El Banco de España cifra el exceso de deuda empresarial en hasta 20.000 millones

La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.
La vicepresidenta de Asuntos Económicos, Nadia Calviño.EUROPA PRESS/E. Parra. POOL – Eu / Europa Press

La vicepresidenta económica, Nadia Calviño, ya tiene en su mesa los números del Banco de España sobre los problemas de solvencia que ha provocado la pandemia. El supervisor ha remitido sus estimaciones sobre cuál es la cantidad de créditos que podrían acabar teniendo dificultades en empresas que serían viables de no haber sido por la pandemia y el consiguiente sobreendeudamiento que les ha generado. Y la horquilla sobre el exceso de deuda en estos negocios se sitúa en su escenario central entre los 7.000 millones y algo más de 20.000 millones de euros, según fuentes conocedoras del informe.

La cantidad avanzada por el Ejecutivo no es la misma en parte porque se centra solo en los créditos dados con el aval del ICO. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el miércoles en el Congreso un paquete de 11.000 millones para reforzar la solvencia de pymes y autónomos, sobre todo en la hostelería y el turismo. En esta cifra también se incluye un fondo de recapitalización de empresas más pequeñas.

En cambio, la horquilla del Banco de España se refiere al conjunto de la cartera crediticia, y se considera manejable en tanto que es solo un porcentaje pequeño de los 800.000 millones que tiene la banca concedidos a las sociedades. Además, las entidades ya provisionaron en 2020 por la covid unos 40.000 millones, y las pérdidas solo irían aflorando a lo largo de los años.

Los números del Banco de España intentan acotar dónde están los problemas e incluyen solo las empresas que tienen un negocio que puede ser rentable tras la pandemia pero que están soportando una carga excesiva de deuda.

Quedan fuera del cálculo las sociedades que no tienen perspectivas de prosperar porque su negocio no es viable. La idea que manejan Economía y el Banco de España es concentrarse en las empresas con un horizonte de actividad razonable y evitar que acaben lastradas por la deuda contraída para hacer frente a un año entero de pandemia. Es algo que sobre el papel suena bien, pero que puede ser muy difícil de determinar. “¿Cómo discriminar entre empresas cuando muchas confunden la contabilidad del negocio con la familiar?”, señalan los expertos. De ahí que recomienden ayudas directas para las pequeñas.

El objetivo de estos ejercicios es evitar que se acumulen las llamadas empresas zombi, aquellas que por culpa de un exceso de deuda ni invierten ni contratan y, por lo tanto, pueden lastrar la recuperación. “11.000 millones de euros para reforzar la solvencia de los balances de las empresas y que puedan así retomar su actividad, hacer las inversiones necesarias y contratar a los trabajadores que requieren para iniciar en plenitud de facultades la recuperación”, dijo el presidente Sánchez en el Congreso. Así, el ministerio y el Banco de España están una línea similar en cuanto al tamaño del problema y lo que quieren evitar.

No obstante, la nota del supervisor incluye una discrepancia con Economía. Los problemas que identifica no se hallan solo en las empresas que han recibido créditos ICO. Hay una parte sustancial que está fuera de esos préstamos. Las proyecciones del Banco de España se han realizado a partir de datos concretos de financiación bancaria.

Sin embargo, el diagnóstico de Economía es que el sobreendeudamiento contraído por la pandemia se encuentra sobre todo en los préstamos ICO. Y piensa focalizar ahí las medidas de alivio de deuda. Lo cual dejaría fuera a las empresas que han tirado de su propia tesorería o del crédito comercial.

Las estimaciones del Banco de España coinciden con las de otros estudios. Afi cifra en 20.000 millones estas necesidades de alivio. Y el informe de Oliver Wyman que encargó la banca está también en ese orden de magnitudes en la franja alta. Solo que ahora los bancos tratan de omitir este análisis porque el guarismo es elevado y el Gobierno pretende que las entidades absorban la parte que les corresponde de una quita sobre esa deuda. El miércoles, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, se mostró abiertamente en contra de estas quitas.

”Minimizar los daños”

Y ayer el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, se expresó en la misma línea: “Hay que minimizar el efecto dañino sobre los bancos. Por eso defendemos el mantenimiento de estímulos hacia una mejora de la solvencia. En el caso de que no fuéramos capaces de evitar un fuerte incremento de la morosidad, es importante que en Europa no perdamos la perspectiva de que la respuesta sea global y no busquemos las soluciones desde un punto de vista nacional”, dijo en un foro empresarial.

Es decir, que no se haga algo diferente de lo que hacen otros países. “El BCE, la EBA y el Banco de España permitieron a las entidades que no calculasen las pérdidas sobre la caída de 2020, sino sobre el comportamiento de la economía entre 2020 y 2025, para evitar que se produjese un credit crunch al tener que provisionar todo de golpe por una shock temporal. Sin embargo, los planes de Economía buscan lo contrario y se pretende aflorar el daño de una vez por si luego más adelante Europa no permitiera las ayudas. El efecto puede ser muy negativo para el crédito”, advierte una fuente financiera.

Fuentes del sector explican que una quita obligaría a reclasificar al beneficiado como moroso. Y provocaría que la entidad solo le brinde crédito con cuentagotas. Sus necesidades de circulante se verían asfixiadas, alertan. Y la ayuda acabaría convirtiéndose en una losa. En el conjunto, las quitas obligarían a provisionar, lo que haría que las entidades contasen con menos colchón para dar crédito, dicen. También advierten de las consecuencias de crear un efecto llamada a las quitas.

Pese al anuncio del presidente Sánchez, todavía queda mucho por pulir del plan de solvencia en las negociaciones entre Economía, la banca y el Banco de España.

Las soluciones del supervisor

El Banco de España ha señalado en diversas ocasiones que las soluciones a los problemas de endeudamiento pueden orquestarse de distintas formas: a través de recapitalizaciones como hace el fondo de la SEPI para grandes empresas estratégicas. También mediante el refuerzo de los recursos propios utilizando fondos públicos y privados en compañías grandes y medianas. Este es el caso por ejemplo del fondo de rescate de empresas del Instituto Valenciano de Finanzas, que se articula con préstamos participativos, los cuales mejoran la solvencia de la sociedad y aseguran que siga teniendo la financiación de unos bancos que a cambio aceptan quitas.

El supervisor ha recomendado además las reestructuraciones de deuda, alargando las carencias y los plazos. Y para las más pequeñas sugiere especialmente las ayudas directas como una vía efectiva y eficiente.

Precisamente el banco publicó ayer con datos de una encuesta un estudio en el que concluye que las empresas que más han sufrido durante la pandemia han sido las pequeñas, las menos productivas y las más jóvenes. El documento trata de averiguar cómo se han comportado las compañías con independencia de en qué sectores estaban y en qué comunidades autónomas desarrollaban su actividad. Es decir, el supervisor compara entre compañías del mismo sector y de la misma región y encuentra que en las pymes se ha deteriorado más la facturación y el empleo. Dadas unas mismas restricciones, cuanto más pequeñas más perjudicadas. También se resintieron más las de las ciudades que las rurales. Y el empleo ha caído más en las compañías con un porcentaje alto de temporales.


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