Ya sé que tiene más glamour hablar de jugar finales y preparar viajes a Sevilla con los amigos que hacerlo de la situación liguera, pero es lo que toca, y con urgencia. El Athletic de Garitano se viene abajo por momentos, y necesita muy poquito para liarla. Osasuna y Alavés nos han roto los morros sin hacer absolutamente nada. Sin jugar un pimiento, vamos.
Para poder mejorar hay que empezar por reconocer los errores. Nadie suma cinco puntos en 10 jornadas por hacer las cosas bien sobre el césped. Algo falla.
La defensa, que parecía consolidada, no ofrece las mismas garantías que hace un par de meses. El centro del campo, quitando al media punta (Muniain), aporta menos juego que un holograma de Vinicius. Y arriba, ni llegan balones, ni se aprovechan las excepciones.
Y Garitano mira al banquillo y como si fuera un espejismo. No cree en ningún dorsal. No encuentra soluciones.
En Mendizorroza, el técnico deriotarra realizó los cambios, tarde y mal, sin aportar nada diferente a lo que ya naufragaba sobre el césped. ¿Dinámica incierta? A estas alturas de calendario lo único que se me ocurre decir es que ojalá la Liga se nos haga larga por aburrimiento.
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