El banquillo del Athletic quema

Cuando alguien habla del banquillo del Athletic siempre aparece asociado el nombre de
Gaizka
Garitano
. El sentir cada vez más generalizado es que el equipo rojiblanco no acaba de despegar por culpa de su entrenador. Nada nuevo sobre el horizonte.

Con
Valverde
, el último año al menos, dijeron que el fútbol del equipo aburría. A
Ziganda
le cuestionaron por ‘amarrategi’. La apuesta por
Berizzo
se tumbó por sí misma a las primeras de cambio. Y con el técnico deriotarra, erre que erre.

A todos aquellos críticos de Garitano había que pedirles que diesen el nombre de un posible sustituto. Luego, en función de la propuesta, habría que comprobar si esta era o no era viable y, en caso afirmativo, a qué precio. Económico e incluso deportivo e institucional.

El Athletic, conviene no olvidarlo, sigue sin ser un club al uso. Su particular filosofía puede ser considerada como un arma de doble filo. Por un lado implica, o debería implicar al menos, un sentimiento de pertenencia lo suficientemente arraigado para saber estar a las buenas y, sobre todo, a las malas. Por otro conlleva una serie de limitaciones a la hora de acudir al mercado que no todos los entrenadores están dispuestos a asumir.

Otro factor a tener en cuenta es que el Athletic paga bien, pero en muchos otros sitios también lo hacen e incluso mejor. A los llamados entrenadores ‘top’, cuestión crematística al margen, les suele interesar dirigir a un equipo que un año sí y otro también compite en Europa y tiene opciones reales de poder ganar títulos.

Más allá de esta reflexión en torno al inquilino del banquillo del Athletic, lo que me interesa destacar es un hecho acontecido el pasado martes en el Estadio de La Cerámica en el preciso instante en que Iñaki Williams abrió el marcador. Las cámaras de televisión, al menos las encargadas de ofrecer un pequeño resumen del encuentro, captaron primero la celebración del ariete rojiblanco y enfocaron después a la zona de la grada en la que se encontraba su hermano
Nico
, convocado por primera vez con el primer equipo. El chaval, lógicamente, se levantó de su asiento para festejar el tanto.

Otros dos suplentes rojiblancos, sin embargo, ni se movieron de su sitio. Siguieron sentados sin inmutarse. Si ese es el nivel general de implicación con la causa, Garitano lo tiene claro. Y el Athletic, que es lo más importante, también.


Source link