta a primera a lo largo de un curso que podrá iniciar desde el primer minuto, con una pretemporada en la que ya está dejando su impronta.
Este martes ha participado en una iniciativa del Real Valladolid a través de la que se pretendía acercar a los medios de comunicación al día a día del equipo, y trasladar los “intríngulis” de cada entrenamiento no solo desde un punto de vista táctico, sino también personal.
El técnico uruguayo tiene claro que la institución “está por encima de todo”, incluidos los jugadores, a los que inculca el compromiso de dar lo máximo por el club al que pertenecen, también aquellos cuyo futuro aún es incierto y que, en muchos casos, estará lejos del estadio José Zorrilla.
En este sentido, ha asegurado que se trata a todos los componentes de la plantilla de la misma manera, y trabajan con la misma intensidad que el resto “porque si se van a otro equipo, estarán preparados para jugar desde el minuto uno, y es un aprendizaje que se llevan”.
Él y su equipo técnico lo tienen todo programado para obtener el máximo rendimiento de cada uno, de ahí que la planificación sea individual, adaptando los diferentes aspectos que rodean su rutina profesional a sus condiciones físicas y mentales.
Los GPS que portan los jugadores ofrecen información muy valiosa para poder abordar los entrenamientos, puesto que registran velocidad, carga física, y diversos parámetros funcionales, lo que ha permitido modificar los hábitos de muchos de ellos.
Aunque las sesiones de trabajo dan comienzo a las 09.00 para evitar el calor, el cuerpo técnico llega al estadio tres horas antes para preparar todo lo que se va a llevar a cabo cada jornada, para ver cómo está cada jugador, si es necesario introducir variaciones y para analizar su progresión.
El equipo, con varios jugadores del filial, hace vida en las instalaciones del José Zorrilla -solo salen de allí para descansar en sus casas, después de comer-, donde se tiene muy en cuenta el aspecto nutricional, que también se adapta a las necesidades de cada jugador, y a cada momento del día, y para eso cuentan con Merche y Alejandro, los cocineros del club.
Pezzolano, junto a sus asistentes, Martín Varini, Matías Filippini, Álvaro Rubio y Camilo Speranza, han explicado los pormenores de la preparación del equipo, tanto en pretemporada, como en la semana en la que está previsto un encuentro, en la que se añaden vídeos pre y pospartido para trabajar con más detalle el apartado táctico, respecto al rival.
También se ha hecho hincapié en la importancia de la labor de los analistas, Manuel Ademar y Sergio Trinchet, y de la preparación física, a cargo de Gonzalo Danilo, sin olvidar el empeño de fisioterapeutas, readaptadores, médicos y utilleros.
“Aquí somos todos un equipo y se trabaja con unión, con una comunicación constante entre unos y otros para que la coordinación sea total y, por tanto, más efectiva. Yo soy un entrenador exigente, que imprime mucha intensidad y no vine a hacer amigos sino a sacar lo mejor de cada uno”, ha comentado Pezzolano.
Este sábado, el Real Valladolid estrenará su capítulo de amistosos, ante el Leganés, para ir perfilando detalles de cara al inicio de un ejercicio que se espera “muy duro y largo” y en el que hay que saber gestionar la carga de partidos, y manejar la entrada y salida de jugadores antes de que comience la liga.
En total, la pretemporada incluye treinta sesiones de entrenamiento y cinco encuentros amistosos -el ya citado ante el Leganés, y ante Rayo Majadahonda, Mirandés y Rayo Vallecano, este último enmarcado en el Trofeo Ciudad de Valladolid y otro más por concretar, y que se celebraría el 5 de agosto.