La veda del entrenador en Bilbao se abrió el pasado martes, día en que Marcelino oficializó su agur al Athletic. Lo hizo con honores, puesto que junto a él estuvieron en San Mamés desde el presidente en funciones, Aitor Elizegi, hasta varios directivos pasando por Muniain, capitán del equipo, los directores general y deportivo e Iribar, entre otros. El míster rojiblanco cortó de golpe y porrazo cualquier especulación más en torno a su figura y la de los tres candidatos a la presidencia del club bilbaíno.
Mejor una despedida así, claro está, que como la de Gaizka Garitano, por mencionar otra habida durante el mandato de los actuales gestores de la entidad. El técnico deriotarra, un hombre de la casa que salvó al Athletic de una situación complicadísima y que permitió a Marcelino disfrutar de una Supercopa, ganada además, y de una final de Copa, prefirió salir por la puerta de atrás. Sin ruido mediático y sin más explicaciones que las que él mismo ofreció a través de su propio comunicado de despedida.
El Athletic, más allá del agur y de separaciones propias o impropias, afronta la nueva temporada sin saber quién será el inquilino del banquillo del primer equipo. Todo dependerá, claro está, de quién salga elegido presidente de entre los tres precandidatos que ya han dado el salto a la arena electoral. No se busca, por tanto, un solo técnico, sino tres. A uno por cabeza.
El debate en torno al perfil del entrenador ideal para el Athletic es muy viejo. Mejor uno de fuera, extranjero a poder ser, que uno de la casa o viceversa. Uno mira a los alrededores, ve cómo le van las cosas a Real, Osasuna e incluso Eibar y cómo le han ido al Alavés, y no tiene dudas al respecto.
‘Kalean uso, etxean otso’ , ‘En la calle paloma y en casa lobo’. Y lo mismo en Lezama. El cuento de nunca acabar.