Robert ‘Bobby’ E. Crimo III, en uno de los vídeos que subió a su página de YouTube.Robert Crimo (Robert Crimo via REUTERS)
La identidad del tirador de Highland Park, que el lunes mató a seis personas e hirió a una treintena en el desfile del Día de la Independencia en esa localidad al norte de Chicago, ha impactado especialmente a la alcaldesa, Nancy Rotering, que tuvo hace años a Robert E. Crimo III en el grupo de scouts que dirigía. Nada hacía sospechar, ha dicho la regidora, que un chaval normal, como tantos del lugar —una zona rica, homogéneamente blanca—, alimentase la rabia y el odio necesarios para subirse a la azotea de un inmueble y rifle en mano, con el que disparó 70 ráfagas, truncar la popular celebración del día grande de EE UU, de cuya independencia se festejaban 246 años. “Era solo un niño”, le recordaba Rotering este martes en declaraciones a la CNN. Crimo, de 21 años, y no 22 como se informó la víspera, fue detenido ocho horas después de la matanza del 4 de julio.
Idéntico mensaje sale de sus familiares: un chico normal, si acaso un poco metido en sí mismo y pegado a la pantalla del ordenador, ante la que pasaba horas y donde se expresaba por medio de vídeos y raps en Spotify y YouTube. Pero las manifestaciones virtuales del rapero Bobby, como todos le llaman, un joven blanco, delgado y con apariencia de adolescente, con tatuajes en el rostro y el cuello —uno de ellos reza Awake (despierta)—, revelaban una personalidad inquietante, cuando no extraviada. Con una estética entre la animación y el videojuego, sus vídeos barruntaban sucesos siniestros, como los dibujos que le muestran tirado en un charco de sangre y rodeado de policía, escenificando su propia muerte. O en un aula presidida por una enorme bandera estadounidense, en la que el joven recibe una especie de revelaciones en forma de destellos mientras revolotean la pantalla extraños signos, diríase que rúnicos. O, en fin, la representación de un tiroteo a un colegio, e incluso una decapitación en uno de sus últimos vídeos publicados. “Sabemos que muchos de los vídeos que colgó reflejaban realmente el deseo de cometer una matanza”, ha declarado Rotering. YouTube cerró su página en la noche del lunes, pero algunos de los vídeos seguían siendo visibles en redes sociales al día siguiente.
En un vídeo animado, Crimo, cuyo nombre artístico era Awake the Rapper (Despierta al rapero), rapea sobre los ejércitos que “caminan en la oscuridad” con un dibujo de un hombre apuntando con un rifle, un cuerpo en el suelo y otra figura con las manos en alto. Otra viñeta muestra un chorro de sangre brotando del pecho del tirador, cercado por coches de policía. Su detención fue más pacífica que su truculenta imaginación: apenas una persecución policial en automóvil y un placaje del joven en el suelo por los agentes, sin oponer resistencia. Había abandonado el arma del crimen y se había disfrazado de mujer para salir el lugar donde perpetró la matanza, al volante de un utilitario japonés propiedad de su madre en el que se halló otro rifle.
Salvo en Highland Park, que en las últimas dos décadas solo había vivido dos asesinatos y era hasta el lunes una de las localidades más tranquilas de Illinois, el 15º tiroteo masivo —aquel con al menos cuatro víctimas mortales— registrado este año en EE UU dejará de ser noticia en horas, como un hecho tristemente habitual. Sin motivaciones políticas aparentes, aunque algunas fuentes le presentan como seguidor del Donald Trump más ultramontano, todos subrayan hoy los indicios de trastorno mental que nadie fue capaz de ver, por lo que pudo comprar legalmente el arma (a diferencia del asesino de Búfalo, que también amenazó con perpetrar una matanza en su instituto y con un historial mental que se traspapeló). Según la policía, Crimo planeó el ataque durante semanas.
En el sexto Estado con leyes más estrictas sobre control de armas del país —y la novena tasa más baja de licencias—, y en una localidad que había adaptado además en 2013 leyes de refuerzo suplementarias, la acción de Crimo sorprende aún más, aunque Illinois está rodeado de Estados donde las armas son ubicuas. En medio de la epidemia de violencia armada nacional, según la definición de la Casa Blanca, el suburbio residencial de 30.000 habitantes al norte de Chicago era una isla de placidez y prosperidad: la renta media de los hogares es de 150.000 dólares al año, el doble que la media nacional; la ratio de pobreza, de sólo el 5%, frente al 11% del Estado. Con destacada presencia de la comunidad judía, Highland Park tardará en olvidar al rapero mientras el país se encamina a la próxima matanza.
En el vídeo rodado en un aula, en el que aparece tocado con un casco de bici negro, Bobby profetiza: “Soy como un sonámbulo… yo sé lo que tengo que hacer. Todo ha llevado a esto. Nada me puede detener, ni siquiera yo mismo”.
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