Koke Resurrección, capitán del
Atlético de Madrid
, el mismo que tendrá que levantar el trofeo de campeón que acredita a su equipo como el mejor de LaLIga 20/21, acuñó una expresión tras la derrota en Sevilla con aquella escandalosa actuación de Gil Manzano, que ha terminado por ponerle título al trofeo logrado por los de Simeone. “Contra todo y contra todos”.
Valladolid-Atlético, en imágenes
Así ha ganado el Atlético este trofeo. Contra todo, contra todos. Incluso contra sí mismo, porque ha estado a punto, en muchas ocasiones, de tirar el brillante trabajo que había hecho durante toda la temporada. ¿No pensarían que la última jornada iba a ser tranquila? Eso no va con este equipo que es todo pasión y emoción. Le tocó sufrir y levantar un partido ante un Real Valladolid que peleó hasta sus últimas fuerzas, a pesar de acabar descendiendo.
No esperen ningún halago de aquellos miopes que no ven más allá de sus fanatismo, porque no los encontrarán. Para ellos, siempre habrá un pero. Que el Barça y el Real Madrid no estuvieron como suelen, que hubo errores arbitrales, que los de Simeone ganaron muchos partidos por la mínima, que el sol sale por el Este… En fin, nada nuevo.
Pero miren, el Atlético ha sido el mejor, durante casi toda la temporada, desde que en la novena jornada se alzase al primer puesto de la tabla, 30 jornadas de manera ininterrumpida. Ha sido el mejor local del curso, de largo, el tercer mejor visitante, el que más veces ha dejado su portería a cero, la mejor defensa, el segundo más goleador, con una primera vuelta con 50 puntos…
La realidad es que sí, que este Atlético ha hecho algo sencillamente brutal. Desde que llegó Simeone ha levantado dos títulos de LaLiga cuando en los últimos 16 años, los otros 14 se los repartieron los dos del duopolio. Dos clubs que duplican en presupuesto a los colchoneros. Es cierto sí, el Atlético también duplica en presupuesto al Sevilla. Y de ahí para abajo. Pero por esa regla de tres, el equipo rojiblanco sólo debería optar a ser tercero y en estos años tuvo los arrestos y el fútbol para levantar dos títulos cuando nadie apostaba por ello. Tremendo.
Creo sinceramente que hay pocos equipos en el mundo, esos que se pasean por otras competiciones nacionales, que podrían haber ganado LaLiga española en esta última década. Creo que hay pocos, poquísimos o ningún entrenador, que lo pudiese haber hecho con el Atlético. Un Atlético que el Cholo cogió allá por 2011 destrozado anímica y deportivamente. Un equipo al que con su filosofía del partido a partido colocó en la elite para lograr hazañas como la presente. Le pese a quien le pese.
Un título cimentado en el enorme fichaje de Luis Suárez, que se ha hartado de marcar goles; en los milagros de Oblak; en la irrupción de un Llorente imparable; en las diabluras de Carrasco; en la maestría de Koke; en la jerarquía de Savic en defensa; en la inquebrantable fe de un Ángel Correa que no teme a nada; en el paso adelante de los Trippier, Hermoso y compañía; en la resurrección de Lemar, en los destellos y el inicio de temporada de Joao Félix. Pero también en el trabajo de colectivo de todos y cada uno de los miembros de este fabuloso equipo. Los Giménez, Felipe, Saúl, Lodi, Herrera, Kondogbia, Torreira, etc, etc.
UN ARRANQUE INCÓMODO
Comentó Diego
Simeone en la previa del choque que su equipo saldría a dejarse la vida para el objetivo. Pero de eso no hubo ni rastro en la primera parte y sí de un Atlético atenazado, embotado. La peor versión rojiblanca en el peor momento posible.
El Real
Valladolid quiso hacerle incómodo el inicio del partido al Atlético. Y para ello salió intenso, colocado y serio en su posicionamiento. También se jugaba LaLiga, claro. Luis
Suárez, con un disparo cruzado en el área, era el primero que ponía a prueba los nervios del rival.
Respondía el cuadro local con una buena acción de Toni
Villa que se fue quitando rivales hasta que disparó desde la frontal, abajo, para que Oblak detuviese el balón pegado a la base del palo.
No olía bien para el Atlético este inicio de partido porque no salió con la disposición y jerarquía que en otros partidos, no fue el del inicio del Camp
Nou, Real
Sociedad u Osasuna. Para ganar un competición tan larga es necesario cuidar todos los detalles. Y el equipo colchonero, que quizás sea uno de los más cancheros de toda Europa, pecó de ingenuo en la salida de un córner a favor. Una pérdida de balón, generó una salida a la contra que habría firmado el propio Simeone. Weissman y Toni Villa hicieron una maravilla para que Óscar
Plano adelantase al cuarto de hora al Valladolid.
Tocaba volver a nadar a contracorriente, como demasiadas veces últimamente. Pesaba la responsabilidad. Pesaban las piernas. Al Atlético le costaba reaccionar, lo hacía sobre todo a balón parado, con sendos cabezazos de Giménez y Felipe, que rozaban el gol.
El Valladolid, por delante en el arcador, se atrincheraba ante un líder bloqueado. Muy fallón en las transiciones, en las que se atragantaba demasiado.
SEGUNDO ACTO
La segunda parte comenzó con una tónica parecida. Un Atlético que quería pero no podía y un Valladolid que defendía con todo. Los de Simeone sólo encontraba resquicios a balón parado, como los remates de Giménez y Hermoso que no encontraban puerta.
No pintaba bien para el Atlético pero si había un jugador que podía darle algo diferente al equipo rojiblanco era Correa. Venía siendo el único que encontraba espacios, cuyas gambetas y desborden desordenaban a los de Sergio González. Y el argentino se inventó un gol de la nada en el mejor momento. Gambeteo para quitarse a tres de encima al borde del área y pegarla de puntera, abajo, pegada al palo. Golazo.
Un tanto que se daba en paralelo a la anulación del 1-1 del Real Madrid en Valdebebas que acababa de marcar en fuera de juego Benzema. Por primera vez en toda la tarde, el Atlético sonreía. Pero no demasiado porque el Valladolid estaba a punto de volver a marcar, un disparo lejano que Oblak no atajaba acababa en la cabeza de un Weissman que fallaba casi a puerta vacía.
El partido daba un nuevo vuelco tras una incomprensible entrega de Guardiola a Suárez que le dejaba solo, corriendo hacia la portería de Masip. El uruguayo ponía el 1-2 y firmaba su 21º gol en la temporada, el que tenía que darle el título a los rojiblancos. Un nuevo gol ganador para él. Un gol que vale una Liga.
Hasta el final, el Real Valladolid, lo intentó de todas las formas y el Atlético tuvo alguna más a la contra. Pero las cartas ya estaban lanzadas y eran rojiblancas. ¡Enhorabuena, colchoneros, lo habéis merecido!
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