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El Athletic hace buena la teoría de la manta

La vieja teoría de la manta volvió a salir a escena ayer en Balaídos. El Athletic, con Marcelino cansado ya de recibir goles un partido sí y otro también, hizo especial hincapié en mantener la portería de Unai Simón a cero y puso menor énfasis en la faceta atacante. Los leones, dicho de otra manera, se taparon los pies; pero dejaron la cabeza al descubierto.

Hubo fases de este encuentro de Vigo en las que dio la sensación de que se trataba de un ejercicio de contención de esos que suelen trabajar los entrenadores con un mayor número de delanteros frente a una zaga con uno y a veces hasta dos elementos menos. Los leones, dicho de otra manera, plantaron sus dos líneas de cuatro muy cerca del área propia y bascularon de banda a banda tratando de taponar cualquier vía de acceso hacia su marco. Los de Cloudet llegaron a desesperarse por momentos.

La segunda parte de este plan, eso sí, salió a nivel de pizarra, pero no en el verde. Este repliegue intensivo debía ir acompañado con cierta frecuencia de una serie de contraataques. Ahí los rojiblancos, sin embargo, no estuvieron tan entonados. La labor de zapa del peruano Tapia en las segundas jugadas les impidió salir con mayor frecuencia y mucho más peligro.

Todo en este partido quedó reducido, por tanto, a simples y no tan simples escarceos ante el marco rival. Unai Simón apenas tuvo que intervenir. Iván Villar, el meta celeste, solo con un par de buenas manos a volea de Villalibre y centro envenenado de Lekue. Poco más.

El salto que necesitaban ambos contendientes para acercarse a Europa se quedó a medias. El miedo a perder imperó a ras de césped por momentos. A los leones les costó demasiado tiempo decidirse a ir a buscar la portería contraria con más decisión y mayor número de jugadores.

Marcelino ya había avisado de sus intenciones el sábado en Lezama. Iba a hacer cambios. Muchos cambios. Esta vez fueron cinco. De Marcos, Yuri, Vesga, Muniain y Williams se quedaron en el banquillo. Lekue, Balenziaga, Dani García, Morcillo y Villalibre, en cambio, formaron parte del once.

Los rojiblancos dejaron llevar la iniciativa a un Celta con cuatro caras nuevas respecto a su anterior compromiso liguero en Huesca. Toda su artillería pesada, eso sí, estaba sobre el campo. Al contrario que la del Athletic.

Villalibre fue el primero en romper las hostilidades con un tremendo voleón bien resuelto por el meta local. Santi Mina tuvo luego un par de remates ante la portería de Unai Simón. Berenguer, con todo, dispuso de la mejor ocasión del partido, pero no llegó por poco a rematar en las debidas condiciones un centro del propio Villalibre.

Marcelino, consciente de la situación, aprovechó el descanso para retirar a Raúl García, bien sujetado por los rivales, para meter en su lugar y en su posición a Muniain. A Tapia le dio lo mismo porque siguió firme en su labor de recuperador.

El bagaje ofensivo del Athletic en esta segunda mitad se limitó a mero fuego de artificios. Los celestes, por su parte, vivieron mucho tiempo cerca del área rival, pero sin ideas ni recursos para penetrarla. Esta vez les faltó hasta la inspiración de Iago Aspas.

Marcelino recurrió a Vencedor y Williams, luego a De Marcos y finalmente a Ibai. Los leones sí dieron entonces un decidido paso hacia delante. Tarde, demasiado tarde. Las opciones europeas vía Liga se esfuman. La portería propia se quedó esta vez a cero, pero la ajena también. En mala hora.


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