El Sevilla logró su primer triunfo en la Liga de Campeones después de derrotar de forma justa a un Rennes sin respuestas, al que sometió a un asedio brutal durante buena parte del partido. El conjunto andaluz lanzó hasta 23 remates sobre la portería de Gomis, producto de un fútbol directo y muy intenso, el mismo que le llevó a conquistar la Liga Europa. El Sevilla se reencontró a sí mismo con ese juego basado en una presión continua al rival, que emana de un desgaste físico imponente y una actitud muy valiente en el campo. Con un Koundé fantástico, muy bien secundado por Navas y Acuña en las bandas, al Sevilla solo le faltó anotar más goles que el cosechado por De Jong. No fue hasta el minuto 55 cuando el holandés remató un medido centro de Acuña. Así se ponía fin a 407 minutos sin marcar, con un auténtico golazo.
Sin duda, la falta de gol es el único defecto que se le atisba a este Sevilla cuando encara los partidos con la intensidad y la fuerza tradicionales en el equipo de Lopetegui. Ante el Rennes dispuso de ocasiones de todos los colores, con dos lanzamientos a los palos incluidos de Munir y Jordán. El Rennes se mostró totalmente imponente para detener el aluvión que se le vino encima. Solo tiró una vez a puerta en todo el partido. Una falta de Grenier muy bien resuelta por Bono en el minuto 70. El resto del choque fue un suplicio para los bretones, superados una y otra vez. El Sevilla, tras la victoria, alcanza los cuatro puntos e iguala al Chelsea, líder del grupo después de su victoria por 0-4 en el feudo del Krasnodar.
Cualquier parecido del Sevilla con el equipo plomizo y lento que jugó ante el Eibar se disipó al primer minuto del partido. La Champions obra una poderosa transformación en las mentes y las piernas de los futbolistas, que aumentan de forma notable su rendimiento cuando las estrellas que representan a esta competición asoman por el Sánchez Pizjuán. Muy poco se pudo reprochar en la puesta en escena del Sevilla ante un Rennes que capeó como pudo el temporal que se le vino encima. Volvió Koundé recuperado del coronavirus y Lopetegui decidió colocar a Óliver Torres por Rakitic.
El Sevilla, vertical, rápido y preciso, pasó por encima de un Rennes que no contaba con el desahogo en el juego de futbolistas como N’Zonzi y Camavinga, bajas para desesperación de Julien Stephan. El técnico francés se tuvo que sentar en el banquillo mientras el Sevilla acumulaba una llegada tras otra, una ocasión tras otra sin conseguir anotar ante la meta de Gomis. Munir lanzó al larguero; Gomis salvó ante Diego Carlos y Ocampos y todavía Bourigeaud salvó bajo palos un remate de Koundé.
Fueron las cuatro opciones más claras dentro del carrusel de ocasiones y llegadas que tuvo el Sevilla. Los datos así lo reflejaron: 14 remates y 10 saques de esquina en el primer tiempo a favor del Sevilla, que hizo el mejor primer acto en ataque de lo que va de temporada. El único y gran problema del Sevilla fue su ausencia de gol. Algo inexplicable ante tanto asedio.
Con paciencia
El Sevilla tuvo una virtud importante en este tipo de encuentros. No se puso nervioso ni cayó en la desesperación, algo que podía ocurrir cuando se llega tanto y no se marca. No hubo desánimo y sí una fantástica insistencia que encontró premio a los 55 minutos. De Jong, el hombre de los goles importantes, hizo el primero en la actual edición de la Liga de Campeones.
El Rennes no fue capaz de estirarse. Cuando lo intentó, el Sevilla encontró huecos al contragolpe o después de robos de balón, faceta en la que estuvo muy atinado Óliver Torres. Y siguió la catarata de ocasiones para los de Lopetegui. De Jong, Ocampos, Jordán, Munir y En-Nesyri no encontraron el gol. Valió con el de Jong para sumar tres puntos valiosos y, sobre todo, volver a encontrar ese estilo que hace al Sevilla temible. Después de dos derrotas en LaLiga y el empate en Londres, el equipo andaluz volvió a ganar para despejar algunas dudas que se cernían sobre su rendimiento. La intención de Lopetegui es ahora mantener este espíritu competitivo y esta intensidad miércoles y domingo. El sábado, en San Mamés, llega la próxima prueba.
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